Explorando el Año Litúrgico, el Nuevo Testamento, los Apóstoles y las Primeras Comunidades Cristianas

Año Litúrgico

El Año Litúrgico se compone de los siguientes tiempos:

• Adviento: Cuatro semanas antes de la Navidad, tiempo de preparación para esta. Finaliza el 25 de diciembre.
• Navidad: Tiempo en que nace Jesús. Finaliza con la Epifanía del Señor, el 6 de enero.
• Tiempo Ordinario I: Intermedio entre el nacimiento de Jesús y el Miércoles de Ceniza.
• Cuaresma: Período de preparación para la Pascua, cuarenta días que recuerdan los que Jesús pasó en el desierto.
• Pascua: Comienza con la Semana Santa, en el Domingo de Ramos. Dura cincuenta días, que recuerdan los que Jesús pasó con los apóstoles. Termina con Pentecostés.
• Tiempo Ordinario II: El tiempo más largo, dura entre veinte y veintinueve semanas. Termina con la fiesta de Cristo Rey.

El Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento consta de 27 libros, que se dividen en:

• Evangelios (4): Cuentan la vida de Jesús. Los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) comparten un punto de vista similar, mientras que el Evangelio de Juan es diferente.
• Hechos de los Apóstoles (1): Escrito por Lucas, narra la vida de las primeras comunidades cristianas. Es una fuente de información importante para conocer los primeros tiempos de la Iglesia, poniendo de manifiesto la acción del Espíritu Santo y cómo fructifica la Palabra en lugares lejanos.
• Cartas Paulinas (14): Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos. Son escritos circunstanciales, dirigidos a comunidades o personas específicas.
• Cartas Católicas (7): Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan, Judas. Son homilías en forma epistolar, de destinación universal, que tratan cuestiones generales.
• Apocalipsis: Escrito por Juan. Busca reavivar la fe y la esperanza de los cristianos perseguidos. Su sentido profundo es anunciar el triunfo de Dios sobre todos los poderes que se oponen al designio salvífico y recordar las promesas hechas a la Iglesia.

Los Apóstoles

La palabra apóstol proviene del griego apostolos, que significa 'enviado en nombre de'. Eran doce, en representación de las doce tribus de Israel. Pablo no formaba parte de los doce originales, pero Jesús lo llamó directamente tras su ascensión, convirtiéndose en un pilar clave.

Los apóstoles eran hombres normales y corrientes, pero bendecidos y escogidos. Dios nos muestra lo que puede hacer a través de la entrega a Él, haciéndonos especiales por el Espíritu Santo.

Características de los Apóstoles

• Pedro: Fe
• Juan (hijo de Zebedeo y hermano de Jacobo): Amor o caridad
• Jacobo o Santiago (hijo de Zebedeo): Piedad o benignidad
• Andrés: Afecto fraternal
• Felipe: Paciencia
• Bartolomé: Paz
• Mateo: Virtud
• Tomás: Bondad
• Santiago (hijo de Alfeo): Mansedumbre
• Simón el Cananista: Dominio propio o templanza
• Judas Tadeo: Gozo
• Pablo: Conocimiento

Las Primeras Comunidades Cristianas

Las primeras comunidades cristianas se caracterizaban por:

• Vivir la presencia del Señor resucitado.
• Reunirse y celebrar la Eucaristía.
• Tener una gran vitalidad e iniciativa.
• Sentirse impulsadas por el Espíritu Santo.
• Buscar los primeros puestos, servir y compartir sus bienes.
• Crear bandos y divisiones.
• Orar y escuchar la Palabra.
• Admitir el pluralismo y ser flexibles en su organización.
• Juzgar a los demás.
• Superar las dificultades dejándose guiar por el Espíritu Santo.
• Tener problemas y tensiones.
• Ser valientes para dar testimonio de Jesús ante las autoridades.

Pablo de Tarso

Pablo era un ciudadano romano de familia judía de la tribu de Benjamín. Su nombre original era Saulo. Nació en Tarso de Cilicia (actual Turquía) entre los años 5 y 10 d.C.

Inicialmente, era enemigo de los cristianos, creyendo que el cristianismo era una amenaza para el judaísmo y que debía ser eliminado y sus seguidores castigados. Sin embargo, su encuentro con Dios marcó su conversión, haciéndole cambiar de opinión y seguir a los cristianos, escuchando y predicando la Palabra.

Sus cartas estaban dirigidas a las comunidades de gentiles y paganos convertidos, guiándolos en la fe y enseñándoles sobre ética y doctrina. Estas cartas son consideradas Palabra de Dios y Pablo es una figura importante en la Iglesia.