Exploración de la Felicidad, la Justicia y la Ética: Aristóteles, Epicuro y el Utilitarismo

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Felicidad, Justicia y la Búsqueda del Bienestar Humano

Al realizar nuestro proyecto de vida, nos centramos en nosotros mismos como valor central, el valor más importante. Para defender la dignidad humana existen los derechos humanos. Ser un fin en sí mismo, en lugar de un medio para un fin, es vivir con dignidad, que es la aspiración de todo ser humano para entender la felicidad hoy en día. Aunque sea la gran aspiración, no todos la entendemos de la misma manera. Todos los seres humanos buscamos la felicidad y tenemos derecho a ella, pero cada uno debe respetar la manera en que los demás entienden la felicidad y su forma de alcanzarla.

Los ideales éticos giran en torno a la felicidad y la justicia, y de ahí se diferencian dos tipos de ideales éticos. El primero es el de la felicidad, que abre horizontes y metas de realización personal; aquí se encuentran los ideales morales de los héroes. El ideal de justicia, en cambio, insiste más en la necesidad del respeto a los demás y plantea normas y deberes que se deben cumplir necesariamente. La felicidad propone objetivos en las llamadas éticas teleológicas, mientras que las que buscan el ideal de justicia dan gran importancia al concepto de deber y se denominan éticas deontológicas.

Éticas de la Felicidad

Aristóteles y la Ética de la Virtud

Aristóteles sostiene que cada actividad tiene un fin, que es su bien. Cada fin es más importante que otros y se encuentran jerarquizados. El fin último no es más que la felicidad, ya que esta se busca como tal; las demás cosas se buscan por ella, para tratar de conseguirla. La felicidad, según Aristóteles, no se encuentra en ninguna de estas cosas; si se acepta, es confundir medios con fines. El fin de cada cosa solo puede consistir en la realización de la función que le es propia. El fin del ser humano es realizar adecuadamente aquellas actividades que supongan la realización de su función propia. Seremos felices en la medida en que realicemos adecuadamente la función que nos es propia.

Nuestra función es difícil de determinar, ya que los humanos poseemos diversas funciones, y realizarlas de forma adecuada no siempre proporciona la felicidad, debido a la complejidad misma de los seres humanos. Aristóteles afirma que poseemos tres tipos de funciones: vegetativas, sensitivas y racionales. La felicidad se alcanza cuando la parte racional controla y domina nuestros impulsos y deseos. La realización adecuada de la función racional se da cuando nos dedicamos a la actividad intelectual, a la sabiduría.

Epicuro y la Ética del Placer

Epicuro consideraba que en el universo solo había materia. Niega, por tanto, la existencia de lo espiritual y lucha contra toda clase de mitos y supersticiones. Al no existir más que la materia, la vida del ser humano acaba del todo con la muerte, y su objetivo no puede ser otro que tratar de vivir felizmente su corta existencia, buscando en sus acciones el disfrute del placer. Según Epicuro, hay que guiarse por la inteligencia. De lo contrario, solo se obtendrá sufrimiento.

Hay tres tipos de placeres:

  • a) Los naturales y necesarios.
  • b) Los naturales, pero no necesarios.
  • c) Los ni naturales ni necesarios.

Epicuro decía que para vivir plenamente felices necesitamos satisfacer los placeres necesarios y naturales, disfrutar con prudencia de los naturales pero no necesarios, y abstenernos de los no naturales ni necesarios. Quien vive de esta manera alcanza la paz interior, la ataraxia, y la libertad interior, la autarquía.

El Utilitarismo: La Utilidad como Criterio Moral

El utilitarismo, representado por pensadores como Hume, postula que "lo bueno es lo útil". Hume niega que los preceptos y las normas de la moral encuentren su fundamento último en la razón; las normas morales dependen de los sentimientos. Lo útil, aquello que beneficia a alguien, no solo nos afecta a nosotros, sino también a "los demás". Los comportamientos que nos perjudican a nosotros mismos o a los demás son los que consideramos moralmente malos. Por lo tanto, lo bueno es lo útil para el individuo y para la sociedad.

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