Experiencia Estética y Axiología: Percepción, Valoración y la Búsqueda del Gusto Ecuménico

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El conjunto de la experiencia estética incluye momentos de judicatividad y catarsis. La aisthesis incluye, a su vez, una hermenéusis, es decir, una dimensión de valoración, de interpretación (actividad valorativa-judicativa asignada al gusto, en correspondencia con la rehabilitación de las facultades inferiores: la sensibilidad y el sentimiento).

La intuición axiológica, que acompaña a la intuición sensible, a la percepción, forma una unidad experiencial, un acto perceptivo-valorativo. La percepción, la misma intuición sensible nos da el objeto (por su propia naturaleza), correlato de su acto, siempre de manera incompleta y abierta. La cosa material y sensible aparece escorzándose, revelando unos aspectos y ocultando otros.

Tanto la valoración como la percepción son potencialmente inadecuadas. El cumplimiento de lo dado en la proposición se da siempre en un acto de percepción, en el que se capta lo verdadero, donde el ente se da de inmediato. En la experiencia estimativa tenemos un cumplimiento de lo dado como valioso, existe una verdadera captación del valor (el valor se da en presencialidad inmediata). Es éste un atributo de segundo orden, de ahí que tenga que acompañar siempre a la percepción, ya que ésta representa el fundamento posibilitador. Todo acto de percepción es un acto de valoración. Por tanto, el objeto de la conciencia estimativa es el valor del ente, la conciencia axiológica está motivada, jerarquiza los valores, etc. En esta experiencia tenemos el cumplimiento de lo representado en el acto de imaginación frente al de la experiencia teórica, dónde tenemos una representación de los valores y del propio ente.

Cabe señalar que el cumplimiento de lo dado se da siempre en un acto de percepción, en el que se da su captación en presencialidad corpórea.

La materia de los actos estimativos o perceptivos-axiológicos está hecha de los sentimientos sensibles: es la materia para la estimación, añadiéndole los datos de los sentidos que forman la materia.

El mundo está compuesto de objetos o cosas que significan algo para el hombre; el objeto puede ser axiológicamente negativo, positivo e indiferente. El entendimiento es el que ayuda a objetivar el valor, contribuyendo a la objetivación y habitualización de los mismos. Existe una corrección o incorrección en el estimar.

La experiencia axiológica es horizóntica y teleológica: posibilita que las experiencias estimativas tiendan a una evidencia cada vez más perfecta y concordante. El gusto de cada cual participa de las preferencias, valoraciones o criterios ya establecidos. Pero el buen gusto ha de ser ecuménico, que no se vea ni epocal, ni cultural ni espacialmente restringido (es el que gusta de todo).

La estética intenta contribuir a una ecumene de la conciencia estética, para ser capaz de gustar la infinita riqueza de obras que se nos ofrecen. Se debe alcanzar un gusto y sensibilidad ecuménica, universal. El buen gusto es no tener gustos. Cada obra tiene su lugar, belleza y momento. Llegar a una estética que no se deje dominar es el objetivo, ya que el territorio del arte es el de la libertad.

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