La Existencia de Dios: Perspectivas de Santo Tomás de Aquino y Nietzsche
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Santo Tomás de Aquino: Las Cinco Vías para la Demostración de Dios
Santo Tomás de Aquino propone cinco vías para demostrar la existencia de Dios. Estas vías son a posteriori, lo que significa que parten de la experiencia sensible y se fundamentan en el principio de causalidad. Las tres primeras vías muestran una clara influencia de Aristóteles, mientras que la cuarta se inspira en Platón.
La Vía del Movimiento
Todo lo que se observa en la experiencia está sometido al movimiento. Siguiendo a Aristóteles, todo lo que se mueve es movido por otro. Dado que una serie infinita de motores es imposible, debe existir un Primer Motor Inmóvil, que es Dios.
La Vía de la Causalidad Eficiente
En el mundo sensible, se encuentra una serie de causas eficientes. Sin embargo, nada puede ser causa de sí mismo. Por lo tanto, debe haber una Primera Causa Eficiente, que es Dios.
La Vía de la Contingencia y la Necesidad
Todos los seres que observamos son contingentes; es decir, existen, pero podrían no existir, su existencia no es necesaria. Si todos los seres fueran contingentes, habría habido un tiempo en el que nada existió, lo cual es absurdo. Por consiguiente, debe existir un Ser Necesario, que es Dios.
La Vía de los Grados de Perfección
De manera platónica, en los seres se aprecian distintos grados de perfección (bondad, verdad, nobleza, etc.). Estos grados se aproximan a una perfección absoluta, que sirve como referencia y medida para todas las demás perfecciones. Este ser de perfección absoluta es Dios.
La Vía del Gobierno del Mundo (o Prueba Teleológica)
Se observa que los seres naturales, incluso aquellos que carecen de conocimiento, actúan con una finalidad. Este orden y dirección no pueden ser producto del azar, sino que deben estar guiados por una inteligencia externa que ordena todas las cosas hacia un fin. Esta inteligencia es Dios.
Santo Tomás razona que debe haber una causa que explique los efectos observados, de ahí que sus pruebas sean a posteriori. La idea central que anima estas demostraciones es que Dios es demostrable a través de sus efectos finitos y visibles, aunque su esencia sea conocida de forma imperfecta. Respecto a la creación del mundo, Santo Tomás considera que es indemostrable racionalmente, creyendo que Dios lo creó en el tiempo, un punto donde la razón y la fe no podían concordar plenamente.
Nietzsche: La Muerte de Dios y el Advenimiento del Superhombre
Friedrich Nietzsche aborda el problema de Dios y la crítica a la religión a través de los conceptos de ateísmo y nihilismo.
El Ateísmo Nietzscheano
Mediante el ateísmo, Nietzsche postula que Dios es un invento humano, creado por resentimiento a la vida. Defiende la vida como el valor fundamental y, por ello, proclama que Dios debe morir para que el hombre pueda vivir plenamente. Critica al cristianismo por oponerse a la vida y, en consecuencia, también a Platón, al considerar que el mundo de las ideas platónico está sostenido por los mismos principios decadentes que el cristianismo.
El Nihilismo y sus Consecuencias
El nihilismo es una consecuencia directa del ateísmo. Si se inventó otro mundo (el de Dios o las ideas) para dar sentido a este, es lógico que con la muerte de Dios se experimente una profunda falta de sentido. El nihilismo se manifiesta como la ausencia de valores, pero puede interpretarse de diversas formas:
- La cultura occidental es nihilista por poseer valores decadentes.
- También se refiere al momento en que esos valores desaparecen y no queda nada.
Sin embargo, Nietzsche propone una superación del nihilismo a través del superhombre (Übermensch), quien es capaz de afirmar y vivir la vida plenamente, incluso si esta carece de un sentido trascendente preestablecido.
La Metáfora del Camello, el León y el Niño
Nietzsche utiliza la metáfora del camello, el león y el niño para ilustrar la transformación del espíritu humano:
El Camello: El Espíritu de Carga
El camello representa al hombre que, cargado con el peso de la moral tradicional y los mandatos divinos, anda por el desierto. Se inclina ante Dios y obedece el 'tú debes'.
El León: El Espíritu Destructivo
El león simboliza la fase destructiva, donde el hombre se rebela, mata a Dios y destruye todos los valores impuestos. Es la afirmación del 'yo quiero', la voluntad de poder que rompe con las cadenas.
El Niño: El Espíritu Creador
El niño representa la etapa final, el superhombre. Descubre que tiene el poder de crear sus propios valores, se ríe de las antiguas cargas y acepta la vida tal como es, con inocencia y afirmación, creando un nuevo sentido.