Expansión económica y organización política del II Reich alemán

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1. La Inglaterra victoriana

Durante el reinado de Victoria I (1837-1901) el Reino Unido alcanzó su máxima expansión territorial, consolidó su desarrollo industrial y la monarquía parlamentaria como una auténtica democracia.

El desarrollo económico estuvo marcado por la libertad de comercio que, si bien perjudicó a la agricultura, generando éxodo rural, favorecíó a la industria. El objetivo de mantener la posición del Reino Unido como principal centro financiero llevó a los políticos británicos a dirigir la política exterior hacia la expansión imperialista.

Desde mediados del Siglo XIX la vida política inglesa giraba en torno a dos partidos, los tories o conservadores y los whigs o liberales. En 1893 se fundó el Partido Laborista que acabó desplazando a los Whigs.

En 1800 Irlanda y Gran Bretaña se unificaron formando el Reino Unido. Esta uníón no fue aceptada por los irlandeses. A partir de 1870, tras una grave crisis económica, el movimiento nacionalista irlandés se radicalizó. En 1886 Irlanda se convirtió en un territorio autónomo. En 1922 el Sur, republicano y católico,alcanzo su independencia.

2. Francia: del II Imperio a la III República

Después de la revolución de 1848, Francia se convirtió en una gran potencia económica y colonial, presidida por Luis Napoleón Bonaparte. En 1852 proclamó el II Imperio tomando el nombre de Napoleón III. Durante una primera etapa, hasta 1860, ejercíó el poder de forma autoritaria, defendiendo el orden y la autoridad como principios. En una segunda fase, hasta 1870, perdíó parte de sus apoyos lo que le obligó a hacer concesiones políticas hacia un régimen más liberal. Entre las concesiones destacan medidas como: la amnistía para los presos políticos, dar mayores atribuciones a las cámaras representativas, la libertad de prensa, el derecho a huelga y la libertad de asociación.

El temor de Napoleón III al progreso militar de Prusia le llevó a declarar la guerra a este país en Julio de 1870. La derrota francesa en Sedán (1870) precipitó la proclamación de la III República. En Marzo de 1871, con las tropas prusianas asediando la capital de Francia, estalló la revuelta de la Comuna de París. El gobierno provisional ordenó la intervención del ejército provocando una masacre.

A partir de 1880 se hicieron nuevas reformas de carácter republicano y democrático, como hacer la enseñanza estatal y laica. Posteriormente una avanzada legislación social. En la última etapa se instaló un ambiente prebélico que llevó al presidente Poincare a la “Uníón Sagrada” de todos los partidos contra la amenaza alemana. 3. El II Reich alemán

Tras la victoria sobre Francia en Sedán y la unificación de Alemania en torno a Prusia se creó el II Reich alemán, con Guillermo I como emperador (káiser). El equilibrio de poderes en Europa cambió con la aparición de esta gran potencia.

La economía alemana logró una gran expansión, destacando las industrias textil y siderúrgica, la minería y los transportes. La política ferroviaria, la unificación monetaria (con el marco), la creación del Banco Imperial y el proceso de concentración financiera y empresarial son las claves que explican el gran crecimiento económico que experimentó Alemania y la convirtió en la mayor potencia industrial de Europa a fines del Siglo XIX.

Bismark fue canciller desde 1871 hasta su dimisión en 1890. Para asegurar la paz interior se dirigíó contra los socialdemócratas a quienes consideraba el germen de la revolución, pero también aprobó tres leyes sociales que mejoraban las condiciones de los trabajadores. En política exterior desarrolló un sistema de alianzas con diversos países para evitar una posible revancha de Francia.

Tras la muerte de Guillermo I (1888), Bismark no sintonizó con la política social y exterior del nuevo emperador Guillermo II, por lo que dimitíó en 1890.

Guillermo II mostró gran interés por la expansión imperialista por lo que convirtió la política naval y armamentística en el eje de acción de su gobierno. El belicismo alemán despertó el recelo de los demás países europeos, lo que provocó cambios en las alianzas internacionales.

El Imperio austrohúngaro

El Imperio austrohúngaro tenía una enorme diversidad étnica, cultural y religiosa que favorecíó el surgimiento de nacionalismos y movimientos independentistas. Presentaba dos grandes conjuntos territoriales: Austria y Hungría. A mediados del Siglo XIX Austria intentó liderar la unificación de los pueblos de lengua alemana, pero su derrota ante Prusia (1866) lo impidió. A partir de 1867 la llamada “monarquía dual” únicamente compartía la figura del emperador y los ministerios de guerra, relaciones exteriores y finanzas. Esto soluciónó el problema húngaro pero no el de las restantes nacionalidades. Los problemas con los nacionalismos croata, esloveno, dálmata o serbio; junto con las ansias expansionistas de Austria-Hungría sobre los Balcanes, a costa del Imperio turco, provocaron una gran inestabilidad en la zona, origen de la llamada “cuestión de Oriente” o balcánica.

El Imperio ruso

Rusia fue el Imperio que menos cambios experimentó durante el Siglo XIX. Se parecía bastante a una monarquía absoluta. Rusia tenía una gran extensión territorial y manténía aspiraciones expansionistas hacia Extremo Oriente, hacia el sur y hacia el oeste.

La mayor parte de la población era eslava, pero incluía pueblos como los polacos, bálticos o bielorrusos que intentaban separarse del Imperio. En sentido contrario había una tendencia paneslavista que trataba de asimilar las minorías a la cultura eslava, de ella se deriva la política de rusificación practicada por los rusos.

Durante el reinado de Alejandro II se hicieron algunas reformas como la abolición de la servidumbre y el inicio de una tímida industrialización y red ferroviaria. Además se reprimieron los movimientos de oposición al zarismo, algunos practicaban el terrorismo y mataron al propio zar.

El reinado de Alejandro III destacó por el desarrollo económico de Rusia gracias a la reforma fiscal y a la captación de capital europeo (principalmente francés). La industrialización se impulsó desde el Estado, promoviendo sectores claves como el minero-metalúrgico y el ferrocarril (transiberiano). Políticamente mantuvo la persecución de todo tipo de oposición creando la policía política.

La política represiva se mantuvo durante todo el reinado de Nícolás II. Además apoyó la expansión imperialista hacia la zona oriental, siendo derrotados por Japón. Esta derrota y el descontento social condujeron a la revolución de 1905.

Imperio Turco

El Imperio otomano o turco se había formado en la Edad Media. En el Siglo XIX era un Estado complejo que, junto a la debilidad del gobierno central, presentaba una fuerte inestabilidad política.

Territorialmente abarcaba la península de Anatolia, los Balcanes, Oriente Próximo, parte de Arabía y norte de África, aunque en muchos casos era un dominio más teórico que real, disputado con ingleses y franceses.

El sultán era el soberano que encabezaba un Estado teocrático, que por su compleja administración y corrupción tenía al país arruinado. La necesidad de reformas llevó a un grupo denominado Jóvenes Turcos a dar un Golpe de Estado en 1876 pero no lograron los cambios deseados. Los problemas en los Balcanes y la dependencia financiera de Francia y el Reino Unido aceleraron su progresivo debilitamiento.

En 1909 tuvo lugar la revolución de los Jóvenes Turcos que motivó el cambio de sultán. Este nuevo sultán se acercó a Alemania porque desconfiaba de Rusia y Reino Unido. 


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