Explorando la Fenomenología del Espíritu de Hegel: Un Viaje a la Conciencia Humana

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Fenomenología del Espíritu

La Fenomenología del Espíritu es un libro clásico cuyo propósito es ir más allá de las insuficiencias de la teoría crítica kantiana. Se terminó de escribir cuando Napoleón entraba en Jena. Yo siempre me he imaginado a Gottlob Wilhelm Friedrich (al que todo el mundo, hasta su mujer, se refería como "Hegel") mojando la pluma a la luz de los incendios de la guerra.

Contexto Histórico y Personal

Trataré de explicar algo nuevo, algo vivo de su muy complejo pensamiento. Hegel tenía problemas económicos. Mientras sus amigos publicaban y cosechaban éxitos, él no había terminado ninguna obra "importante". Además, había dejado embarazada a una chica. La génesis de esta obra fue, pues, turbulenta. Rüdiger Safransky llama a esta época "los años salvajes de la filosofía", pues nunca antes ni tampoco después hubo tal cantidad de talento y de energía entregadas a la causa de Sócrates.

La Revolución y el Contexto Alemán

Es el siglo de la Revolución que ha prohibido la religión cristiana y la ha sustituido por la diosa Razón. Lo que más tarde se llamará Alemania permanece disgregada en múltiples Estados, como la Italia de los tiempos de Maquiavelo. En las tierras de Lutero, todavía no ha penetrado la industrialización. El país del profesor Hegel es todavía, y sobre todo, agrícola, muy lejos aún del emporio siderúrgico de Hitler.

La Fenomenología: Un Estudio de la Conciencia

La fenomenología es el estudio y la descripción de la cosa en sí, de la conciencia a través de sus avatares históricos. La fusión anti-kantiana de Naturaleza (materia) y Dios (espíritu) lleva a Hegel, en páginas apresuradas de difícil lectura tanto en alemán como en traducciones, a mostrar el calvario de la conciencia desde sus niveles más básicos, como la mera constatación de datos "físicos" ("tengo frío, tengo hambre, tengo sueño") o la auto-conciencia ("yo estoy triste" o "yo soy"), hasta superaciones, cancelaciones o síntesis cada vez más elevadas, como la secuencia:

  • I. Grecia - Cristianismo (auto-conciencia) - Renacimiento
  • II. Reforma - Revolución Francesa - El Terror - Napoleón - El Estado Prusiano actual (1800)

Estas etapas o manifestaciones diversas son el camino hacia la Libertad del Espíritu Absoluto. La cosa en sí que Kant no se había atrevido a ver era el espíritu, es decir, la libertad, la conciencia humana. Se dice pronto. Por algo esta obra, mal leída, o leída a medias, luego prestada, releída, incesante inspiración a lo largo de por lo menos 20 años; superada, negada, afirmada, reafirmada... este libro subsiste como la vida.

La Evolución del Espíritu

La Fenomenología significa descripción de los diversos fenómenos o formas de la conciencia. Del mismo modo que en una "novela de formación" (Bildungsroman), como el Wilhelm Meister de Goethe o El Quijote), el héroe, al principio ingenuo y cándido, a través de una sucesión de aventuras y enseñanzas, va convirtiéndose en lo que ya era, en sí mismo; de forma análoga, el Espíritu va evolucionando hacia una mayor conciencia de sí. Es como un actor que se arranca de la cara sin cesar más y más máscaras.

La Historia como Proceso

Una suerte de camino en espiral es el proceso histórico, un ascenso a lo largo de curvas desde las que se atisban cada vez mayores horizontes. O, por utilizar una tercera comparación: la Historia es semejante a un artista, a un genio que debe viajar y ensayar con diversos estilos y materias hasta encontrarse a sí mismo. Los pueblos tienen su carácter: no es lo mismo el espíritu de los españoles a lo largo de su Historia ("el orgullo inútil") que el espíritu griego. Los pueblos tienen su espíritu (Volkgeist) que debe desplegarse en un ciclo de nacimiento, madurez y decadencia (cfr. Oswald Spengler, La Decadencia de Occidente).

La Teleología de Hegel

Hegel ha sido llamado el "Aristóteles Alemán" (Kant habría sido el Sócrates y Schelling su Platón) (Walter Kaufman, Hegel) y ciertamente recoge del Estagirita la teleología: las cosas sólo muestran su condición cuando pasa el tiempo y maduran; la naturaleza es perfección, la naturaleza es finalidad. La semilla sabremos si era de limonero o de calabaza cuando germine y crezca.

Lo que añade el filósofo romántico a la apacible teleología de Aristóteles -una cosa para cada lugar y un lugar para cada cosa- es la visión del conflicto, la negación, la lucha y la muerte como parte necesaria del proceso histórico. Hegel no ahorra palabras duras para calificar la Historia, nuestro pasado: la evolución del espíritu absoluto desde la democracia de Atenas a "la actualidad" (1808) es un calvario. Basta hojear un periódico o leer los libros: el mundo es un infierno, un via crucis.

La Justificación de la Historia

Pero como la Historia no es sino el escenario donde Dios se va manifestando, todo quedará justificado: todo lo real habrá sido racional. Y todo lo que podía ocurrir habrá ocurrido: todo lo racional será real. Tantas guerras no son más que un "ardid de la razón", un juego del Espíritu para terminar reconciliándose consigo mismo. Hegel es grande, el último creador de un sistema filosófico, tal vez el último filósofo antes de los publicistas Nietzsche, Marx et alii, contesta con un rotundo sí romántico a la vida y al espíritu.

La Filosofía de la Historia

Hegel dijo o pudo decir en uno de sus inextricables librejos llenos de chascarrillos que lo verdadero es el Todo, que "la historia de la filosofía es la filosofía de la historia". Este aforismo hegeliano es casi siempre propuesto a los estudiantes como acertijo. ¿Por qué la historia, la crónica de la sucesión de diversos sistemas filosóficos, es a la vez el sentido de la historia? En la medida en que la conciencia comprenda sus propias exteriorizaciones como exteriorizaciones de la conciencia aprendidas a través de las sucesivas etapas de un conflicto, más cerca nos hallaremos del Paráclito, la Segunda Venida, la realización del Espíritu, el fin del calvario de la historia.

La Sustancia como Sujeto

Lo difícil es considerar a la sustancia como esencialmente sujeto. Esta frase me martillea casi a diario desde que la leí y la copié hace tal vez 20 años. Es fácil considerar a la sustancia, a la realidad esencial como objeto, como estímulo de los sentidos, materia muerta frente a mi alma viva, y es difícil mirarla como creación, libertad, sed de experiencia, movimiento, alma.

Reflexiones Finales

Medito en los últimos modelos de partículas, como la Teoría de Cuerdas, y recuerdo tanto la monadología de Leibniz como el idealismo de Hegel, para quien hasta la materia era una emanación de conciencia y las cargas eléctricas positivo-negativo, la diferenciación sexual masculino-femenino o los cristales, otras tantas manifestaciones o fenómenos del espíritu en su lucha por alcanzar la identidad sobre sí mismas. Siento que hay algo de visionario, de saber absoluto en estas palabras y otras de Hegel.

Por otro lado, Hegel no pretende ser la última y definitiva filosofía (como antes lo habían sido en una especie de sucesión dinástica de "sistemas" Kant, Fichte y Schelling), sino comprenderlas todas y superarlas en esa misma acción de comprender el conflicto. El motor del proceso histórico es el dolor. La Historia es el drama de Dios, no ya hacia la consumación de la Ciudad Eterna, sino algo más laico, más moderno que la utopía de San Agustín: la Historia es el desarrollo del Espíritu a través de periódicas contradicciones. Marx parte de esto para su inversión dialéctica.

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