Exploración de la Filosofía: De la Naturaleza a las Ideas

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Introducción a la Filosofía

La filosofía es un saber racional que trata de dotar de orden y sentido a las experiencias humanas. Esta necesidad arranca de la peculiar naturaleza humana: el ser humano no tiene una naturaleza enteramente predeterminada, por lo que carece de un saber instintivo. De ahí la necesidad de hacer planes de vida que sustituyan su indeterminación natural, y de ahí la necesidad de una cosmovisión que le permita orientarse en sus decisiones. Durante mucho tiempo, los hombres recurrieron a mitos y tradiciones, que funcionaban como relatos y guías de su comportamiento. Pero conforme los individuos estuvieron en condiciones de contrastar sus mitos y tradiciones con los de sus vecinos, tales explicaciones míticas y tradiciones fueron volviéndose insuficientes. Por esta razón, en la Grecia del siglo VI a.C., se trataba de explicar las cosas a partir de las cosas mismas. Y aquí aparece el gran problema con el que tiene que enfrentarse la filosofía, pues resulta que el mundo que se ofrece ante nuestros sentidos está compuesto de una cantidad ingente de cosas diversas. Ante ese panorama, ¿cómo podremos saber a qué atendernos? La respuesta de la filosofía fue suponer que tras lo que cambia hay algo que permanece, y que la multiplicidad de cosas puede ser reducida a un principio.

La Physis y el Arkhe

Al mundo, los primeros filósofos lo llamaron Physis, esto es, naturaleza. Estos primeros filósofos, llamados presocráticos hoy en día, pretendían explicar la multitud de cosas a partir de un arkhe, esto es, principio u origen común del que todas surgirían y al que finalmente todas irían a parar. Parménides de Elea diferencia entre la vía de la verdad (que nos lleva al conocimiento del ser) y la vía de la opinión o parecer (conocimiento del mundo).

El Ser

Según Parménides, el fundamento, principio u origen de toda la realidad es el ser. Cuando una cosa se transforma en otra, hay un sustrato que permanece tras esos cambios. Ese sustrato será lo común a las cosas. Al ser no se puede acceder a través de los sentidos, sino a través de la razón. Esta nos mostrará que el ser tiene las siguientes características:

  1. Es eterno. Ni es generado ni puede perecer. No es generado, puesto que, de ser generado, tendría que proceder del no-ser, cosa impensable. No puede perecer porque, para hacerlo, tendría que pasar de ser a no ser, cosa igualmente impensable.
  2. Es uno. Si hubiera dos, se diferenciarían en algo, y ese algo sería o ser, o no ser.
  3. Es indivisible. Para que se pudiera dividir, tendría que constar de partes, y para que hubiera partes, tendrían que estar separadas. Pero ese algo o es ser, o no ser.
  4. Es inmutable. Si se admite el cambio, habría que admitir el paso del no-ser al ser.
  5. Es ilimitado: se puede diferenciar al ser del mundo múltiple y cambiante. Parménides al conocimiento del ser le llama vía de la verdad. Al conocimiento del mundo, vía de la opinión.

El Carácter No Racional de lo Múltiple y Cambiante

Zenón de Elea demostrará que, acerca del mundo múltiple y cambiante, solo podemos opinar, pues todo intento de explicarlo racionalmente nos hará incurrir en paradojas. El ser no nos sirve para articular la totalidad de la experiencia. Una vez descubierto el ser, lo único que cabe decir racionalmente es que es uno, eterno, inmutable, indivisible, limitado... y nada más. Finalmente, surgirá de manos de Sócrates y de su discípulo Platón una nueva manera de entender el ser: el ser será concebido, ahora, como lo universal, como la esencia de las cosas.

Del Ser a la Esencia

El Descubrimiento de las Esencias

Para Sócrates, el problema fundamental no es aclarar qué es la naturaleza, sino qué es la justicia, qué es el bien, etc. Al ser, entendido así, como el ser de un determinado tipo de cosa, le llamamos esencia. Por lo tanto, a Sócrates no le interesa aclarar qué es el ser en general, sino aclarar cuál es la esencia de esas realidades. La esencia de algo residiría, según Sócrates, en una definición para toda la especie de cosas. La esencia del bien consistiría en dar una definición del bien o actos buenos. Esta definición sería algo universal y eterno.

La Esencia según Platón

Platón va y considera que las esencias no son meras definiciones, sino realidades formales que existen. A estas esencias, Platón las llama formas o ideas. Esta manera de entender las esencias lleva a Platón a defender la existencia de dos niveles de realidad: el mundo sensible y el mundo inteligible.

El Mundo Sensible

Es el mundo que percibimos a través de los sentidos. Por estar hecho de materia, podemos diferenciar en él individuos; cada trozo de materia ordenada es un individuo. Tales individuos están compuestos de partes y son cambiantes. Los seres que constituyen el mundo sensible solo son algo. Es decir, las cosas sensibles reciben su ser del mundo inteligible.

El Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas

Está constituido por entidades inmateriales, que son simples universales y eternas. Son universales, solo se podrán diferenciar unas de otras porque respondan a un orden. Una determinación diferente implica una especie, un universal diferente. Y son eternas porque, al no estar constituidas de partes físicas, no pueden cambiar. Aunque Platón las denomine ideas, no quiere decir que sean pensamientos en la mente de alguien; tales ideas tienen realidad por sí mismas, poseen realidad formal. Las ideas constituyen la esencia de las cosas. Una acción justa viene a ser algo así como una plasmación material de la idea de justicia.

La Idea de Bien como Fundamento

El problema es que las ideas, si bien son eternas, inmutables, etc., son múltiples. Por lo que se nos plantea el problema de cómo encontrar un fundamento para esa multiplicidad. Para encontrarlo, hay que ir ascendiendo desde las ideas menos generales hasta las más generales. En la cumbre estará la idea más general. Esta es, según Platón, la idea de bien, que Platón identifica como el orden de la determinación. Todas las ideas participan de la idea de bien.

Ciencia y Opinión

Las ideas, por ser inmutables y universales, constituyen el objeto de la razón, de la ciencia. El mundo inteligible es un mundo racional, que no puede ser captado a través de los sentidos, sino del entendimiento. Por el contrario, el mundo sensible no puede ser explicado racionalmente. Platón sostiene que acerca de lo sensible solo se pueden emitir opiniones.

Necesidad y Contingencia

El pensamiento griego no se plantea el origen de la totalidad misma, es decir, el porqué existe la naturaleza. Pues para la filosofía griega, la naturaleza es lo necesario, puesto que existe. Con la aparición del cristianismo, esto cambia. El cristianismo considera que la naturaleza, el mundo, es contingente: existe, pero podría no existir. Por eso, para el pensamiento cristiano, tiene sentido preguntar por qué existe la naturaleza. El cristianismo surge en un entorno cultural en el que se ha generalizado el modo racional, filosófico, de pensar, por lo que se ve obligado a buscar un fundamento racional para sus creencias. Si el mundo existe porque ha sido Dios quien lo ha creado, cabe filosóficamente preguntar por qué existe Dios. Dios existe porque es un ser necesario, otro acto de fe. El pensamiento cristiano se ha esforzado por justificar esa afirmación. El primer pensador que consigue elaborar una demostración racional de ese principio fue Anselmo de Canterbury, que elaboró el argumento ontológico, que parte de la mera definición de Dios para demostrar, a partir de ella, que Dios existe.

El Argumento Ontológico

¿Qué entendemos por Dios? Cuando un cristiano habla de Dios, se refiere a un ser perfecto. Pero solo puede ser perfecto un ser infinito. Por lo tanto, ser infinito, ser perfecto y Dios pasarán a significar lo mismo. Nosotros podemos limitarnos a definir a Dios como: el ser mayor que podamos pensar. Aceptada esta definición de Dios, la conclusión inevitable es que Dios existe. Por lo tanto, por la definición dada, Dios existe.

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