Evolución del Urbanismo y Tendencias Arquitectónicas: De la Ciudad Jardín al High-Tech

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El Urbanismo y su Evolución

Los problemas de urbanismo no surgen hasta que se agudizan los problemas de habitabilidad de las ciudades con la industrialización. La enorme masa que inundó las ciudades lo hizo de modo anárquico, sin que importasen las condiciones de vida de los nuevos ciudadanos.

En el siglo XIX, el ansia de mejoras económicas lanzó al hombre agrario a la ciudad. Ocurre en poco tiempo, y las ciudades se crean en poco tiempo. Las situaciones dieron lugar a conflictos sociales. Aparece el proletariado como fuerza organizada, por ejemplo, y comenzaron a darse soluciones urbanísticas.

La Ciudad Jardín

La reacción ante el maquinismo y la concentración urbana llevó al hombre a volver a mirar a la naturaleza como terapia. Robert Owen planea en 1815 una ciudad nueva en la que combina agricultura e industria de modo que la ciudad resulte autosuficiente.

El principio básico de la ciudad jardín consiste en salvar la ciudad y el campo. La ciudad, de la congestión, y el campo, del abandono. Se planifican las comunidades de modo que no excedan los habitantes. Sus ocupaciones serán repartidas equilibradamente entre el campo y la industria. A este efecto se instalan ciertas industrias ceñidas por un cinturón agrario. Ninguna calle de tránsito excesivo cruza la ciudad. Las vías de gran densidad y el ferrocarril están fuera y comunican las diferentes ciudades jardín, y estas con la central.

La Ciudad Lineal

En 1882, Arturo Soria proyecta la ciudad lineal de Madrid, que consiste en un eje de más de cinco kilómetros alrededor del cual se alinean las casas. Detrás de ellas, sólo hay campo. El eje central es la vía común de comunicaciones. La mayor ventaja era el aprovechamiento de caminos, costas, ríos y el carácter lineal impedía la expansión transversal, con lo que nunca se perdía el contacto con el campo. La solución era válida para un número limitado de habitantes, pues conseguía el propósito fundamental de evitar la aglomeración y no perder el contacto con la naturaleza.

La Retícula

Se asemeja a un tejido nervioso en el que los núcleos de interés vienen determinados por plazas, monumentos o centros de servicios. Las uniones de estos lugares se trazan con lógica y dan gran fluidez al tráfico.

Es el sistema empleado por Haussmann, quien acomete en 1852 la tarea de remodelar París. Superpone al trazado antiguo uno más amplio, más funcional y más bello. Derribó manzanas enteras de casas y abrió amplias avenidas.

Había heredado del Barroco el gusto por las perspectivas teatrales y procuró que sus avenidas estuvieran cerradas por un monumento. Con ello consigue una estructura subyacente de centros de interés que es ajena a la retícula funcional y que es la que logra dar el verdadero corazón a la ciudad.

La Cuadrícula

Es el más simple y racional de los trazados, utilizado desde época griega. Una de las más interesantes es la de Ildefonso Cerdá en 1859 para Barcelona. Esta ciudad, con su doble actividad portuaria y textil, experimentó un incremento demográfico similar al del resto de Europa.

Cerdá combina el emparrillado clásico con el principio que origina las ciudades jardín.

En su modelo, Cerdá asigna un centro social cada 25 manzanas, un mercado por cada 100, un parque por cada 200 y un hospital por cada 400. Además, diseña una estación donde confluirían ferrocarriles, carruajes y barcos. Para salvar espacio y sanear el ambiente, prevé la plantación de árboles. Además, propone manzanas de dos lados, que rompe la monotonía de la trama ortogonal y que permitiría tener zonas verdes inmediatas a la vivienda. También incluyó chaflanes, que amplían la visibilidad y el espacio en todos los cruces.

El Postmodernismo en la Arquitectura

El postmodernismo, por un lado, permanece vinculado al moderno y al tardomoderno. Por otra parte, trata de ser aceptado por el público en general; por ello recurre al historicismo, los revivalismos, a los aspectos vernáculos de la región y hasta al kitsch.

La arquitectura posmoderna crea espacios sorprendentes, ambiguos, abandona la cuadrícula racionalista y recurre a plantas con ángulos oblicuos, a colores fuertes y absurdos y a efectos visuales equívocos. La posición postmoderna resulta aún más atractiva porque en su intento de ser aceptada por el público, logra unos espectaculares resultados utilizando la ornamentación y el simbolismo como elementos esenciales de su arquitectura.

Michael Graves, en su edificio The Portland, muestra que la construcción no es sólo una solución técnica, sino también decoración y escenografía. Robert Venturi trata de integrar en la arquitectura los elementos propios de la región a fin de hacerla más comunicativa. El Museo de Arte Allen y las clases Trubeck y Wislocki son ejemplos de su obra.

Ricardo Bofill (Barcelona, 1939) y su taller de arquitectura inician su tarea en un particular tardomoderno como el de los apartamentos Plexas y Xanadú, en Calpe, y los apartamentos El Castillo de Sitges. En ellos es singular la complejidad espacial y la búsqueda de una valiente expresividad de las formas. Posteriormente traslada su taller a París, donde hace Les Arcades du Lac, y los espacios de Abraxas, donde son muy significativos los rasgos historicistas.

Arquitectura High-Tech

High-Tech es un estilo arquitectónico basado en el empleo de tecnologías antes que meramente constituir una formalidad estilística. Desde el punto de vista europeo, el High-Tech es una forma de utilizar cristal y metal como materiales preferentes y que trata de apegarse a una forma muy rigurosa de expresión arquitectónica cuyas raíces están en la producción industrial de materiales, provenientes de campos como la construcción, la industria aeroespacial, por ejemplo, tomando tecnologías e imágenes tecnológicas que se aplican a las obras, diseñadas con una constante en mente: la flexibilidad.

Muchas veces se confunde el término High-Tech con la obra personal de algunos arquitectos, tales como Richard Rogers, Norman Foster, Nicolás Grimshaw o Michael Hopkins, quienes son los cuatro principales representantes de este movimiento. El High-Tech se trata de una forma de ver y hacer la arquitectura que está basada en personas que comparten formaciones similares; colaboran entre ellos; han compartido oficinas y en general tienen ideas muy similares. Los exponentes de la High-Tech creen que existe algo como “el espíritu de los tiempos” y que la arquitectura tiene la obligación moral de expresar este espíritu. Creen que el espíritu de nuestros tiempos está en la tecnología. Por lo tanto, la arquitectura debe hacer uso y participar en los descubrimientos tecnológicos. Su propósito es el de arrastrar a la arquitectura y a la construcción dentro del siglo XX.

Los diseños del grupo High-Tech no son soluciones constructivas económicas. En estos diseños siempre hay algo más que la ingeniería, lo que les da su valor agregado: son soluciones arquitectónicas y en esto radica su valor real. Los edificios High-Tech se parecen a máquinas en cuanto la máquina es más que una metáfora, es una fuente tecnológica y de imaginería. Las máquinas generalmente se producen masivamente, utilizando materiales sintéticos tales como metal, vidrio y plástico y tienen la apariencia característica de un objeto.

En la arquitectura High-Tech, los edificios parecen salidos de una cadena de montaje industrial. Basta ver el centro de artes visuales en Sainsbury de Foster, o el centro Schlumberger para la investigación en la universidad de Cambridge, de Michael Hopkins, para darse cuenta que ambos edificios, pensados para diferentes usos, tienen en común la simpleza de la estructura metálica y ser unas cajas metálicas muy bien proporcionadas que no tienen nada que ver con su entorno. La función y la expresión, la ingeniería y la arquitectura están en un delicado equilibrio.

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