Explorando el Arte del Cambio de Siglo: Impresionismo, Posimpresionismo, Simbolismo y Maestros como Goya y Gaudí
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El Arte en el Cambio de Siglo
Durante las últimas décadas del siglo XIX, el Impresionismo y la audacia de numerosos artistas que siguieron su estela sentaron las bases de la revolución artística de principios del siglo XX. Para ello, exploraron el lenguaje pictórico (luz, color, forma, pincelada, etc.) más allá de los objetos representados.
Impresionismo
El Impresionismo apareció en el último tercio del siglo XIX. Fue un movimiento esencialmente pictórico, que tuvo como principal voluntad la representación de los efectos cambiantes de la luz sobre los objetos. De esta forma, los pintores impresionistas subordinaron la forma al color.
Auguste RENOIR: La Grenouillère, 1868.
Para poder captar esta sensación, los artistas debían observar la realidad en directo, por lo que el trabajo al aire libre fue imprescindible. Igualmente, los impresionistas utilizaron una técnica de pinceladas sueltas y rápidas, yuxtaponiendo los colores de tal manera que, a una cierta distancia, se fundieran en la retina del espectador. El objetivo no era pintar lo que veía el artista, sino reflejar cómo lo veía.
Francia fue la cuna de este nuevo estilo, cuyos representantes fueron Édouard Manet, Claude Monet, Auguste Renoir y Alfred Sisley.
Posimpresionismo
A mediados de la década de 1880, una serie de artistas mostraron un alejamiento de los planteamientos impresionistas y exploraron otras vías como la geometría, el color, la línea y la expresividad. Todas estas propuestas pictóricas individuales se agruparon bajo el nombre de Posimpresionismo.
Entre los pintores posimpresionistas más destacados se encuentran Edgar Degas, Georges Seurat, Paul Cézanne, Vincent van Gogh, Henri Toulouse-Lautrec y Paul Gauguin.
Simbolismo
En paralelo al Posimpresionismo, surgió el Simbolismo, un movimiento caracterizado por la representación de temas bíblicos y mitológicos, impregnados de elementos que evocan el mundo de los sueños. La mujer fue un personaje recurrente representada tanto como un ser angelical como un ser maligno.
Los máximos representantes son los franceses Pierre Puvis de Chavannes y Henri Rousseau.
Francisco de Goya
Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, provincia de Zaragoza, 30 de marzo de 1746-Burdeos, Francia, 16 de abril de 1828) fue un pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la pintura contemporánea, y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX.
Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del barroco tardío y las estampas devotas, viaja a Italia en 1770, donde traba contacto con el incipiente neoclasicismo, que adopta cuando marcha a Madrid a mediados de esa década, junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía Mengs, y el pintor español más reputado era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya.
Una grave enfermedad que le aqueja en 1793 le lleva a acercarse a una pintura más creativa y original, que expresa temáticas menos amables que los modelos que había pintado para la decoración de los palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata, a los que él mismo denomina de capricho e invención, inician la fase madura de la obra del artista y la transición hacia la estética romántica.
Además, su obra refleja el convulso periodo histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia, de la que la serie de estampas de Los desastres de la guerra es casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición.
Gran popularidad tiene su Maja desnuda, en parte favorecida por la polémica generada en torno a la identidad de la bella retratada. De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el camino hacia el nuevo arte burgués. Al final del conflicto hispano-francés pinta dos grandes cuadros a propósito de los sucesos del levantamiento del dos de mayo de 1808, que sientan un precedente tanto estético como temático para el cuadro de historia, que no solo comenta sucesos próximos a la realidad que vive el artista, sino que alcanza un mensaje universal.
Pero su obra culminante es la serie de pinturas al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de campo (la Quinta del Sordo), las Pinturas negras. En ellas Goya anticipa la pintura contemporánea y los variados movimientos de vanguardia que marcarían el siglo XX.
Antoni Gaudí
Antoni Gaudí i Cornet (Reus o Riudoms, 25 de junio de 1852 – Barcelona, 10 de junio de 1926) fue un arquitecto español, máximo representante del modernismo catalán.
Gaudí fue un arquitecto con un sentido innato de la geometría y el volumen, así como una gran capacidad imaginativa que le permitía proyectar mentalmente la mayoría de sus obras antes de pasarlas a planos. De hecho, pocas veces realizaba planos detallados de sus obras; prefería recrearlos sobre maquetas tridimensionales, moldeando todos los detalles según los iba ideando mentalmente. En otras ocasiones, iba improvisando sobre la marcha, dando instrucciones a sus colaboradores sobre lo que tenían que hacer.
Dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa, Gaudí concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como las funcionales y decorativas. Estudiaba hasta el más mínimo detalle de sus creaciones, integrando en la arquitectura toda una serie de trabajos artesanales que dominaba él mismo a la perfección: cerámica, vidriería, forja de hierro, carpintería, etc. Asimismo, introdujo nuevas técnicas en el tratamiento de los materiales, como su famoso “trencadís” hecho con piezas de cerámica de desecho.
Después de unos inicios influenciados por el arte neogótico, así como ciertas tendencias orientalizantes, Gaudí desembocó en el modernismo en su época de mayor efervescencia, entre finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, el arquitecto reusense fue más allá del modernismo ortodoxo, creando un estilo personal basado en la observación de la naturaleza, fruto del cual fue su utilización de formas geométricas regladas, como el paraboloide hiperbólico, el hiperboloide, el helicoide y el conoide.
La arquitectura de Gaudí está marcada por un fuerte sello personal, caracterizado por la búsqueda de nuevas soluciones estructurales, que logró después de toda una vida dedicada al análisis de la estructura óptima del edificio, integrado en su entorno y siendo una síntesis de todas las artes y oficios. Mediante el estudio y la práctica de nuevas y originales soluciones, la obra de Gaudí culminará en un estilo orgánico, inspirado en la naturaleza, pero sin perder la experiencia aportada por estilos anteriores, generando una obra arquitectónica que es una simbiosis perfecta de la tradición y la innovación. Asimismo, toda su obra está marcada por las que fueron sus cuatro grandes pasiones en la vida: la arquitectura, la naturaleza, la religión y el amor a Cataluña.
La obra de Gaudí ha alcanzado con el transcurso del tiempo una amplia difusión internacional, siendo innumerables los estudios dedicados a su forma de entender la arquitectura. Hoy día es admirado tanto por profesionales como por el público en general: la Sagrada Familia es actualmente uno de los monumentos más visitados de España. Entre 1984 y 2005 siete de sus obras han sido consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.