Exploración de 'Altazor' de Vicente Huidobro: Claves para Entender su Poesía Vanguardista

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Exploración de Altazor de Vicente Huidobro

Canto I: El Descenso y la Desorientación

El Canto I, el más extenso con cerca de 700 versos, nos presenta a un Altazor desdoblado, cuya conciencia dialoga consigo misma en un monólogo dramático. Las primeras imágenes muestran a un Altazor perdido, amenazado y desorientado, en paisajes de desolación que anticipan su caída y “quemado”, una referencia al mito de Faetón. Huidobro transita de la generalidad a la concreción histórica, aludiendo a la muerte de Cristo y relacionándola con la decadencia europea tras la Primera Guerra Mundial. Adopta un tono de negación y blasfemia, pero introduce también la esperanza de la Revolución Rusa. Este canto, ambicioso en su alcance, resume el resto del poema, que a veces cae en trivialidades y patetismo. Se exploran diversas búsquedas de salidas, culminando en la eternidad hallada en la poesía creativa como nueva forma de expresión.

Canto II: Oda a la Mujer y el Paraíso Perdido

El Canto II se centra en la figura femenina. Es un canto explícito y celebratorio, aunque su relación con el resto del poemario ha generado debate entre los críticos. Algunos lo consideran una desviación, mientras que otros lo integran como un paréntesis o un retorno al paraíso perdido de Altazor. Se presenta una visión idealizada y distante de la mujer, mitificada y convertida en objeto de un amor que parece suspender la caída de Altazor. La estrella simboliza el espacio pre-caída, el paraíso.

Canto III: Hacia una Nueva Poesía: Deconstrucción y Metapoesía

El Canto III retoma la posibilidad de una nueva poesía, adoptando un carácter metapoético y reflexivo sobre la escritura. Para que esta nueva poesía nazca, es necesaria una labor de liberación, deconstrucción y desaprendizaje de lo tradicional. Los primeros 24 versos son un manifiesto contra las ataduras y los caminos trillados. Reaparecen figuras como el aeronauta, el aviador y Adán, intercambiables con Altazor. Tras la liberación, el motivo central son las imágenes de transformación, ofreciendo un “mundo poético” al que el poema volverá. A partir del verso 44, el arte se convierte en discurso sobre sí mismo, con un ataque explícito a la poesía tradicional que Huidobro considera superada. La introducción del arpa, símbolo de la poesía clásica, ejemplifica lo que se rechaza. Se celebra el entierro de la poesía tradicional, en sintonía con las vanguardias, rechazando lo dramático y lo solemne. Esta intención se materializará en los cantos IV y V.

Cantos IV y V: Exploración y Experimentación Vanguardista

Los Cantos IV y V, con comienzos paralelos, se adentran en un campo inexplorado de visiones mágicas y maravillosas, casi de cuento infantil. Se configuran como un espacio verbal para la búsqueda, el ensayo y la experimentación de lo nuevo. Se despliegan numerosas búsquedas poéticas, ejemplificando el procedimiento de desautomatización que Huidobro aplica a la tradición y al mundo. Estos procedimientos se ordenan en series más o menos integradas en el poema. Los juegos de desautomatización del lenguaje alcanzan su extremo en el Canto V, con una extensa serie sobre el molino, que puede interpretarse como una burla de la rima tradicional y una máquina de generar poesía automática e inútil, que busca cansar al lector. Se destruye no solo la poesía, sino el lenguaje mismo.

Cantos VI y VII: Desintegración del Lenguaje y Grito Final

En el Canto VI, las palabras aún reconocibles en español flotan en la página, manteniendo algunos patrones rítmicos. El Canto VII, sin embargo, presenta palabras sin significado, marcando la caída final de Altazor en un grito de derrota o victoria. Huidobro escribe este poema tras su participación en la aventura de las vanguardias. Las lecturas son abiertas, pero el valor de Altazor reside en su demostración de esa aventura y su intento de lograr una poesía radicalmente nueva. Huidobro valora el intento, más allá del resultado final.

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