Evolución Urbana: Del Ensanche Burgués a la Periferia Moderna
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Evolución del Espacio Urbano: Del Ensanche Burgués a la Periferia
El Ensanche Burgués del Siglo XIX
El ensanche burgués del siglo XIX se caracterizó por la introducción de mejoras significativas en el espacio urbano. Estas incluían:
- Calzadas para tranvías y autobuses.
- Alumbrado público con farolas.
- Elementos de ocio y confort como marquesinas, bancos y quioscos.
- Embellecimiento urbano, destacando la introducción del árbol como elemento ornamental y la proliferación de fuentes y monumentos.
La trama urbana era compacta, compuesta por construcciones cerradas que formaban manzanas. Inicialmente, las edificaciones consistían en palacetes burgueses y villas ajardinadas, así como inmuebles de mediana altura. Con el tiempo, estos edificios se ampliaron, añadiendo áticos y sobreáticos. También se construyeron casas de viviendas más modestas y bloques de pisos, especialmente durante las décadas de 1960 y 1970.
El uso del suelo era predominantemente residencial burgués, debido a los altos precios. Sin embargo, algunos trabajadores se instalaron en sótanos, buhardillas y patios de las casas burguesas. Con el tiempo, el ensanche experimentó una transformación debido a su consolidación como espacio central de la ciudad. La mejora de la accesibilidad, gracias a la introducción del transporte urbano (tranvía eléctrico, autobús, automóvil y metro), impulsó la implantación de funciones terciarias: comercios (franquicias y comercio de alta calidad) y oficinas (bancos, seguros, despachos de abogados, médicos, arquitectos, notarios, etc.).
La Periferia Urbana: Origen y Transformación
La periferia urbana surgió a mediados del siglo XIX como respuesta a la demanda de suelo urbano para la construcción de viviendas asequibles para los obreros que llegaban a la ciudad para trabajar en las nuevas fábricas, y a la escasez de suelo para la instalación de industrias. En sus inicios, esta periferia carecía de una planificación adecuada.
Las industrias y los barrios obreros se ubicaron inicialmente en cualquier zona de la periferia, aunque con mayor frecuencia junto a las principales vías de acceso a la ciudad. La trama de los barrios obreros era cerrada y densa, característica de las viviendas de promoción privada. Predominaron, en un principio, las viviendas de pequeñas dimensiones (bloques de poca altura y viviendas unifamiliares o adosadas) y de baja calidad (viviendas de promoción oficial). Con el tiempo, estas viviendas fueron desapareciendo, dando paso a la construcción de torres de mayor altura, talleres, almacenes, centros comerciales, infraestructuras de transporte (vías férreas y carreteras) y equipamientos (aunque inicialmente escasos). También persistieron algunas zonas agrícolas.
En la actualidad, las antiguas zonas industriales y barrios obreros han quedado en una posición más céntrica dentro del espacio urbano. Esto ha provocado una revalorización del suelo, que ha sido ocupado por usos terciarios (centros comerciales o recreativos, campus universitarios, museos) o por zonas residenciales destinadas a personas con mayor poder adquisitivo. Los antiguos barrios obreros han sido remodelados y revalorizados. A partir de la década de 1990, han proliferado en la periferia las urbanizaciones de vivienda unifamiliar (aisladas o pareadas), impulsadas por el deseo de la clase media de un mayor contacto con la naturaleza y por la facilidad de acceso proporcionada por el automóvil.