Exploración del Ser Humano: Perspectivas Biológica, Cultural y Filosófica

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ANTROPOLOGÍA

¿Qué es el ser humano?

A la pregunta ¿Qué es el ser humano? podemos responder de 3 maneras:

  • Un ser vivo, una especie animal.
  • Un ser social y cultural.
  • Otra dimensión no física.

De aquí surgen las ideas de psiquismo (mente) y alma en contraposición al cuerpo. De aquí que podamos dividir la antropología en tres tipos: biológica, cultural y filosófica. Nuestra personalidad está formada por nuestro temperamento (innato) y nuestro carácter (adquirido). Esto hace que debamos plantearnos qué diferencian los rasgos biológicos y culturales.

ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA

Los seres humanos realizamos las funciones vitales y nuestro organismo está constituido por las mismas moléculas que forman a los demás seres vivos. Estamos formados por células y nuestra información genética está codificada en nuestro ADN. Los seres humanos somos individuos de la especie Homo sapiens, de la familia de los homínidos el orden de los primates. Al orden primates también pertenecen los chimpancés, los bonobos, los gorilas, los orangutanes...

La explicación tradicional del origen del mundo y del ser humano: fijismo y creacionismo

La teoría del fijismo afirma que los seres vivos siempre han sido permanentes y fijos en el tiempo y, por ello, siempre se han mantenido iguales, transmitiendo fielmente sus características de generación en generación. Esta idea era defendida por Aristóteles y concuerda a primera vista con nuestra experiencia: no observamos a lo largo de nuestra vida cambios significativos en las especies.

El fijismo combinado con el relato de la Creación da lugar al creacionismo. Según esta teoría, las especies vivas fueron creadas de la nada por Dios al comienzo de los tiempos para dar lugar al mundo. Desde entonces, permanecen vivas e inalterables.

Evolucionismo y teorías evolutivas

Al estudiar fósiles de seres vivos muy antiguos comprobamos que las especies cambian con el tiempo, aunque estos cambios son lentos. De ello surge el evolucionismo. La teoría de la evolución causó mucha controversia ya que cuestionaba las creencias religiosas. Las teorías evolutivas más importantes de la historia son:

El lamarckismo. Jean Lamarck (1744-1829) explicó las transformaciones de las especies vivas mediante las 2 siguientes leyes:

  1. El uso frecuente y repetido de un órgano produce cambios en su estructura, es decir, «la función hace al órgano».
  2. Las modificaciones de un órgano se transmiten de generación en generación.

Lamarck ejemplificó su teoría con el caso de las jirafas. Según Lamarck, la escasez de alimento en su medio natural hizo que las jirafas tuvieran que realizar un gran esfuerzo para alargar el cuello. No obstante, se ha demostrado que los caracteres adquiridos no son hereditarios.

La teoría de Darwin-Wallace. Se basa en dos ideas principales:

  1. La variabilidad de la descendencia y la deriva genética. Aunque las características básicas de una especie se transmiten de generación en generación, existen pequeñas variaciones entre los individuos. Por eso no todos los hijos son idénticos entre sí, y por eso tampoco son exactamente iguales a sus padres.
  2. Selección natural. Algunas de esas pequeñas modificaciones pueden ser beneficiosas, mientras que otras pueden resultar perjudiciales. Los seres vivos que estén mejor adaptados (que tengan características más favorables) tendrán más probabilidades de sobrevivir y reproducirse. Estos individuos tendrán más éxito reproductivo y podrán transmitir sus rasgos a su descendencia. De esta manera esos rasgos adaptativos se manifestarán en las generaciones sucesivas, pero, los rasgos desfavorables desaparecerán porque los individuos peor adaptados tendrán más dificultades para sobrevivir y reproducirse.

No obstante, esta teoría no podía aclarar el mecanismo de herencia que permite a los padres transmitir sus rasgos a los hijos y no consigue explicar la causa de la variabilidad genética.

La teoría sintética de la evolución. Las leyes de Gregor Mendel (1822-1884) sobre la herencia y el posterior descubrimiento del ADN permitieron aclarar cómo se transmiten los rasgos de generación en generación. Estos conocimientos fueron integrados por Hugo de Vries y Thomas Morgan en 1904 a la teoría darwinista. En 1932 Theodosius Dobzhansky reformuló esta teoría. La actual teoría sintética de la evolución o neodarwinismo integra las aportaciones del darwinismo y los descubrimientos de la genética. Hoy sabemos que la información sobre las características de un ser vivo está codificada en el ADN de sus células. El ADN se transmite de una generación a otra. Sin embargo, no todos los descendientes son exactamente iguales, debido tanto a las diversas combinaciones de los genes de los progenitores como a mutaciones en el ADN.

El proceso de hominización

La especie Homo sapiens surgió a partir de otras especies de homínidos hace 200 000 años. La hominización hace referencia al proceso de evolución biológica mediante el cual surgió nuestra especie.

Los homínidos experimentaron una evolución biológica que los distinguió notablemente de otros primates, marcada por la bipedestación, la liberación de las manos y el aumento del tamaño cerebral. La capacidad de desplazarse erguidos les diferenció de otros primates arborícolas, lo que les brindó ventajas adaptativas en un paisaje cambiante debido a un enfriamiento hace aproximadamente 5 o 6 millones de años en África oriental. Este cambio convirtió el entorno en una sabana más seca y árida, donde la capacidad de caminar sobre dos extremidades posteriores permitió a los homínidos sobrevivir y reproducirse con éxito.

La bipedestación, o capacidad de caminar erguido sobre dos extremidades, fue posible gracias a cambios anatómicos significativos. La pelvis se acortó y modificó su forma para absorber las tensiones de la marcha bípeda, mientras que los músculos abductores se desarrollaron para estabilizar el movimiento. La columna vertebral adoptó una posición vertical, alterando su unión con el cráneo. Sin embargo, estos cambios también conllevaron desventajas, como dificultades en el parto debido al estrechamiento de la pelvis, que a menudo requiere ayuda externa. Además, las crías de homínidos nacen prematuramente y necesitan un cuidado prolongado para sobrevivir.

Al adoptar la posición bípeda, los homínidos pudieron disponer de sus manos para manejar utensilios con una pinza de precisión, usando el pulgar junto con el índice. Esto permite manipular objetos a la vez con fuerza y con delicadeza para poder fabricar herramientas. El aumento del tamaño del cerebro fue posible gracias a la posición bípeda y a la modificación de la mandíbula, que se redujo, permitiendo el crecimiento del cráneo, lo que implica un incremento de la inteligencia.

La neotenia

La neotenia, término introducido por Artur Kollman en 1885, se refiere al fenómeno en el cual los organismos adultos conservan rasgos juveniles en comparación con sus ancestros o especies relacionadas, debido a un retraso en el desarrollo corporal en relación con la maduración de células germinales y órganos reproductores.

Los humanos muestran rasgos neoténicos en comparación con los grandes simios, como cráneos redondeados, falta de hocico prominente y poco vello corporal. La prematuración del neonato humano es evidente, con el cerebro al nacer representando solo el 25% de su capacidad total, en contraste con el 65% en los chimpancés.

Esto conlleva la necesidad de aprendizaje y socialización, así como una falta de especialización anatómica, lo que hace al ser humano vulnerable en la naturaleza. Aunque esta falta de especialización permite una adaptabilidad excepcional a diferentes entornos, algunos argumentan que los humanos también modifican su entorno para adaptarse a sus necesidades, lo que implica un paso de la hominización a la humanización. Figuras como Stephen Jay Gould sostienen que los humanos son neoténicos en comparación con los chimpancés, lo que les permite continuar desarrollando hábitos a lo largo de la vida. Desmond Morris relaciona ciertas sensaciones placenteras humanas con la neotenia, como sentirse protegido o querido.

De la evolución biológica a la cultura: el proceso de humanización

La cultura se refiere a la forma de vida propia de una sociedad y la humanización es un proceso cultural que trasciende lo biológico. Los humanos forman parte de una cultura y aprenden mediante observación o imitación. Características como el bipedismo, el pulgar oponible y el desarrollo cerebral permitieron el avance de la técnica, mientras que un complejo aparato fonador facilitó el desarrollo del lenguaje articulado.

El lenguaje humano es articulado, lo que significa que utiliza unidades mínimas como fonemas y sílabas que pueden articularse infinitamente para crear diversas combinaciones con significado. Esta capacidad facilita la interacción social al permitir una eficaz transmisión de información, coordinación y pensamiento complejo, siendo crucial para la supervivencia humana. Además, el dominio del lenguaje nos permite relacionarnos con el entorno de manera única, interpretando el mundo que nos rodea como una realidad independiente, según la perspectiva de Xavier Zubiri.

Nuestros ancestros, además del lenguaje, desarrollaron habilidades técnicas tempranamente. El control del fuego proporcionaba calor y seguridad contra los depredadores. La fabricación de herramientas permitió la caza, la construcción de refugios y la confección de prendas de abrigo. Pensar de forma abstracta implica la capacidad de representar situaciones ausentes, relacionada con recordar el pasado e imaginar el futuro, así como generalizar y razonar. Esta capacidad nos otorga conciencia de nuestra existencia.

ANTROPOLOGÍA CULTURAL

Según E. B. Taylor, la cultura o civilización es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualquier hábito y capacidad adquirido por el ser humano en tanto que miembro de la sociedad.

Cultura material o instrumental

Los objetos producidos por el humano forman parte de su riqueza cultural. Al conjunto de artefactos realizados en una sociedad se le denomina cultura material que incluye elementos como los vestidos, las herramientas o las armas, así como las producciones artísticas y los objetos empleados con fines mágicos o religiosos.

Cultura no material

Podemos distinguir los siguientes aspectos:

  • Ideas. Es el conjunto de conocimientos, opiniones y visiones del mundo globalmente compartidas por los miembros del grupo social.
  • Normas. Son las reglas que organizan la vida en sociedad. Las normas pueden ser leyes escritas, mandamientos de carácter religioso o bien costumbres.
  • Instituciones. Una institución es una práctica social establecida que se mantiene vigente a lo largo del tiempo. El funcionamiento de las instituciones está sujeto a sus propias reglas, y es independiente de las personas concretas implicadas.
  • Técnicas. Son métodos que un grupo social utiliza para intervenir en la naturaleza y satisfacer sus deseos y necesidades materiales.

Universales culturales

Existen algunas características culturales que son muy similares en todos los pueblos conocidos. Estos rasgos se denominan universales culturales.

Endoculturación

Según Marvin Harris, la endoculturación se basa en el control que la generación de más edad ejerce sobre los medios para premiar y castigar a los niños. Cada generación es programada no sólo para replicar la conducta de la generación anterior, sino también para premiar la conducta que se conforma con las pautas de su propia experiencia de endoculturación y castigar, o al menos no premiar, la conducta que se desvía de estas.

La cultura como resultado de adaptación al medio: darwinismo social

El darwinismo social pretende aplicar una teoría biológica sobre la naturaleza para explicar las diferencias sociales en las sociedades humanas.

Según recoge M. O. Beckner en El Darwinismo, Herbert Spencer (1820-1903) extrajo elaboradas comparaciones entre las estructuras sociales y las formas de los organismos vivos y vio la sociedad como si sobrellevase una evolución progresiva en la que el egoísmo sería gradualmente reemplazado por el altruismo mediante un mecanismo análogo al de la herencia de los caracteres adquiridos. Para él, la sociología era a la sociedad lo que la biología a los fenómenos de la naturaleza orgánica. El economista político americano William Graham Sumner (1840-1910) vio la sociedad como el producto de una lucha social en la que cada hombre, en persecución de su propio bien, sólo puede lograrlo a expensas de los demás. Los más aptos en esta lucha social son despiadados, los imaginativos, los industriosos, los frugales... Por último, el darwinismo social proporciona un fundamento a la doctrina de Adam Smith de la «mano invisible». Smith había supuesto que, aunque cada hombre sigue su tendencia innata de comerciar, intercambiar y negociar, los esfuerzos de los hombres se acoplarían automáticamente de tal modo que servirían al bien económico de la sociedad en general.

Esta visión fue muy criticada por Richard Dawkins: «Ellos tornaron las leyes naturales como"la supervivencia del más fuert" y las usaron para justificar sistemas políticos basados en la explotación del débil por el poderoso. Nosotros no tenemos que apoyar un sistema moral en el que una gente explota a otra gente, o en el que una gente explota a otros animales. Somos libres de instaurar sistemas políticos y morales que se diferencian explícitamente de los principios de la naturaleza».

La diversidad cultural. Actitudes frente a la diversidad cultural

La existencia de distintas culturas hace que cada sociedad viva de una manera diferente. Llamamos etnia al conjunto de personas que comparten una misma cultura y forma de vida. La visión según la cual la cultura propia es superior a las demás se denomina etnocentrismo. La visión etnocéntrica juzga los rasgos y costumbres de las otras sociedades desde el punto de vista de la cultura propia. Una variante del etnocentrismo fue el etnocentrismo cultural, relacionado con la gramática de las lenguas. Por el contrario, el relativismo cultural sostiene que todas las culturas son igualmente buenas y que no es posible juzgar ningún rasgo cultural si no es en relación a la cultura en que se encuentra. No obstante, hay filósofos que defienden la existencia de unos criterios básicos que todas las culturas deben respetar, independientemente de sus peculiaridades. Estos criterios elementales se corresponden con el respeto de los derechos de las personas.

Nuestro mundo actual es una sociedad interconectada: las distintas culturas del planeta se interrelacionan y mezclan entre sí. Durante un tiempo se pensó que lo más conveniente era ayudar a estas personas a integrarse en la cultura mayoritaria. Esta postura, denominada asimilacionismo, considera que para poder prosperar en una sociedad es necesario adoptar la lengua y las costumbres mayoritarias. Por otro lado, el multiculturalismo defiende el valor de la convivencia pacífica entre distintas comunidades culturales. Creen que las culturas deben tener derecho a desarrollarse de forma separada, para que de este modo se pueda conservar su forma de vida tradicional. Finalmente, el interculturalismo defiende una mayor interrelación entre las distintas culturas que conviven en un mismo territorio, insistiendo en la importancia de establecer cauces de comunicación que relacionen unas culturas con otras.

EL SER HUMANO ENTRE LA NATURALEZA Y LA CULTURA

Lo innato y lo adquirido

Los rasgos innatos proceden de nuestra herencia biológica, y se llaman así porque forman parte de nuestra vida desde que nacemos. Los rasgos adquiridos, en cambio, los vamos incorporando con el tiempo mediante el aprendizaje en sociedad. A pesar de esta distinción, existen muchos rasgos en los que confluyen elementos innatos y adquiridos. Por ello, a la hora de entender el ser humano, nos enfrentamos al dilema de dónde poner el acento: en su dimensión genética y natural, o en su dimensión social y cultural, que se centra en las características más propias de lo humano.

El paradigma organogenético

Parte de una comprensión del ser humano como especie orgánica que al igual que las demás está sometida a una filogénesis que es fruto de la interacción de las mutaciones genéticas y la selección natural de la adaptación al medio. Este paradigma sostiene que sólo desde esta dimensión indiscutible de esta realidad debe ser comprendido el ser humano. La etología comparada, la sociobiología y la neurobiología, de una manera u otra, hacen suyo este planteamiento.

La etología comparada es una disciplina fundada por el etólogo y zoólogo austriaco Konrad Lorenz (1903- 1989). Esta disciplina considera que la base de la conducta animal son los comportamientos instintivos que tienen los siguientes rasgos: hereditarios, pautados (son comportamientos complejos que se desarrollan como una secuencia ordenada en el tiempo, como si se tratara de un ritual), adaptativos (favorecen la adaptación del organismo al medio) y endógenos (lo que se origina desde dentro; aunque la estimulación recibida del medio tenga importancia, lo fundamental del desencadenamiento del comportamiento instintivo es el impulso interno). La etología comparada trata de mostrar el origen instintivo del comportamiento de los seres vivos. Lorenz, además, añade que no se ha podido verificar la probabilidad y lógica de que cualquier mecanismo conductual pueda adaptativamente modificarse por medio del aprendizaje.

El paradigma sociogenético

La sociogenética considera que para interpretar el comportamiento humano no es su equipamiento biológico, sino la adquisición de conocimientos, sentimientos y comportamientos a través del proceso de socialización. Conducta asumida por el conductismo, el marxismo, el estructuralismo y el relativismo cultural.

El conductismo, cuyo padre fue John Watson, aspira a explicar el comportamiento humano como fruto de un proceso de socialización por condicionamiento respondiente o clásico y operante. El aprendizaje por condicionamiento operante consiste en fomentar o inhibir una conducta a través del premio (refuerzo positivo) o del castigo (refuerzo negativo), respectivamente.

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

La antropología filosófica trata de descubrir si hay algo «inmaterial» que nos distingue como humanos. De aquí surgen dos importantes corrientes: el monismo (corriente materialista), que considera que los humanos solo somos cuerpo y, por tanto, materia; y el dualismo (corriente espiritualista) que considera que, aparte del cuerpo, existe algo más, como puede ser el alma o la mente a causa de una relación accidental y esencial.

Planteamiento antiguo: alma y cuerpo

La noción de alma aparece en estadios muy antiguos del pensamiento humano y puede encontrarse en todas las culturas.

El enterramiento del cadáver acompañado de alguno de sus objetos y los ritos funerarios muestran los primeros signos de algún tipo de creencias relacionadas con la muerte y algún tipo de inmortalidad. En términos muy generales el alma o espíritu es considerada como un principio de vida interno que reside en todos los organismos vivos y que posibilita y regula tanto sus funciones fisiológicas como mentales. El planteamiento antiguo fue evolucionando a lo largo de la historia:

Pueblos primitivos. La concepción que tienen del alma los pueblos primitivos forma parte de su noción precientífica del universo, según la cual todos los fenómenos naturales están producidos también por la acción de espíritus. Se conoce con el nombre de animismo a aquellas creencias religiosas que consideran a todos los fenómenos de la naturaleza como dotados de un alma y, por tanto, dotados de vida, sentimiento y voluntad propias. Las almas actúan sobre los cuerpos y existen independientemente por lo que pueden separarse de ellos. Esta separación puede ser temporal, como ocurriría en los sueños, la enfermedad o en estados de trance ritual y posesión, o ser definitiva, produciendo la muerte.

El alma es concebida en la mayoría de los casos como el soplo o aliento que posibilita la respiración y también como una especie de fuego o calor vital que se extingue en el momento de la muerte. En otras culturas el alma es considerada como la sombra o doble del cuerpo. Según las distintas culturas y religiones, el alma separada puede trasladarse a otro mundo, encarnarse en otro cuerpo, fundirse en el seno de un Alma cósmica superior e incluso extinguirse y desaparecer. También se suele considerar una pluralidad de almas con distintas funciones (conocimiento, emociones, etc.) coexistiendo en el mismo cuerpo.

Religiones orientales. La idea de alma ocupa un lugar central en las religiones orientales.

  • El hinduismo consideraba el alma individual (atmán) como el principio que controla todas las actividades y que forma parte de un alma universal (Brahma) a la que aspira volver a integrarse al cabo de un ciclo de reencarnaciones en distintos seres, tratando de alcanzar la purificación y el conocimiento necesarios para ello.
  • El budismo niega la existencia de un atmán. La persona no es sino la combinación temporal de cinco realidades distintas que están en cambio permanente: el cuerpo, los sentimientos, las percepciones, la predisposición ante las cosas y la conciencia. No puede hablarse de la persona como de una unidad permanente ya que sus elementos constitutivos están en continuo cambio; tampoco hay ningún alma personal que sobreviva a la muerte, aunque, el modo de vida y el conocimiento alcanzado durante una encarnación determina el carácter de la reencarnación siguiente en una nueva vida. El deseo de placer, poder y riquezas, de bienes individuales, en suma, genera una energía o karma que mantiene al individuo atado a la Rueda de la Vida (el ciclo de reencarnaciones), pues se ve contaminado por toda clase de impurezas que son el origen de su infelicidad. El budista aspira alcanzar, mediante la supresión del deseo, un estado de conciencia o iluminación (nirvana), que le libere de todas las impurezas que conlleva la existencia, para poder salir de la Rueda de la Vida, anonadándose en el Todo.

Pensamiento griego. Podemos encontrar en las obras de Homero y Hesíodo las más antiguas creencias de los griegos sobre el alma humana. El alma (psique) aparece como un aliento que mantiene la vida del cuerpo inanimado (soma) y que le abandona cuando el ser humano muere o está moribundo o desmayado. Pero aparte de esta función puramente vital no parece tener ninguna otra. También en los sueños se desprende temporalmente del cuerpo y realiza las acciones que en él aparecen.

Cuando sucede la muerte del ser humano, el alma escapa por la boca o las heridas y va al Hades como una sombra o imagen reconocible. Sin embargo, no alcanza propiamente una vida inmortal porque separada del cuerpo carece del vigor necesario y lleva una existencia lánguida y tenue. Por su falta de corporeidad tampoco puede actuar sobre el mundo físico. La verdadera vida solo es posible cuando alma y cuerpo están unidos.

En el siglo VI a.C. aparecen los primeros planteamientos filosóficos sobre el alma, que son más bien una racionalización de las ideas religiosas y mitológicas. Los primeros filósofos griegos concebían que todo aquello que está dotado de vida está regido por un alma en la que reside el principio que las lleva a nacer, desarrollarse y morir. Este alma es concebida como de naturaleza material, si bien de una materia distinta y más sutil que la que constituye los cuerpos (monismo). Alma y cuerpo son manifestaciones distintas de la sustancia única que constituye todo (arqué). El alma sigue siendo principio vital pero también la causa de todos los movimientos y cambios que se producen en el ser vivo.

Sin embargo, al mismo tiempo se introducen las ideas del orfismo (dualistas), que plantean que el alma que anima el cuerpo es de origen divino y eterna: preexiste al cuerpo, entra dentro de él y lo vivifica y sigue existiendo después de la muerte y la corrupción del cuerpo. El cuerpo es concebido como una cárcel del alma, y es tarea del ser humano liberar su alma por medio de ritos de purificación. Mientras no alcanza esta purificación, el alma se ve obligada a transmigrar de unos cuerpos a otros.

Entre los filósofos griegos destacan las siguientes teorías:

  • Las ideas de los pitagóricos. Tomaron las ideas del orfismo y vieron en el alma la causa de la armonía de los constitutivos materiales de las cosas. Si el Cosmos está ordenado es en virtud de un Alma del Mundo. También en el ser humano el alma es lo que produce la armonía del cuerpo. Consideraron que toda armonía es de naturaleza matemática ya que pueden expresarse por medio de relaciones numéricas cualquier tipo de realidad.
  • El dualismo platónico. Los pitagóricos ejercieron una importante influencia sobre la concepción filosófica del alma de Platón. Para Platón, el cuerpo pertenece al Mundo sensible, sujeto a cambio y corrupción, mientras que el alma pertenece al Mundo divino de las ideas, siempre idéntico a sí mismo. También Platón considera al alma como de naturaleza material, si bien de una materia distinta y más pura que la que constituye los cuerpos del mundo sensible (los griegos no podían considerar algo como existente si no estaba compuesto de algún tipo de materia).

El alma es principio de vida y movimiento del cuerpo, pero totalmente independiente de él; aspira a liberarse del cuerpo para regresar a su origen divino, para lo cual debe purificarse de su contacto con el Mundo sensible alcanzando la sabiduría. Aparece así una nueva dimensión del alma como principio de conocimiento.

A través del cuerpo el ser humano conoce la multiplicidad cambiante de las cosas particulares por lo que el conocimiento sensible es siempre un conocimiento de rango inferior (opinión). El verdadero conocimiento (ciencia) consiste en la contemplación de las ideas; esto es, los modelos a partir de los cuales han surgido todas las cosas del mundo sensible. Pero este conocimiento se efectúa con los ojos del alma. El alma conoció estos modelos ideales cuando estaba separada y contiene dentro de sí este conocimiento, pero al unirse al cuerpo se produce el olvido y es necesaria la aparición sensible de las cosas para que el alma recuerde las ideas.

Platón distingue tres partes del alma con funciones distintas: la parte concupiscible es la sede de los apetitos y deseos, la parte irascible es la sede de las pasiones nobles como el valor y la parte inteligible es la sede de la razón. Las dos primeras partes están ligadas al cuerpo, siendo la parte inteligible la única separable del cuerpo y la que debe guiar y dominar sobre las otras dos.

  • La teoría de Aristóteles. Aristóteles, enmarca el estudio del alma dentro del estudio general de los seres vivos. Aparece así la psicología como parte de la fisiología. Todos los seres vivos tienen en sí un principio vital o alma que regula todas sus funciones vitales. Aristóteles establece así un dualismo entre materia y forma. La materia es pura indeterminación (potencia) que necesita ser determinada por una forma (acto). Todo lo que existe está compuesto de una materia que adopta una determinada forma. En los seres vivos, el cuerpo es materia y el alma es la forma del cuerpo. No pueden darse el uno sin la otra, pero es en el alma donde residen las funciones vitales y es la causa y el principio de las actividades del cuerpo. El alma no es eterna y perece con el cuerpo.

Aristóteles considera que hay tres tipos distintos de alma: las plantas tienen un alma vegetativa, que rige la nutrición, la generación y el crecimiento; los animales tienen un alma sensitiva, que añade a las funciones del alma vegetativa la sensibilidad y el movimiento; por último, el ser humano dispone de alma racional que añade a las anteriores el pensamiento y el razonamiento. Así, el alma es principio de vida y movimiento y principio de conocimiento.

La noción griega del alma está relacionada con su concepción teleológica del Cosmos, según la cual la materia es eterna e indestructible y todos los cambios que se producen están regidos por una fuerza interior (physis) que hace surgir las cosas, crecer, desarrollarse y reproducirse hacia un fin determinado. En Platón este fin último es la Idea de Bien, de la cual han surgido el resto de las ideas y que es la fuente de la que procede la armonía del cosmos. En Aristóteles, el fin último es el Primer Motor, origen de todo movimiento, incluido el que produce la mezcla de los elementos que forman todas las cosas; este Primer Motor es inmóvil y mueve todo lo demás hacia sí mismo a través del deseo. Mientras en Platón es afirmada expresamente la inmortalidad del alma, en Aristóteles hay sólo una oscura mención a la posible eternidad de una Inteligencia Cósmica, que sería única para todos los seres humanos. Pero no encontramos ni siquiera en Platón la idea de inmortalidad personal, pues el alma no tiene carácter personal. Separadas de los cuerpos todas las almas son iguales y al encarnarse en un nuevo cuerpo adquieren una nueva individualidad. Aunque el alma sea inmortal el individuo no lo es, porque el alma no le pertenece.

Época medieval: pensamiento cristiano

El cristianismo afirma la existencia de un Dios creador de todas las cosas. El alma humana ha sido creada de la nada por Dios y constituye un puente de unión entre lo material y lo divino. En algún momento entre la fecundación y el nacimiento crea Dios el alma individual de cada ser humano. La unión entre el alma y el cuerpo adquiere un carácter personal: cada ser humano posee su propia alma que es puramente espiritual. La noción de persona distingue al individuo propiamente humano del resto de los seres individuales. Cada ser humano no es sólo un individuo sino también una persona porque está dotado de racionalidad y voluntad libre y autónoma.

Desde esta perspectiva, el alma humana sigue siendo vida, pero una vida superior a la meramente biológica. Es un conjunto de experiencias que engloba la subjetividad, la personalidad, la conciencia de sí y la trascendencia. Es la persona entera la que alcanza la inmortalidad mediante la contemplación de Dios. Los filósofos medievales distinguen tres funciones del alma: memoria, entendimiento y voluntad: cada persona tiene sus propias experiencias, sus propios pensamientos y razonamientos y toma libremente sus propias decisiones.

Planteamiento moderno: mente y cuerpo

  • El dualismo sustancial de Descartes. La obra de Galileo y Descartes ponen los cimientos de la ciencia y la filosofía modernas. La filosofía de Descartes supone la disolución del planteamiento antiguo y la emergencia de un nuevo planteamiento del problema como problema de la relación entre la mente y el cuerpo en un Cosmos mecanicista. El Cosmos es concebido como un mecanismo de fuerzas en el que los cuerpos se influyen recíprocamente según leyes puramente mecánicas. La concepción teleológica exigía elaborar teorías generales que explicaran la totalidad del universo.

Descartes establece una distinción radical entre el alma y el cuerpo. El alma es puro pensamiento, pero carece de extensión. Los cuerpos son extensos y se rigen por causas puramente mecánicas, pero son incapaces por completo de pensar. Las funciones de los seres vivos son puros mecanismos cuyo funcionamiento es posible explicar mediante leyes mecánicas. El alma es algo totalmente diverso: una mente pensante que no se rige por leyes mecánicas sino por leyes lógicas que están impresas en la mente en el momento del nacimiento.

El dualismo sustancial de Descartes tiene importantes consecuencias: Hace posible una explicación mecanicista del Cosmos y la regularidad mecánica de los fenómenos naturales hace posible su conocimiento científico; afirma la total libertad del pensamiento humano, pues la mente no está sometida a leyes mecánicas; y se hacía posible el estudio autónomo de la mente humana, ya que los fenómenos mentales no podían ser explicados como los fenómenos físicos y la introspección es el único acceso posible a los contenidos de la conciencia. Según Descartes, además, la única evidencia de que algo tiene mente es la posesión de lenguaje, por lo que ni los animales ni las máquinas tienen mente.

Pero la separación radical entre mente y cuerpo que hacía posible la nueva ciencia introducía un problema de difícil solución: Si alma y cuerpo son dos sustancias enteramente distintas, ¿cómo las afecciones del cuerpo pueden producir las ideas de la mente y cómo las ideas de la mente pueden producir acciones del cuerpo?

Para resolver este problema, Descartes propuso la existencia de un punto en el cerebro humano (la glándula pineal, que Descartes consideraba erróneamente que sólo se encontraba en los seres humanos) donde se establecería esta comunicación. Pero esta solución era totalmente inaceptable ya que suponía la afirmación de una sustancia que sería pensante y extensa a la vez lo que era contradictorio con la propia definición cartesiana de la sustancia. Los filósofos racionalistas trataron de resolver el problema que presentaba el dualismo mente-cuerpo, manteniendo la noción de sustancia de Descartes.

  • El materialismo de La Mettrie. Para La Mettrie, el ser humano es una especie de robot muy sofisticado, cuya complejidad es tan grande que a veces nos hace pensar en la existencia de una parte inmaterial llamada alma. Sin embargo, el alma no existe, porque tan solo somos materia. De acuerdo con esta interpretación, el ser humano también está formado por átomos, al igual que las plantas o los animales. Lo que somos puede explicarse científicamente: estamos hechos de células, que a su vez están hechas de moléculas. Esta teoría dio lugar al materialismo eliminativo.

Planteamiento actual: mente y cerebro

En los últimos años se han desarrollado una serie de técnicas que han permitido un avance espectacular del estudio del cerebro. Se han delimitado distintas áreas de la corteza cerebral especializadas en recibir y procesar las informaciones sensoriales y controlar las reacciones musculares, aunque no ocupan ni una cuarta parte de la corteza cerebral. El resto, las denominadas áreas de asociación, no cumplen ninguna función específica y parecen estar encargadas de interpretar, integrar y coordinar las informaciones procesadas por las áreas sensoriales y motoras. Cada uno de los hemisferios controla y ejecuta funciones diferentes o aspectos diferentes de una misma función, aunque las actividades complejas requieren de la interrelación de los dos hemisferios. Por otra parte, hay muchas funciones, principalmente de las áreas primarias sensoriales y motoras que parecen idénticas en ambos hemisferios. En definitiva, hay una especialización funcional pero la actividad conjunta de ambos hemisferios es necesaria para el funcionamiento integral del cerebro. Por consiguiente, el cerebro se comporta como un todo unificado.

Estos descubrimientos ponen de manifiesto lo mucho que queda por conocer en torno al cerebro humano, pero han sido suficientes para replantear el problema clásico de la relación entre el cuerpo y la mente o alma en términos de la relación entre el cerebro, en cuanto centro que recibe los estímulos del medio, los integra con la experiencia acumulada y diversas estructuras, produciendo las respuestas correspondientes, y la mente, como conjunto de los procesos de recepción y procesamiento de información y de la ejecución o inhibición de las respuestas.

- El reduccionismo monista. Niega la existencia de la mente como una realidad distinta del cerebro y trata de explicar los fenómenos mentales en términos físicos o biológicos. Las posturas reduccionistas consideran que la distinción entre la mente y el cerebro es debida a la insuficiencia actual de nuestros conocimientos acerca de los procesos cerebrales.
a. Conductismo: no existen los estados mentales. Los conductistas entendían la conducta como el conjunto de respuestas dadas por un organismo frente a determinados estímulos del medio. El conductismo trata de reducir todos los fenómenos psicológicos en términos de estímulo-respuesta. Cualquier forma de comportamiento es analizada como una cadena de respuestas fisiológicas simples que pueden ser observadas y medidas. ...


Los procesos que ocurren en la «caja negra» de la mente entre el estímulo y la respuesta no tienen ningún interés para la investigación psicológica.

Para el conductismo lógico la mente no existe propiamente y el cerebro es irrelevante para el estudio de los fenómenos psicológicos. Todo lo mental se reduce a la conducta y a disposiciones para la conducta. La mente es sólo la aptitud y disposición a hacer un determinado tipo de cosas. Propugnan, en consecuencia, abandonar el lenguaje mentalista de las explicaciones psicológicas, siendo sustituido por un lenguaje descriptivo de los estímulos y respuestas, así como de las leyes que gobiernan la conducta.
b. Teoría de la identidad mente-cerebro. El conductismo llevaba a un callejón sin salida ya que era imposible no diferenciar los estados mentales de sus manifestaciones conductuales. Además, hay procesos mentales a los que no acompaña conducta alguna y estados mentales que parecen implicar otros estados mentales.

Para resolver estas dificultades J.J.C. Smart y David Armstrong propusieron la teoría de que los procesos mentales son idénticos a los procesos cerebrales. Ahora bien, la única explicación de la conducta humana y animal que es posible establecer en términos científicos es la que se realiza en términos del funcionamiento físico-químico del sistema nervioso central. Por consiguiente, los estados mentales son idénticos a los estados puramente físicos del sistema nervioso central y la psicología debe reducirse a la neurofisiología. No obstante, por un lado, no todos los estados cerebrales producen estados mentales; por otro lado, cabe suponer la existencia de organismos en otros planetas que también tuvieran estados mentales a pesar de tener una química diferente a la nuestra. Por último, los computadores no tienen procesos neurológicos, pero son capaces de ejecutar determinados procesos que en los seres humanos calificamos de mentales.
c. Materialismo eliminativo. Paul Churchland vuelve a eliminar los estados mentales. Considera que los estados mentales de los que hablamos en el lenguaje ordinario no existen realmente. Tal psicología del sentido común debe ser sustituida por una neurociencia estricta, que parta de la idea de que las actividades cognitivas son en última instancia actividades del sistema nervioso.
Propone una inversión del procedimiento habitual de la investigación de los procesos cognitivos (aproximación de arriba abajo) que parte de las actividades cognitivas de los seres humanos y luego indaga las operaciones cerebrales que pueden producirlas.


- Dualismo neurofisiológico. Según John Eccles, el cerebro no es una estructura lo suficientemente compleja para dar cuenta de los fenómenos relacionados con la conciencia, por lo que hay que admitir la existencia autónoma de una mente autoconsciente distinta del cerebro, como una realidad no material ni orgánica que ejerce una función superior de interpretación y control de los procesos neuronales. Eccles encuentra el fundamento de su hipótesis dualista en la teoría de los tres mundos del filósofo Karl Popper, según la cual todo lo que existe y nuestra experiencia está contenida en uno de estos mundos: realidad física (objetos naturales), fenómenos mentales (percepciones, sentimientos...) o productos culturales (mitos, herramientas, teorías y problemas científicos...).

Según Eccles, mientras el cerebro está contenido en el Mundo 1, al Mundo 2 pertenecen todos los elementos de lo mental: el sentido interno, el sentido externo y el yo. Por consiguiente, mente y cerebro son dos entidades distintas, pero entre ambas existen interacciones:
a) Las experiencias de la mente autoconsciente están en relación con los procesos neuronales que tienen lugar en las áreas asociativas del córtex cerebral pero no son idénticas a ellos como afirma la teoría de la identidad mente-cerebro.
b) Las informaciones procedentes de los órganos sensoriales son transmitidas al cerebro, pero sólo en la mente se transforman en las experiencias perceptivas, que son distintas a los procesos cerebrales.
c) La mente autoconsciente es capaz de actuar sobre los procesos cerebrales desencadenando procesos neuronales.

En definitiva, la mente autoconsciente selecciona las informaciones procedentes de multitud de centros cerebrales y los integra en un todo unitario, ejerciendo una función superior de interpretación y control de los procesos neuronales. El dualismo neurofisiológico de Eccles deriva finalmente a un planteamiento religioso puesto que identifica la mente con el alma.

- Funcionalismo. Para tratar de superar las dificultades del monismo, Hillary Putnam y Jerry Fodor propusieron el funcionalismo según el cual los procesos mentales internos son estados funcionales del organismo cuyo órgano no es necesariamente el cerebro. De este modo, los fenómenos mentales son estados funcionales del organismo y no es posible conocerlos estudiando procesos parciales en los que están implicados, como 


los procesos cerebrales. El funcionalismo presupone que una misma función puede ser desempeñada por sistemas muy distintos, ya que la naturaleza de sus componentes no es esencial para el correcto desempeño de su función. Del mismo modo, las creencias y deseos son estados físicos de sistemas físicos que pueden estar hechos de diferentes tipos de materiales. Algo es una creencia o un deseo en virtud de lo que hace y no en virtud de los materiales de los que su sistema está compuesto. No es analizando el sistema sino su función como comprenderemos el proceso. Así, cualquier sistema puede tener mente a condición de que sea capaz de realizar la función adecuada.

La objeción más importante a la que se enfrenta el funcionalismo es el denominado problema de los qualia (caracteres cualitativos de las sensaciones). Para la teoría funcionalista un estado psicológico es idéntico a un estado funcional; en consecuencia, el estado psicológico de experimentar una determinada cualidad deberá ser idéntico a cierto estado funcional. Pero puede ocurrir que un mismo estado funcional pueda producir la experiencia de cualidades distintas; en ese caso no habría una correspondencia estricta entre estados mentales y estados funcionales.

- Emergentismo. Como solución a las dificultades tanto del monismo como del dualismo, algunos autores han propuesto algún tipo de teoría emergentista, según la cual los estados mentales no son idénticos a estados físicos del cerebro ni pueden reducirse a ellos, pero no son tampoco independientes de los mismos. La más importante de estas teorías es el naturalismo biológico de John Searle. Los procesos mentales, ya sean conscientes o inconscientes, están causados por procesos cerebrales, pero no se reducen a estos, sino que son fenómenos o propiedades autónomos que emergen de los sistemas neurofisiológicos en el curso del largo proceso evolutivo de la especie. Los procesos mentales son propiedades emergentes de sistemas neurológicos, pero no pueden explicarse simplemente analizando los componentes de estos sistemas porque son distintos a ellos.
Hay, 2 niveles de descripción del cerebro:
a) Micropropiedades: estructura y funcionamiento de las neuronas;
b) Macropropiedades: __ de los procesos mentales.
Es posible, pues, distinguir entre procesos mentales, tal como los estudia la psicología, y procesos cerebrales, tal como los estudia la neurociencia, sin necesidad de reducir los primeros a los segundos.

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