Exploración de Sonetos del Siglo de Oro: Temas, Autores y Análisis

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Análisis de Sonetos del Siglo de Oro Español

Como de duro entalle una figura - Gutierre de Cetina

Como de duro entalle una figura. El autor de este poema es Gutierre de Cetina, un poeta renacentista español que, influenciado por Petrarca y la poesía italiana, cultivó el soneto y otras formas líricas en las que exploró temas de amor, belleza y naturaleza. Este poema es un soneto, compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto, Cetina emplea una metáfora que compara la facilidad con la que una figura bien esculpida se imprime en cera con la manera en que la belleza de la amada se ha impreso en su alma. La cera, material dúctil y moldeable, representa la receptividad del alma del poeta, mientras que el "duro entalle" sugiere un trabajo meticuloso y preciso, resaltando la permanencia y la perfección de la imagen de la amada. En el segundo cuarteto, el autor profundiza en la idea de que el Amor (con mayúscula, personificado) ha esculpido la imagen de la amada en su alma tal y como ella es. Esta imagen permanece inalterada y única porque el alma del poeta no se preocupa por ninguna otra belleza. La palabra "esculpido" enfatiza la durabilidad y la profundidad de esta impresión, comparándola con una obra de arte que no se desvanece con el tiempo. El primer terceto presenta la idea de que el cuerpo del poeta aspira a reflejar la perfección del alma, la cual está completamente dedicada a la amada. No hay parte del cuerpo del poeta que no esté influenciada por la imagen de la amada, subrayando la total absorción del yo físico y espiritual en su amor. Y en el segundo terceto Cetina concluye con una poderosa imagen de una sala de espejos, donde cada espejo refleja la misma imagen, reiterando la omnipresencia y la inalterabilidad de la belleza de la amada en el alma del poeta. Esta imagen final subraya la idea de que, sin importar dónde mire el poeta, siempre verá reflejada a su amada, indicando la profundidad de su amor y devoción.

Tu gracia, tu valor, tu hermosura - Diego Hurtado de Mendoza

Tu gracia, tu valor, tu hermosura. El autor de este soneto es Diego Hurtado de Mendoza. El poema comienza con la exaltación de las cualidades de la amada: su gracia, valor y hermosura. Hurtado sitúa estas cualidades en un ámbito celestial, "muestra de todo el cielo retirada", sugiriendo que su perfección es sobrehumana ("sobre natura"). La hipérbole y la alusión a la imposibilidad de verla o pintarla en su totalidad refuerzan la idea de una belleza divina, inaccesible para los sentidos y las artes humanas. En el segundo cuarteto, el poeta introduce la idea de que, aunque la perfección de la amada es sobrehumana, él lleva una imagen de ella en su alma, "en humana forma abreviada". Esta imagen, estampada por el amor, es tan perfecta que el poeta se siente capaz de recrearla en una pintura. La metáfora de la "pintura" sugiere una obra de arte interna, esculpida en su alma por el sentimiento amoroso. En el primer terceto, Cetina explica sus motivaciones, negando que sean la soberbia, la vanidad o el deseo de hacer públicos sus sufrimientos amorosos. Tampoco es un intento de ver a la amada más veces que en la realidad. Estas negaciones subrayan la pureza y desinterés de sus intenciones, alejando cualquier sospecha de motivaciones egoístas o superficiales. Finalmente, en el último terceto, el poeta revela que su verdadero deseo es experimentar la gloria de la amada tanto con los ojos del cuerpo como con los del alma y el deseo. Esta dualidad entre lo físico y lo espiritual refleja el ideal renacentista de la unión armoniosa de ambos mundos. La "gloria" se refiere a la dicha y el gozo supremos que la visión de la amada le proporciona, destacando la importancia de la experiencia sensorial como complemento de la experiencia espiritual.

A Dafne ya los brazos le crecían - Garcilaso de la Vega

A Dafne ya los brazos le crecían. Es el soneto XIII de Garcilaso de la Vega donde se recrea el mito de Dafne y Apolo, tomando como base las transformaciones corporales de la ninfa en un laurel para escapar del dios. El poema inicia con la transformación de Dafne, cuyos brazos se alargan y se convierten en ramas. Sus cabellos, que antes eran dorados, se vuelven hojas verdes. Garcilaso usa un lenguaje visual y dinámico para describir esta metamorfosis, creando una imagen vívida y poética. Los versos destacan el contraste entre la belleza humana de Dafne y su nueva forma vegetal, subrayando el cambio radical y la pérdida de su anterior estado. En el segundo cuarteto, la descripción continúa con los "tiernos miembros" de Dafne, ahora cubiertos de áspera corteza. Sus pies, antes blancos y delicados, se hunden en la tierra y se transforman en raíces. El uso del término "bullendo" sugiere una vitalidad todavía presente en su cuerpo durante la transformación, aumentando la sensación de cambio doloroso y violento. La imagen de la corteza áspera contrasta con la ternura de sus miembros humanos, acentuando la brutalidad de la metamorfosis. En el primer terceto, se menciona a Apolo, el causante de la transformación de Dafne. Su dolor y arrepentimiento son tan grandes que sus lágrimas hacen crecer el árbol en el que Dafne se ha convertido. Esta imagen de Apolo regando el árbol con sus lágrimas simboliza la paradoja del sufrimiento y el amor: el llanto del dios, causado por la pérdida, alimenta y perpetúa el objeto de su dolor. El poema concluye con una reflexión sobre la miseria y el dolor de Apolo. La ironía trágica es evidente: su amor y su llanto solo aumentan su sufrimiento, ya que con cada lágrima que derrama, el árbol crece y se convierte en un recordatorio constante de su pérdida. Garcilaso expresa aquí una profunda melancolía, subrayando la futilidad del dolor de Apolo y la inevitable perpetuación de su sufrimiento.

Oh, dulces prendas - Garcilaso de la Vega

Oh, dulces prendas. Es el soneto X de Garcilaso de la Vega, donde realiza una profunda meditación sobre el amor, el dolor y la memoria. El poema comienza con una exclamación que destaca la contradicción entre la dulzura de los recuerdos y el malestar que causan. Las "dulces prendas" son símbolos de momentos felices pasados que, en la actualidad, el poeta lamenta haber encontrado ("por mí mal halladas"). Estos recuerdos, antes alegres, ahora se asocian con la tristeza y están presentes en la memoria del poeta, influyendo en su sufrimiento hasta el punto de estar "conjuradas" con su muerte. La palabra "conjuradas" sugiere una especie de conspiración de los recuerdos contra el bienestar del poeta. En el segundo cuarteto, Garcilaso expresa su incredulidad ante la transformación de los recuerdos. En el pasado, durante las "horas que en tanto bien por vos me vía", nunca habría imaginado que esos mismos recuerdos se volverían tan dolorosos. Este contraste entre el pasado feliz y el presente doloroso resalta la ironía trágica del amor y el paso del tiempo. La pregunta retórica "¿Quién me dijera?" enfatiza la sorpresa y el desconcierto del poeta ante el cambio de sus circunstancias emocionales. El primer terceto aborda directamente la injusticia percibida por el poeta. En un solo momento ("una hora"), perdió todo el bien que le fue otorgado a lo largo del tiempo. Ahora, pide que también se le quite de una vez el mal que le dejaron esos recuerdos. Esta petición de que el dolor sea eliminado de manera igualmente abrupta refleja la desesperación del poeta y su deseo de liberarse del sufrimiento continuo. El poema concluye con una expresión de sospecha y resignación. Si el dolor no se alivia, el poeta sospechará que esos momentos felices le fueron dados intencionalmente para que su sufrimiento futuro fuera mayor. La frase "verme morir entre memorias tristes" encapsula la tragedia del soneto: la idea de que los recuerdos felices se han convertido en una carga insoportable que podría llevarlo a la muerte.

En tanto que de rosa y d’azucena - Garcilaso de la Vega

En tanto que de rosa y d’azucena. Es el soneto XXIII de Garcilaso de la Vega. Este inicia el soneto con una descripción de la belleza de la amada, utilizando las flores como metáforas. La "rosa" y la "azucena" representan los colores de su rostro: la rosa simboliza el rubor y la pasión, mientras que la azucena evoca la pureza y la blancura. El poeta también elogia la mirada de la amada, describiéndola como "ardiente, honesto," lo cual sugiere una combinación de pasión y virtud. Esta mirada es capaz de "serenar la tempestad" con su claridad, una metáfora que indica su poder para calmar y traer paz. El segundo cuarteto continúa con la descripción física, enfocándose en el cabello dorado de la amada, comparado con oro de la más alta calidad ("en la vena del oro se escogió"). Este cabello es agitado y esparcido por el viento, destacando tanto su belleza como su movimiento natural y libre. La referencia al "cuello blanco, enhiesto" resalta la gracia y la elegancia de la amada, mientras que el viento que "mueve, esparce y desordena" introduce una nota de transitoriedad y cambio. En el primer terceto, Garcilaso introduce el consejo central del poema: aprovechar la juventud ("alegre primavera") antes de que el tiempo la arruine. La metáfora de "coger el dulce fruto" se refiere a disfrutar y aprovechar las oportunidades y bellezas de la vida antes de que el "tiempo airado" (el paso del tiempo) traiga la vejez, simbolizada por la "nieve" que cubre "la hermosa cumbre". Aquí, la nieve es una imagen de los cabellos blancos de la vejez, contrastando con la vitalidad de la primavera. El segundo terceto refuerza el mensaje del Carpe Diem. El "viento helado" es una metáfora de las adversidades y el inevitable paso del tiempo que marchitarán la rosa (la juventud y belleza). La "edad ligera" se refiere a la rapidez con la que pasa el tiempo, que cambia todo "por no hacer mudanza en su costumbre", es decir, porque es su naturaleza cambiar y transformar todo. Garcilaso subraya la inevitabilidad de la transformación y el envejecimiento.

Con ansia estrema - Garcilaso de la Vega

Con ansia estrema. Es el soneto XXII de Garcilaso. El autor inicia el soneto con una expresión de deseo intenso ("ansia estrema") por conocer el interior del ser amado. Este anhelo se centra en el "pecho escondido", una metáfora del corazón o del alma, donde se oculta la verdadera esencia. El poeta quiere averiguar si la apariencia exterior ("lo de fuera") coincide con la esencia interna ("lo de dentro") tanto en apariencia como en realidad ("en apariencia y ser igual conviene"). Finalmente, en el segundo cuarteto, Garcilaso describe el esfuerzo por mirar dentro del ser amado, pero se enfrenta a una barrera: la hermosura exterior. Este "duro encuentro" con la belleza externa impide a sus ojos penetrar más allá de la superficie y ver lo que contiene el alma. La belleza exterior actúa como un obstáculo que detiene la mirada del poeta, impidiendo el acceso a la verdadera esencia del ser amado.

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