Evolución del Teatro y la Poesía en España: Desde la Posguerra hasta el Siglo XXI

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El Teatro Español Posterior a 1939

El impulso de la Guerra Civil sobre la escena teatral fue tremendo. La muerte o exilio de autores, las presiones comerciales e ideológicas, y la censura marcaron la pobreza del teatro posterior a la guerra. La vida teatral se centró en Madrid y Barcelona, donde surgieron los teatros nacionales y los grupos universitarios de teatro. En el exilio, autores como Alberti, que escribió Noche de guerra en el Museo del Prado, ya que ayudó en la República a trasladar obras del museo hasta Valencia, Max Aub y Casona, con La dama del Alba, continuaron con una línea de teatro similar a la anterior a la guerra.

Década de los 40

El teatro da un giro, ya que se representa una realidad falsificada, condicionada a la clase burguesa y dirigida a su ideología. Hay dos tendencias: el teatro burgués y el teatro humorístico. El teatro burgués es heredado de la comedia de Benavente, con representantes como Calvo Sotelo o Pemán. El teatro humorístico sigue la idea de las vanguardias de la preguerra. Obras de esta tendencia, como Tres sombreros de copa de Mihura, que en un inicio fue incomprendida debido a su planteamiento. Mihura suaviza la carga crítica y alcanza el éxito con obras como Maribel y la extraña familia. Otro dramaturgo importante es Jardiel Poncela con Los ladrones somos gente honrada.

Década de los 50

Se inicia con el estreno de obras como Historia de una escalera y El tragaluz de Buero Vallejo, que junto a Mihura y Alfonso Sastre abren la puerta a un teatro existencial.

Buero Vallejo es el dramaturgo más importante del periodo franquista. Juega con una temática de carácter social y existencial. Se trata de un teatro problemático, sin solución aparente, para que el espectador llegue a sus propias conclusiones. Otros autores son Alfonso Sastre, con Escuadra hacia la muerte, y Lauro Olmo, con La camisa.

Década de los 60

Continúa la comedia burguesa con Buero Vallejo, y aparecen nuevos dramaturgos como Fernando Arrabal, con El cementerio de automóviles, y Francisco Nieva, con La carroza de plomo candente. A finales de época aparecen unos grupos teatrales independientes que tienden a la creación colectiva de las obras y rompen con las convenciones escénicas. Tras la dictadura y la llegada de la democracia, hay una expectación en el ámbito teatral. Se crean nuevos organismos como el Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Algunos dramaturgos son Fernando Fernán Gómez, con Las bicicletas son para el verano y Los verdes campos del Edén. Aparece un nuevo tipo de teatro costumbrista, por ejemplo, el de Alfonso de Santos con Bajarse al moro. Es destacable el éxito del teatro musical con obras como Los miserables.

Poesía Posterior a 1939 hasta Nuestros Días

El impacto de la Guerra Civil sobre la poesía supuso una ruptura en el intento de renovación que había tenido la Generación del 27. Hay que sumar la censura y autocensura. Destacan poetas exiliados como León Felipe, con Español del éxodo y del llanto, donde refleja los sentimientos de los exiliados. Como enlace generacional, Miguel Hernández rompe los esquemas de la poesía por ser autodidacta y evolucionar ideológicamente. Evoluciona desde El rayo que no cesa hasta Cancionero y romancero de ausencias.

La Poesía de los 40

Durante los primeros años de posguerra, la poesía muestra un tono belicista del franquismo. Hay dos revistas literarias: Escorial y Garcilaso. La poesía arraigada presenta una visión amable, positiva del mundo, no tiene en cuenta la penosa situación en la que se vivía durante estos años. Se caracteriza por la vuelta al intimismo, el formalismo clasicista y un lenguaje sencillo. Poetas arraigados son Leopoldo Panero, Luis Rosales, con La casa encendida, Dionisio Ridruejo, con Poesía en armas, y José García Nieto, con Geografía es amor. La poesía desarraigada permite a los poetas mostrar su disconformidad con el mundo, su desasosiego existencial y la protesta social y política. Su revista es Espadaña y sus autores son Dámaso Alonso, con Hijos de la ira, y Vicente Aleixandre, con Sombra del paraíso.

Poesía de los 50

Coincide con una relajación en el sistema político y hay menos represión y censura. Surge la poesía social en un intento de transformar la realidad. Los poetas son Blas de Otero, que participa en la guerra en el bando nacional y luego se acerca al comunismo, con Pido la paz y la palabra. Destaca Gabriel Celaya, que vive en la Residencia de Estudiantes, con Cantos iberos. José Hierro es un poeta de la vida, que fue preso y es existencial, con Cuanto sé de mí.

La Poesía de los 60

Los poetas fueron ligados cronológicamente a la mitad del siglo, escribieron la mayor parte de sus obras en los años 60, algunas en los 50. Se han ido despegando de la poesía social y consideran que su trabajo debe estar en consonancia con lo intimista. Ángel González, con Tratado de urbanismo, Jaime Gil de Biedma, con Poemas póstumos, José Ángel Valente, con La memoria y los signos, Claudio Rodríguez, con Don de la ebriedad.

Años 70

Se inician con una antología de José María Castellet: Nueve novísimos poetas. Los poetas destacados son Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Leopoldo María Panero y Luis Antonio de Villena. Tienen un estilo estético, preocupado por lo formal y por rehacer las vanguardias. Los temas están ligados a lo moderno, al cine (Marilyn Monroe), la música contemporánea y lo íntimo, marcado todo por un mensaje refinado.

Poesía Posterior a la Muerte de Franco

Experimenta un descenso de la experimentación. Los poetas más jóvenes vuelven la mirada a José Hierro, Gil de Biedma... En 1983 aparecen tres poetas granadinos que fueron García Montero, Álvaro Salvador y Javier Egea, formando el grupo de la nueva sentimentalidad, volviendo a una poesía intimista de emociones y de lo cotidiano con ambientación urbana. También aparece la poesía épica de calado moral con Julio Martínez Mesanza. Los poetas del silencio comparten una visión exigente de la poesía con Jaime Siles y Olvido García Valdés. En la corriente neosurrealista destacan Blanca Andreu, Juan Carlos Mestre y Luisa Castro. También aparece una poesía erótica liderada por mujeres como Ana Rossetti. Los poetas del siglo XXI, que Luis Antonio de Villena llamó en su libro La inteligencia y el hacha el grupo de los 2000.

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