Exploración de la Antropología Tomista: Alma, Cuerpo y Conocimiento

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Antropología Tomista

Se aplica al hombre la teoría hilemórfica (al igual que Aristóteles): la naturaleza humana es un compuesto de materia prima (el cuerpo) y forma sustancial (el alma racional). El alma única del hombre, el alma racional, confiere a éste todas las determinaciones del hombre: su corporeidad (porque el alma informa a la materia prima) y sus operaciones vegetativas, sensitivas e intelectivas. Al morir el cuerpo, deja de estar informado por el alma y se corrompe; dejan de actuar las operaciones racionales, sensitivas y vegetativas; en lugar de sustancia humana tenemos multiplicidad de sustancias materiales.

Santo Tomás está muy lejos de la teoría platónica. No sólo el alma, sino también el cuerpo pertenece a la esencia del hombre. Su unión es natural, no se produce para un castigo del alma, sino para su provecho. El alma humana tiene la facultad de la intelección, pero no posee ideas innatas, sino que tiene que formarlas a partir de la experiencia sensible del cuerpo.

A pesar de la unidad del cuerpo y el alma, Santo Tomás afirma que el alma es incorruptible; aun cuando el cuerpo se corrompa. Por lo tanto, es inmortal. La razón es que el alma del hombre es una forma subsistente: es decir, que puede existir sin necesidad del cuerpo, es espiritual. Hay además en ella un deseo de persistencia, un deseo natural de inmortalidad. Es un deseo natural implantado por Dios en el hombre.

Teoría del Conocimiento y Metafísica

Respecto al problema del conocimiento, para Santo Tomás, hay dos clases de conocimiento:

  • Conocimiento sensible: El hombre está dotado de unos órganos de conocimiento que son los sentidos. Se empieza a conocer desde lo sensible, desde lo concreto y particular.
  • Conocimiento abstracto: El entendimiento elabora los conceptos a partir de los datos suministrados por los sentidos, abstrae de esos datos lo esencial de cada objeto y es capaz de formular conceptos abstractos, universales; es decir, hace ciencia. Se trata de un proceso de varios pasos:

A la captación del objeto sensible por los sentidos la denomina Santo Tomás especie sensible impresa. En segundo lugar, se graba en la imaginación la imagen propia de ese objeto (fantasma), a este paso lo llama especie sensible expresa. En tercer lugar, el entendimiento agente (o activo) abstrae, elimina del objeto todo lo concreto e individual, dejando sólo lo esencial: el resultado es la especie inteligible impresa. En cuarto lugar, el entendimiento paciente (o pasivo) elabora, con los datos que le proporciona el entendimiento agente, el concepto universal que representa mentalmente el objeto percibido por los sentidos. Es la especie inteligible expresa. Por último, el entendimiento, teniendo ese concepto universal, lo aplica al objeto concreto. El entendimiento conoce directamente el universal.

Ahora bien, ¿cómo podemos conocer a Dios si no tenemos imagen (fantasma) de él? Santo Tomás responde que es posible porque el objeto del entendimiento es lo metafísico, la esencia, lo que está más allá de lo sensible. También afirma que, de un modo indirecto, los objetos contingentes y finitos revelan este conocimiento. Incluso puede llegarse al conocimiento analógico de Dios, bien afirmando todas las perfecciones que ha puesto en los seres creados (vía de la afirmación), bien negando a Dios las imperfecciones y limitaciones de los seres creados (vía de la negación); bien recalcando la infinita distancia entre Dios y las criaturas afirmando todas las perfecciones en grado sumo (vía de la eminencia).

En el campo de la Metafísica

Cabe destacar como aportación la distinción entre esencia y existencia, adaptándolas a la idea de creación. La esencia se define como una entidad compuesta de materia y forma. Es lo que comparten todos los seres de una misma especie y se identifica con la potencia de Aristóteles. La existencia es aquello por lo que la esencia existe. Se identifica con el acto de Aristóteles.

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