Evolución Urbana en España: Etapas Clave y Características
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Principales Etapas del Proceso de Urbanización en España
La evolución de la ciudad española a lo largo del tiempo ha sido la siguiente:
La Ciudad Preindustrial
Gran parte de las ciudades más importantes del país presentan un largo pasado histórico. Cada época ha dejado su impronta en la configuración de la ciudad. La imagen actual está determinada por las sucesivas adecuaciones de la ciudad a cada momento histórico.
Orígenes y Época Romana
- Tras la etapa preurbana, las primeras ciudades de la Península surgen en la época de la colonización fenicia, púnica y griega (siglo VIII a. C.). Estos pueblos de comerciantes fundaron una serie de nuevas poblaciones a lo largo del litoral mediterráneo, entre las que destaca Cádiz, la primera ciudad de Occidente.
- La época romana representó un avance en la consolidación de la urbanización en la Península. Los romanos utilizaron la ciudad como vehículo de romanización, creando un modelo propio. Surgieron nuevas ciudades o colonias romanas, algunas sobre poblaciones preexistentes, como por ejemplo Corduba (Córdoba), Tarraco (Tarragona), Cartago Nova (Cartagena, Murcia), Emporion (Ampurias, Girona), Barcino (Barcelona).
Una aportación romana clave fue la implantación de un plano o trazado urbano de carácter geométrico, configurado a partir de dos ejes que se cortaban perpendicularmente: el cardus maximus, de orientación norte-sur, y el decumanus, de orientación este-oeste. En su interior, el espacio urbano se ordenaba en torno a un lugar central donde se localizaban los edificios públicos: el foro, el templo, el pretorio, etc.
Edad Media: Ciudades Cristianas y Musulmanas
Tras la caída del Imperio Romano, la urbanización peninsular sufrió un retroceso en la época medieval como consecuencia de la invasión de los pueblos bárbaros. Solo a partir del siglo X se asiste a un resurgimiento de las ciudades, propiciado por la apertura del Camino de Santiago y la intensificación del proceso de Reconquista y de repoblación. Se fundaron nuevas ciudades (Segovia, Ávila, Salamanca, Soria, Palencia, etc.) por razones militares (defensa de los territorios conquistados) o comerciales.
Entonces habitaban la Península dos pueblos con religiones, culturas y modos de vida diferentes, lo que se tradujo en dos modelos de ciudad: la cristiana y la musulmana.
- Ciudad Cristiana: La población vivía de la ganadería y la agricultura de secano. Las ciudades desempeñaban una función militar y estratégica, con pequeños recintos amurallados cuyas calles solían ser estrechas y estar bordeadas con pórticos y soportales. En el centro se situaba la plaza, donde se levantaba la iglesia, utilizada también como lugar para el mercado. Los planos urbanos de esta época podían ser radioconcéntricos, en cuadrícula o irregulares.
- Ciudad Musulmana: Gran parte de las ciudades musulmanas se fundaron sobre poblados anteriores. Solían emplazarse en lugares estratégicos por su carácter defensivo (Loja, Antequera, Lorca, Niebla, Toledo) o al lado de ríos y barrancos, que podían servir de defensa natural. Otras ciudades se situaron en lugares llanos, como Valencia, Sevilla, Córdoba o Écija. El paisaje de la ciudad islámica se caracterizaba por un conjunto apretado de edificios rodeados y protegidos por una muralla. Lo más representativo era su plano, con calles transversales o radiales de trazado sinuoso que enlazaban con las entradas o puertas de la ciudad. Las calles eran angostas, quebradas y torcidas; también eran frecuentes los callejones ciegos o sin salida, llamados adarves.
Renacimiento e Ilustración
- El Renacimiento y la Ilustración significaron etapas de prosperidad, traducidas en un aumento demográfico y en una intensificación del proceso de urbanización.
Esta creciente urbanización derivó en una mejora de las infraestructuras urbanas (puentes) y en una remodelación de la trama viaria, de modo que los antiguos trazados islámicos se sometieron a una mayor regularización. Como elementos significativos de la morfología urbana de esta época destacan la introducción de la plaza mayor y la creación de fortificaciones (murallas, ciudadelas).
Tras el paréntesis que representó el siglo XVII debido a la crisis económica, durante el siglo XVIII la ciudad experimentó una nueva etapa de florecimiento.