Evolución del Teatro Español: Tendencias, Autores y Obras Esenciales (1939-2000)
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Marco Histórico
La crisis social y económica que sufrió España en las décadas de 1940 y 1950 impuso serias restricciones al teatro de la época: por un lado, las infraestructuras estaban desmanteladas; por otro, la censura vigilaba cualquier manifestación que pusiera en entredicho el «nuevo orden» establecido. Sin embargo, una serie de dramaturgos se empeñaron en devolver al teatro una función más comprometida con la realidad. El tema de lo que la Guerra Civil supuso para España y sus habitantes formó parte de esta reflexión y estuvo presente también en la novela y en la poesía.
Los Años 40: Teatro Continuista y Teatro de Humor
Al terminar la Guerra Civil, el teatro español había perdido a sus mejores dramaturgos (García Lorca, Valle-Inclán), y otros muchos exiliados. La posguerra fue muy perjudicial para el teatro, ya que luchaba contra una doble censura: la del propio texto y la de la representación, pues los empresarios se negaban a representar obras de crítica social por miedo.
No pudo llegar la influencia de la renovación teatral europea. Aislado, el teatro de la época tomó una doble dirección:
- Un teatro continuista, burgués, con temas como enredos amorosos, infidelidades, el honor y la honra. Eran comedias de evasión para un público burgués y acomodado. Autor representativo: Joaquín Calvo Sotelo.
- Un teatro cómico que criticaba levemente las costumbres de la burguesía sin atacarlas violentamente. Hubo dos escritores en esta corriente dignos de mención: Enrique Jardiel Poncela con su obra Eloísa está debajo de un almendro y Miguel Mihura, autor de Tres sombreros de copa. Estos autores introdujeron grandes dosis de absurdo.
Los Años 50: El Teatro Existencial y Social
Partiendo de un enfoque realista, empezaron a escribir teatro existencial y, más tarde, teatro social. Lograron criticar la sociedad de su época con un lenguaje fácil de entender, que imitaba el habla coloquial de la calle. Estos autores transmitieron mediante sus personajes la falta de libertad, la hipocresía, la desigualdad, la injusticia social, la falsa moral de la clase dominante, e incluso denunciaron la explotación de la clase obrera.
Varios autores han quedado como los más destacados: Antonio Buero Vallejo con Historia de una escalera y El tragaluz; y Alfonso Sastre con Escuadra hacia la muerte y La mordaza.
De 1960 a 1975: El Teatro Experimental
Poco a poco, la tímida apertura de la censura franquista permitió la entrada de corrientes como el «teatro del absurdo», el «teatro de la crueldad» o el «teatro pobre». Se produjo una amplia renovación dramática. Las novedades las podemos sintetizar en los siguientes puntos:
- El personaje dramático es un hombre sin rasgos, anónimo, que puede ser cualquiera de nosotros. Frecuentemente, los actores utilizan caretas.
- La intriga suele estar dispersa o fracturada: se rompe la estructura lineal de la historia.
- Los escenarios se vacían y carecen de luz.
- Aparecen algunos subgéneros dramáticos como el teatro de la crueldad, el teatro del absurdo y el metateatro (teatro sobre teatro).
Entre los dramaturgos más destacados tenemos a Francisco Nieva y Fernando Arrabal, con su obra El cementerio de coches.
En esta etapa de renovación se crearon también algunos grupos de teatro independiente que han llegado hasta nuestros días. Entre estos grupos destacan Els Joglars, Els Comediants y La Fura dels Baus, que aún hoy, décadas después, siguen siendo referentes del teatro español.
El Teatro Contemporáneo (1975-2000)
Los nuevos autores dramáticos se inclinan hacia la comedia realista, bien construida y que desarrolla temas de actualidad: la droga, la delincuencia, los conflictos amorosos contemporáneos y la corrupción política. Se abandona toda experimentación y se busca contar historias actuales, que resulten reconocibles para el espectador. Se trata de llevar al escenario el mundo en el que vivimos.
Quizás el autor más destacado sea José Luis Alonso de Santos con obras realistas como La estanquera de Vallecas. Por último, el actor Fernando Fernán Gómez también volvió la vista atrás hacia la Guerra Civil, reflejando la huella del conflicto en una familia humilde, con su obra Las bicicletas son para el verano.