Existencialismo de Sartre: Contexto Histórico y Conceptos Clave

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Contexto Histórico de Jean-Paul Sartre

Jean-Paul Sartre (1905-1980) fue uno de los máximos representantes del existencialismo, una corriente filosófica que, si bien tiene sus antecedentes en el siglo XIX con Kierkegaard, surge en Europa en el siglo XX y alcanza su máximo apogeo entre las décadas de 1940 y 1960. El existencialismo se centra en la pregunta por el sentido de la vida. Algunos de los filósofos más destacados de este movimiento son Heidegger, Jaspers, Sartre, Simone de Beauvoir y Camus, entre otros. Para comprender el existencialismo, es fundamental tener en cuenta los grandes acontecimientos históricos que marcaron la época.

La Época de Entreguerras y la Postguerra

Sartre vivió la época de entreguerras (1914-1945) y la inmediata postguerra, periodo por excelencia del existencialismo. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Rusa (1917) generaron un clima de conflictividad social, la aparición de la sociedad de masas y el surgimiento de las vanguardias artísticas. Tras la crisis económica de 1929, se impusieron los sistemas totalitarios fascistas, que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial.

En el plano cultural, París seguía siendo el centro mundial de las vanguardias artísticas, literarias y filosóficas, como el surrealismo, el dadaísmo, el cubismo y el existencialismo. De este modo, el existencialismo se popularizó y Sartre se convirtió en uno de los filósofos más conocidos del mundo.

La Segunda Guerra Mundial y sus Consecuencias

La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto catastrófico para Occidente. La población civil sufrió las consecuencias de la guerra civil española, el Holocausto, las purgas soviéticas y la represión en la Europa ocupada por los nazis. Se desarrolló un sentimiento colectivo de absurdo y una pérdida del sentido de la vida. A partir de 1940, Francia fue ocupada por los nazis durante cinco años. Sartre, partidario del comunismo en esas fechas, se unió a la resistencia.

Al finalizar la guerra en 1945, Europa quedó empobrecida y desorientada moral y políticamente. Estados Unidos y la URSS se consolidaron como las dos potencias hegemónicas, mientras que los países europeos perdieron importancia política. Esto trajo como consecuencia el proceso de descolonización.

El Proceso de Descolonización

El proceso de descolonización de Asia y África, donde Francia aún mantenía colonias, se abrió paso tras la Segunda Guerra Mundial. Los países europeos perdieron su capacidad para mantener el control colonial, y los frentes de liberación nacional coloniales tomaron conciencia de sus posibilidades reales de liberarse de las metrópolis. Los existencialistas, y concretamente Sartre, desde posiciones izquierdistas, denunciaron la brutalidad e injusticia colonial y demandaron activamente la liberación de los países colonizados, a través de conferencias y revistas como Les Temps Modernes, fundada por Sartre y Merleau-Ponty.

Mayo del 68 y la Postmodernidad

El activismo político de Sartre y los existencialistas continuó con las protestas estudiantiles de mayo del 68, a las que se unieron los obreros. Sartre abandonó el partido comunista y se adhirió a la extrema izquierda maoísta. Colaboró con los estudiantes rebeldes y participó en las asambleas de la Sorbona, manifestaciones y huelgas.

La importancia del existencialismo se fue diluyendo a partir de los años 70 del siglo XX. En los años 80, se popularizó la postmodernidad, con autores como Lyotard y Vattimo. Los filósofos postmodernos criticaron la noción clásica de sujeto y el humanismo por considerarlos etnocéntricos; desconfiaron de las ideologías emancipatorias, incluidos el marxismo y el existencialismo; cuestionaron la noción de progreso y la existencia de un ideal sujeto humano a alcanzar; adoptaron un concepto retórico de la verdad, cercano a Nietzsche, y se alejaron de los grandes sistemas filosóficos. En general, los postmodernos denunciaron la filosofía moderna, incluido el existencialismo tal como se venía desarrollando desde la Ilustración.

Conceptos Clave del Existencialismo de Sartre

Angustia

La angustia es un sentimiento que no se conecta con un objeto del mundo, sino que tiene que ver con el propio ser y la libertad. Es la conciencia de la libertad. En último término, como vértigo, es la conciencia de ser absolutamente libre para vivir o morir. Sartre sigue a Kierkegaard (El concepto de la angustia, 1844) y a Heidegger (Ser y Tiempo, 1927), pero dota a la angustia de una función de apertura. Se sitúa no frente a la nada, sino frente al no ser absoluto o Nada (en sentido metafísico) que habita la realidad humana y es el principio de su libertad. Con la angustia aparece una nueva forma de acceder a la verdad, no la del racionalismo, sino la de la situación pre-ontológica que revela la contingencia de la existencia, como se expone en La Náusea.

Responsabilidad

La responsabilidad surge del hecho de existir, de estar en el mundo con otros, de estar en situación. Pero una situación que se elige libremente, por lo que la libertad es inseparable de la responsabilidad y compromete con toda la humanidad al crear una imagen del hombre que se estima que es la que debe ser. En relación a la situación histórica y social, se decide modificarla o denunciarla. Al elegir militar políticamente, por ejemplo, se afirma el valor universal de la militancia política. La responsabilidad es, por lo tanto, el resultado de la obligación moral de sacar las consecuencias ético-políticas de estar situado históricamente. Es el caso del escritor o intelectual. Es la responsabilidad, sobre todo, de llevar una vida auténtica y sin “mala fe”, sin autoengaño.

Proyecto

No hay nada más allá del proyecto. Es aquello a través de lo cual la realidad humana se realiza bajo la forma de la persona, definiendo el modo de vida y proyectándose al futuro, yendo constantemente más allá de lo dado. Libremente elegido, constituye la relación fundamental con la existencia. Designa la estructura del completo modo de vida de la persona. Tiene que ver con la noción de praxis en Sartre: la acción de un sujeto que se relaciona con su entorno en función de un fin. Toda praxis es la superación de las condiciones materiales hacia una finalidad puesta por un proyecto. El fin no existe más que en el libre proyecto de un organismo individual o grupo. La forma elemental de la praxis es la necesidad, una función que integra una multiplicidad de comportamientos en la unidad de un proyecto, que es el de conservar su vida. El proyecto articula el desarrollo del mundo tal como es designado por la “situación”. Solo puede cambiarse por medio de conversiones radicales.

Elección

Entendida desde la libertad fundamental y originaria, la elección es la elección que se hace de uno mismo sin poder dar razón de ella. Es contingente y radical, y se orienta al proyecto fundamental. Es un modo de ser en el mundo que surge en cuanto que el ser humano se mantiene en tensión entre los polos de la libertad y la facticidad (necesidad). Está íntimamente relacionada con el proyecto. No se puede elegir el propio ser, pero sí cómo algunas de sus características pueden ser relevantes, y esto es el fundamento de la moralidad y la responsabilidad. Es una autodeterminación, pues “somos lo que hacemos de nosotros”. No se puede escapar a esta elección radical, se está condenado a ser libre.

Visión Técnica del Mundo

Designa para Sartre la visión del mundo asentada en la idea de que la esencia funda la existencia, por lo que, en cierto modo, es constitutiva del pensamiento occidental desde los griegos. Con ella se presupone que todo lo que existe ha sido modelado o fabricado sobre la base de un diseño o receta que designaría su esencia, al modo del mundo de las ideas de Platón y el Demiurgo en cuanto productor. Aplicada al mundo, por lo tanto, presupone la idea de un artesano o Dios. El propio hombre sería un producto. Pero con la “muerte de Dios” y la pérdida de fundamento de lo trascendente y universal, Sartre saca la consecuencia de que debe invertirse esta relación entre esencia y existencia, pasando a considerarse el hombre como el ser que se autoproduce en sentido marxista y existencialista.

Existencialismo

Asociado sobre todo con Sartre, designa la filosofía y el modo de pensar que se centra en el análisis de la condición de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como el significado de la vida. Sartre considera que debe invertirse la relación entre esencia y existencia, considerando la existencia como lo primero con lo que uno se encuentra metafísicamente, de donde se derivaría la esencia como proyecto personal. Todo ello es consecuencia de la “muerte de Dios” y de la visión técnica del mundo, de manera que el hombre, arrojado al mundo, no es nada mientras “no haga algo de sí mismo”, pues no hay una naturaleza humana que determine a los individuos, sino que son sus actos los que determinan quiénes son, así como el significado de sus vidas. El existencialismo defiende que el individuo es libre y totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias externo a él. Podrían distinguirse tres escuelas: el existencialismo cristiano de Kierkegaard, el agnóstico de Heidegger y el ateo del propio Sartre.

Esencia y Existencia

La posición existencialista invierte su relación tradicional, considerando no que la esencia precede a la existencia, sino que no hay más que existencia desnuda o esta, al ser lo fundamental, obliga a determinarse, a darse una esencia que desde entonces será contingente y fruto de una libre elección y de un proyecto fundamental. En la articulación tradicional (Platón, Tomás de Aquino, Kant), la esencia es la sustancia permanente y universal de los existentes, y que, por lo tanto, reside en un plano racional y trascendente, como el mundo de las ideas. Es la base para el concepto de “visión técnica del mundo” en cuanto que todo es producido en base a su esencia. Pero la posición existencialista de Sartre le lleva a mantener que, al ser la existencia lo primero, el hombre debe autoproducirse. No hay separación entre esencia y existencia, por lo tanto, en Sartre: se dota de “esencia” (se articula una imagen del hombre) a través de la existencia.

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