Exploración de la Filosofía: Escolástica, Sofistas, Epicureísmo y Estoicismo
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La Escolástica: Razón y Fe en la Edad Media
La Escolástica se cultivó y desarrolló en las escuelas conventuales y catedralicias de la Edad Media, desde Carlomagno hasta el Renacimiento. Fue un movimiento filosófico-teológico y un método de enseñanza cuyo tema fundamental fue la polémica en torno al realismo-nominalismo, la relación entre Razón y Fe, y las demostraciones de la existencia de Dios. Concilió la tradición filosófica griega con el discurso teológico de las tres grandes religiones.
Hasta el siglo XI se produjo la Patrística, cuya mayor influencia fue la de Platón, siendo Agustín de Hipona su autor más representativo. A partir del siglo XIII y hasta el XIV, se desarrolló la Escolástica, cuya máxima influencia fue Aristóteles en autores como Tomás de Aquino. Su método de enseñanza se basaba en las escuelas medievales donde se impartía el Trívium y el Quadrivium. Su objetivo era explicar las verdades conocidas por revelación divina.
Entre sus figuras destacadas se encuentran Agustín de Hipona, Anselmo de Canterbury, Tomás de Aquino y Guillermo de Ockham.
Los Sofistas: El Arte de la Retórica en la Antigua Grecia
Los sofistas fueron pensadores griegos de los siglos V y IV a.C. en la Atenas clásica, conocida como el siglo de oro de Pericles. Como consecuencia del proceso de democratización, el logos adquirió una relevancia política fundamental. Los sofistas se encargaron de enseñar a hablar en público a los hijos de los nuevos ricos. El objetivo del sofista era enseñar a su discípulo a convencer al auditorio. La verdad dependía de los intereses del sujeto, por lo que su práctica filosófica se considera subjetivista y relativista.
Desplazaron el interés filosófico de la physis por la preocupación antropológica. Influenciados por Heráclito y los atomistas, negaron las leyes universales y optaron por el convencionalismo jurídico. En cuanto a la religión, eran agnósticos. Fueron criticados por cobrar por sus enseñanzas. Entre los sofistas más destacados se encuentran Gorgias, Protágoras, Crítias, Calicles y Trasímaco.
El Epicureísmo: La Búsqueda del Placer sin Dolor
El Epicureísmo tuvo su origen en Atenas en el siglo IV a.C. La escuela fue llamada Escuela del Jardín porque fue en ese lugar de la casa de Epicuro donde se reunía y allí instituyó su escuela como lugar de diálogo y reflexión. Su influencia se extendió hasta el siglo IV d.C. Esta escuela filosófica, desde una perspectiva física, defendía que la naturaleza está compuesta de átomos que se mueven de manera aleatoria, oponiéndose al atomismo determinista de Demócrito. Desde una perspectiva epistemológica, consideraban que el conocimiento comienza en la percepción sensible. En la ética, Epicuro defendía la búsqueda del placer sin dolor.
Su doctrina se puede resumir a partir del cuádruple remedio: liberarse del temor a los dioses, liberarse del miedo a la muerte, buscar solo los placeres necesarios y superar el miedo al destino adverso y al dolor. La influencia de Epicuro fue plasmada en la obra de Tito Lucrecio Caro, De Rerum Natura.
El Estoicismo: Aceptación del Destino y Tranquilidad del Ánimo
El fundador de esta escuela fue Zenón de Citio, quien estableció su escuela en Atenas en el pórtico de las pinturas. Los estoicos dividían la filosofía en tres partes, comparándolas con las de un huevo: lógica (cáscara), física (clara) y ética (yema). Dentro de la lógica, su teoría del conocimiento es empirista, según la cual el conocimiento se origina a partir de las impresiones recibidas por los sentidos. En la física, seguían a Empédocles y sus cuatro elementos constitutivos. Concibieron el cosmos como una realidad sagrada corporeísta. Según los estoicos, todos los cuerpos están hechos de dos principios: materia y razón. El ser humano es un microcosmos compuesto de cuerpo y espíritu.
En el cosmos todo estaba determinado. Por ello, la ética estoica se fundaba en ese determinismo cósmico. Ante esa necesidad del cosmos, el sabio acepta el destino, ya que todo es racional y justo. Esta aceptación del destino conduce a la tranquilidad del ánimo y a la imperturbabilidad. Entre los estoicos más destacados se encuentran Zenón de Citio, Cicerón, Séneca y Marco Aurelio.