Exploración de la Cultura, Mente y Motivación: Un Enfoque Psicológico y Sociológico
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La Cultura como Factor Humanizador
En este proceso de millones de años no solo se produce la hominización, sino también la humanización. Si la determinación biológica y genética con la que venimos al mundo constituye lo que consideramos nuestra dimensión natural, nuestra dimensión cultural está compuesta por todo lo adquirido socialmente: técnicas, hábitos, etc. Consideramos que la cultura es el conjunto de informaciones adquiridas a través del aprendizaje social. La forma de aprendizaje es la imitación, aunque la adquisición de nuevas conductas se puede dar por imitación, existe una forma de transmisión cultural: el lenguaje. El lenguaje permite el pensamiento y la comprensión de la realidad, la transmisión y asimilación de nuevas conductas. El lenguaje es la principal diferencia entre animales y hombres. También, cuando gracias a la cultura el ser humano modifica su entorno, decimos que la cultura tiene un valor adaptativo. La adaptación cultural ha sido más frecuente y significativa que la adaptación genética.
Relativismo Cultural, Universalismo e Interculturalismo
- Relativismo cultural: Se basa en la creencia de que toda cultura tiene valor en sí misma.
- Universalismo: Es el diálogo hasta la globalización.
- Interculturalismo y diálogo: Esta posición nace del reconocimiento de la pluralidad cultural como un hecho enriquecedor.
Naturaleza de la Mente
El término 'mente' se usa para referirnos a fenómenos, procesos y estados que son psíquicos, como por ejemplo, recordar que se acabó la pasta de dientes. A muchos autores, identificar la mente con los procesos psíquicos les deja algo insatisfechos. La mente, por lo tanto, sería una entidad que nos daría continuidad e identidad como personas. Otros autores, en cambio, no ven la necesidad de hablar de la mente como algo diferente del conjunto de los fenómenos mentales. Son, sobre todo, nuestros recuerdos lo que nos permite reconocernos como personas con continuidad e identidad en el tiempo.
Consciencia e Inconsciencia
El 'darme cuenta' de lo que sucede se llama consciencia; lo opuesto es la inconsciencia. Muchos pensadores coinciden en señalar que la conciencia siempre es autoconciencia, es decir, conciencia de uno mismo como ser que piensa, recuerda o desea. La conciencia y la intimidad han sido valoradas como lo específico y característico del psiquismo humano. En este sentido, tradicionalmente se han identificado mente y conciencia. Sería un observador privilegiado de sus pensamientos y sentimientos. El psicoanálisis es tanto una terapia para tratar trastornos mentales como una teoría sobre el ser humano y su mente. En teoría, destaca la defensa de la existencia de estados mentales inconscientes y por qué reivindica su importancia en la determinación de la conducta humana. Para Freud, el verdadero motor de nuestra conducta no son nuestros deseos y creencias conscientes, sino los impulsos primarios. La represión es el mecanismo psíquico que asegura que los contenidos mentales peligrosos permanezcan escondidos. Según el psicoanálisis, la sublimación es la canalización inconsciente de un deseo inaceptable en una actividad cultural aceptada y considerada superior.
Motivación
Los motivos son aquellos que dan sentido y hacen comprensible la conducta de los demás. Los motivos acostumbran a ser estados o procesos mentales del individuo que actúa. Son inobservables y pueden constituir un misterio para el espectador externo, que ve lo que hace el otro pero desconoce por qué lo hace. Para algunos autores, el motivo principal por el que reaccionamos es la necesidad de conservar el equilibrio del organismo. Según la teoría homeostática de la motivación, el ser humano busca su equilibrio. Hay tres fases:
- Deliberación (analizar...)
- Decisión (elegir...)
- Ejecución (acción acompañada...)
La motivación es fundamental; hacen falta motivos que realmente nos impulsen y que sirvan de motor de acción. La consecuencia más inmediata que se desprende de ello es la desgana o inacción.