Explorando la Antipsiquiatría: Críticas, Conceptos y Figuras Clave
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Antipsiquiatría: Un Movimiento Contracultural en la Salud Mental
La antipsiquiatría es un concepto, acuñado originalmente por David Cooper, que se utiliza para designar a diferentes enfoques y doctrinas político-sociales en el área de la salud mental que tienen en común ser detractoras de la psiquiatría. El amplio espectro de enfoques que hoy engloba va desde la crítica en diferentes grados, dirigida a aspectos específicos, hasta el abierto y completo rechazo del modelo, la teoría y la práctica psiquiátrica convencional. La crítica apunta a la psiquiatría como ciencia, como área de la medicina y como sistema asistencial para las personas que sufren dolencias mentales.
La antipsiquiatría nació como una lucha dentro de las instituciones, frente a la represión y la violencia que existía dentro de los manicomios. De todas las especialidades de la medicina, la psiquiatría es la única que ha concitado la formación de un movimiento crítico muy estable. Por tener ya casi dos siglos de historia y reunir a autores de diversas disciplinas (medicina, psicología, pedagogía, antropología, sociología y hasta el psicoanálisis), la antipsiquiatría tiene un carácter de movimiento contracultural.
Principales Críticas a la Psiquiatría
Básicamente, se cuestiona que la psiquiatría use herramientas y conceptos médicos inadecuados, «medicalizando» problemas que son de índole social; que trate a los pacientes contra su voluntad, siendo demasiado dominante en comparación con otros enfoques; que esté comprometida por nexos económicos con las compañías farmacéuticas; y que utilice sistemas categoriales de diagnóstico que estigmatizan a las personas, entre ellos el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), o la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). Estas estigmatizaciones diagnósticas son rechazadas no solo por muchos «pacientes», que las ven lesivas para la propia estima e identidad, sino también por profesionales del área de la salud mental, aunque no todos ellos adhieran necesariamente a la antipsiquiatría.
El enfoque cuestiona fuertemente los términos de «enfermedad mental», «trastornos psicológicos» o «esquizofrenia», debido a que, según se plantea, catalogan y encasillan a las personas en el diagnóstico que se les otorgó y, en consecuencia, los diagnosticados tenderían a comportarse de acuerdo a esa descripción.
Para la psiquiatría, muchas enfermedades mentales, como la esquizofrenia, son incurables y solo se pueden controlar, aliviando algunos de sus síntomas, mediante la administración de medicamentos. Por el contrario, la antipsiquiatría critica radicalmente el concepto de «enfermedad mental» y sí pretende una «sanación» (en el sentido de una liberación de los síntomas y manifestaciones que bajo este concepto describe la semiología psiquiátrica) y, para ello, propone alternativamente una forma de terapia radical, de carácter psicosocial.
Este enfoque postulaba poner en el centro de todo el respeto de los derechos de los pacientes psiquiátricos, quienes debían ser vistos en primer término como personas y no únicamente como portadores de una mente enferma. El principal exponente y líder de este movimiento es el psiquiatra italiano Franco Basaglia.
El punto básico del enfoque antipsiquiátrico es el cuestionamiento de los diagnósticos y de las evaluaciones realizadas por los médicos y psiquiatras. Se plantea que el establecer un diagnóstico psiquiátrico implica etiquetar no solo un comportamiento determinado, sino a la persona en su conjunto, asignándole en la sociedad el papel de la etiqueta, por lo que todos quienes la rodean se comportan de acuerdo al papel que el médico le asignó. Por este motivo, la antipsiquiatría rechaza la postura del modelo médico y las teorías psiquiátricas enfocadas hacia las enfermedades mentales, ya que estas verían a la persona como una mente enferma antes de verla como persona. Laing y Cooper señalan que su principal interés es intervenir con la persona diagnosticada como esquizofrénica mediante un tratamiento particular llamado psicoterapia radical, y enfatizan que las causas del estado mental se encuentran principalmente en las condiciones de la estructura de los vínculos familiares. En este contexto, se postuló que la esquizofrenia podía entenderse como una lesión en el yo interno infligida por padres demasiado intrusivos psicológicamente («esquizógenos»).
La antipsiquiatría cuestionó el pesimismo psiquiátrico sobre los catalogados de enfermos mentales. Los pacientes de salud mental demandaban que podían curarse completamente y anhelaban empoderamiento en la propia vida. Se idearon esquemas para combatir el estigma y la discriminación; para ayudar a la gente con problemas mentales a actuar en la sociedad y a involucrarse en servicios de pacientes de salud mental. En general, los críticos no increpan la noción de que algunas personas tengan problemas emocionales o psicológicos, o que la psicoterapia no sirva. En lo que están en desacuerdo con la psiquiatría es sobre el origen de estos problemas; en la corrección de caracterizarlos como «enfermedad»; y sobre las opciones existentes para manejarlos. Por ejemplo, una preocupación primaria de la antipsiquiatría es que el grado de adherencia de un individuo a la comunidad, o a los valores mantenidos por la mayoría, puede ser usado para determinar el nivel de salud mental de la persona. Usando esta lógica, arguyen los críticos, en un desplante colectivo de violencia, como un linchamiento público, la persona que se abstiene a la violencia puede ser diagnosticada de «enfermo mental» y, consecuentemente, ser «tratada».
Existen importantes críticas en lo que respecta a la validez de los diagnósticos en psiquiatría. El propio DSM-IV-TR entiende que diferentes trastornos pueden ser aplicados a una misma persona, de modo que los trastornos son categorías no excluyentes. De hecho, este fenómeno es muy frecuente en psiquiatría (comorbilidad).
Eutanasia: Conceptos y Controversias
La eutanasia, a veces llamada asesinato por compasión, se refiere a la acción que se toma deliberadamente para acabar con una vida, con la finalidad de concluir el sufrimiento o permitir que un enfermo terminal muera con dignidad. Se distingue entre eutanasia activa, que implica una acción directa para terminar con la vida, y eutanasia pasiva, que consiste en retirar o descontinuar deliberadamente el tratamiento que puede prolongar la vida de un enfermo terminal, como medicamentos, sistemas de soporte de vida o tubos de alimentación. La eutanasia activa, por lo general, es ilegal; la eutanasia pasiva, en algunas circunstancias y en ciertos lugares, no lo es. Recientemente, el suicidio asistido, en el que un médico o alguien más ayuda a morir a una persona, se ha convertido en un tema controvertido. Todas estas son formas de lo que a veces se llama ayuda para morir o muerte acelerada, pero sus implicaciones morales y éticas pueden diferir, e incluso sus definiciones con frecuencia son debatidas.
Los conflictos para acelerar la muerte serán más apremiantes conforme la población envejezca. En los años por venir, tanto las cortes como el público serán forzados a aceptar tales problemas conforme un número creciente de personas reclame un derecho para morir con dignidad y con ayuda.
Modificaciones al Código Penal: Femicidio
I. Femicidio
Antes de la entrada en vigencia de la ley, si el o la cónyuge o conviviente, conociendo las relaciones que los ligaban, eran los autores del homicidio de su pareja, se les sancionaba como autores de parricidio.
Con la ley 20.480, si la víctima del delito es o ha sido el o la cónyuge o conviviente de su autor, el delito tendrá el nombre de femicidio, teniendo la misma sanción que la del parricida, que va de 15 años y un día a presidio perpetuo calificado.
El Construccionismo Social: Una Perspectiva Alternativa
¿Qué propone el construccionismo social?
No existe una única definición de construccionismo social. Esto se debe a que, a pesar de que distintos escritores puedan compartir algunas características con otros, no hay realmente algo que todos tengan en común. En cambio, podemos agrupar flexiblemente bajo este término a cualquier enfoque que tenga como base alguno de estos supuestos clave:
- Una postura crítica respecto del conocimiento del supuesto: El construccionismo social nos advierte que debemos desconfiar de nuestros supuestos acerca de lo que el mundo parece ser. Las categorías mediante las cuales los seres humanos aprehendemos el mundo no necesariamente se refieren a divisiones reales o naturales (hombres/mujeres vs. altos/bajos).
- Especificidad histórica y cultural: Las formas en que habitualmente comprendemos el mundo, las categorías y conceptos que usamos, son histórica y culturalmente específicos; dependen de dónde uno vive y en qué época. Todas las formas de comprensión son relativas a una cultura y a un momento de la historia, por lo que son consideradas como productos de esa cultura e historia, y dependen de los acuerdos sociales y económicos prevalecientes en esa cultura y en ese momento histórico.
- El conocimiento se sustenta en procesos sociales: El construccionismo supone que las personas construyen el conocimiento a través de las interacciones cotidianas entre personas, en el transcurso de la vida social, y especialmente en el lenguaje.
- El conocimiento y la acción social van de la mano: Podemos hablar de numerosas y posibles “construcciones sociales” del mundo; y cada una de ellas trae consigo o invita al hombre a un diferente tipo de acción. Las descripciones o construcciones del mundo sostienen, por lo tanto, algunos patrones de acción social y excluyen otros.
¿En qué se diferencia el construccionismo social de la psicología tradicional?
Los cuatro principios del construccionismo contienen determinadas características que contrastan totalmente con la versión más tradicional de la psicología y de la psicología social:
- Antiesencialismo
- Antirrealismo: Niega que nuestro conocimiento sea producto de una percepción directa de la realidad. Podríamos decir, incluso, que construimos nuestras propias versiones de la realidad (como cultura o sociedad) entre nosotros. No hay hechos objetivos.
- Especificidad histórica y cultural del conocimiento
- El lenguaje como condición previa al conocimiento: Nacemos en un mundo donde las categorías y marcos conceptuales existen ya, y estos son adquiridos por todos a medida que desarrollan el lenguaje; o sea que el modo en que la gente piensa es, así, provisto por el lenguaje.
- El lenguaje como forma de acción social: Cuando las personas hablan entre sí, el mundo se construye; por lo tanto, nuestro uso del lenguaje puede ser pensado como una forma de acción (rol preformativo). La psicología tradicional lo considera vehículo pasivo de pensamiento.
- El énfasis puesto en la interacción y en las prácticas sociales: La psicología tradicional busca explicaciones de los fenómenos sociales dentro de la persona; en contra del construccionismo, que considera que el enfoque de las investigaciones debe dirigirse hacia las prácticas sociales y las interacciones humanas.
Referencias
- Papalia, D. E. y S. W. Olds (1988). Psicología del Desarrollo. Desarrollo psicosocial en la edad adulta temprana.
- Asociación Americana de Psiquiatría (APA). (2002). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM IV TR. Barcelona: Masson.