Explorando la Filosofía de Nietzsche: Muerte de Dios, Eterno Retorno y Superhombre

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Nietzsche nació en Prusia (1844-1900). Con 25 años consiguió la cátedra de filosofía clásica, pero la abandonó por problemas de salud y se dedicó a escribir.

En 1882, conoció a Lou von Salomé. En 1889, viviendo en Turín, sus jaquecas se acentuaron y perdió sus facultades cognitivas.

Entre sus obras más importantes podemos destacar: El origen de la tragedia, El gay saber, Así habló Zaratustra y Más allá del bien y del mal.

Muerte de Dios, Eterno Retorno y Superhombre

En El origen de la tragedia, Nietzsche habla de dos símbolos propios de las obras de teatro de la Grecia clásica: Dionisos y Apolo. Dionisos representa al Dios del vino, del baile, del juego, y se manifiesta a través de la música. Apolo, en cambio, está representado con personajes concretos; es el Dios del día, de la palabra, de la seriedad. Estos dos elementos conviven perfectamente en las obras de teatro hasta que apareció Eurípides, quien hace que predomine el aspecto apolíneo, marcando así el conjunto de la cultura occidental. Esto, filosóficamente, se manifiesta en las obras de Sócrates y Platón, pues hay un predominio de la razón respecto a la vida.

De este modo, el aspecto dionisiaco queda apartado y ligado al sentido estricto racional. A partir de ellos, aparece la metafísica, que es la máxima expresión teórica de la realidad súper sensible. La historia de la filosofía posterior es la consecuencia de la decadencia del pensamiento original griego. En este sentido, Descartes es un modo de recuperar el dualismo platónico.

Años más tarde, en Así habló Zaratustra, Nietzsche habla de un personaje histórico llamado Zoroastro, introductor del Dios Omrad e introductor de las categorías morales del bien y del mal. Nietzsche piensa que debemos volver a Zoroastro para situarnos más allá aún del bien y del mal.

Dios es el conjunto de valores absolutos de la tradición occidental, y lo que le ha matado es la modernidad. Aunque Dios esté muerto, no está todo permitido; simplemente, el compromiso individual es mayor. Asumir que Dios ha muerto es asumir que soy un ser libre.

El eterno retorno es la concepción cíclica del tiempo según la cual vivir consiste en asumir hipotéticamente que la vida y la muerte son un ciclo permanente. Esto concede todo valor a cada instante de la vida. Su finalidad es entender que la vida es única y que solo el amor a la misma puede ser el criterio de decisión, sin olvidar que el dolor forma parte de la vida.

Vivir asumiendo ambos conceptos supone convertirnos en superhombres. Éste es el hombre que afirma la vida por encima de los criterios teóricos, morales…

El superhombre es el niño, es decir, la pura inocencia a la hora de afirmar la vida.

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