Explorando la Ética: Sócrates, Felicidad y el Fin Último
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La Actitud Socrática
Se considera a Sócrates como el creador de la ética occidental, ya que planteó las cuestiones fundamentales de la ética y propuso métodos y actitudes para resolverlas. Los filósofos anteriores se ocuparon de investigar el principio del universo, pero este centró su interés en la realización del hombre en sociedad. En el siglo V a.C., Atenas se convirtió en una democracia y, para tener la posibilidad de triunfar en la vida pública, era importante tener una buena educación y elocuencia. Para impartir este tipo de educación surgieron los sofistas. Al principio, Sócrates fue considerado uno de ellos porque era un educador, pero a diferencia de ellos, él no cobraba por enseñar, solo le preocupaba descubrir la verdad sobre las cosas. A Sócrates le debemos un mundo de posibilidades para reflexionar, como:
- La moral es una cuestión de actitudes: la actitud de buscar la verdad sin descanso.
- Buscar la verdad es contraponerse al dogmatismo.
- La verdad está en el corazón y la descubrimos mediante la reflexión y el diálogo.
- Sócrates llama a su método mayéutica (dar a luz la verdad).
- Los conceptos morales descubiertos a través de este método valen para todos los hombres. Se pasa de lo comunitario a lo universal.
- Para ser feliz debemos obrar bien y para ello es necesario aprender a hacerlo. Se identifican sabiduría, virtud y felicidad.
- Es imposible obrar mal a sabiendas. El que conoce la virtud obra según ella y quien obra mal lo hace por ignorancia. A esta posición se la llama intelectualismo moral.
Tres Modelos de Felicidad
La pregunta ¿Qué podría hacer yo para ser feliz? estuvo en el origen de la ética de Grecia. Los filósofos encontraron varias respuestas, lo que demuestra que todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices. Según Aristóteles, las diferencias aparecen en el momento en que intentamos aclarar cómo podemos serlo. Tres respuestas se perfilan en esta época:
- Ser feliz es autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano (eudemonismo).
- Ser feliz es ser autosuficiente, valerse por sí mismo sin depender de nadie.
- Ser feliz es experimentar placer y conseguir evitar el dolor (hedonismo).
Entre el eudemonismo y el hedonismo existe un desacuerdo de fondo. Aristóteles considera que ser feliz es ser hombre en el más pleno sentido de la palabra. Por eso, si hay una actividad que nos distingue como hombres, ser feliz consistirá en ejercerla. Por el contrario, Epicuro se pregunta qué es lo que mueve a los hombres a obrar, ya que la felicidad consistirá en conseguirlo. Según él, el placer es lo que los mueve. Los hedonistas creen que la felicidad consiste en el placer y los eudemonistas, que consiste en la autorrealización, que unas veces proporciona placer y otras no, porque el placer se identifica como una satisfacción sensible y las acciones que nos realizan no siempre proporcionan una satisfacción sensible.
La Felicidad es el Fin Último Natural
El pensamiento griego no podía aceptar la idea de que una serie de elementos subordinados fuera infinita entre sí. Por eso, Aristóteles insistía en que si todas las actividades humanas se realizan por un fin, que a su vez se supedita a otros, los fines serán medios para un fin último, que da razón de los demás. El fin último es la felicidad (eudaimonia) y todos lo llaman así, porque mientras que muchas preguntas tienen su respuesta en ‘’para ser felices’’, carece de sentido preguntar ‘’felicidad, ¿para qué?’’. Cada uno la cifra de una manera, por eso es preciso trazar los rasgos que ha de tener una actividad para que la identifiquemos con la felicidad y después buscar cuál de nuestras actividades tiene esos rasgos. La felicidad será:
- Un bien perfecto, que se busca por sí mismo y no por otro superior a él.
- Un bien suficiente por sí mismo, de manera que quien lo posee no desea otra cosa.
- El bien que se consigue con el ejercicio de la actividad más propia del ser humano, según la virtud más excelente.
- El bien que se consigue con una actividad continua.
Para aclarar las dos últimas características, Aristóteles intentará justificar cuál es la función más propia del ser humano, y distinguir entre las acciones que tienen el fin en sí mismas y las que se realizan por un fin externo a ellas.