Evolución del teatro español en el siglo XX: Del realismo al teatro renovador

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Teatro español del siglo XX: Corrientes, autores y obras clave

Es importante advertir del carácter especial de este género literario frente a la narrativa y a la poesía. Es un género literario que, aunque podamos conocerlo a través de la lectura, lo normal es la representación. El teatro va a estar sometido a condicionamientos económicos fuertes que lo condicionarán en un doble sentido. Por una parte, en el sentido ideológico y, por otra, en el sentido estético. Esto explica que el teatro español se divida en dos corrientes: el teatro que triunfa y el teatro de intenciones renovadoras.

El teatro que triunfa

En primer lugar, nos centraremos en el teatro que triunfa, que se divide a su vez en varias variantes.

Teatro realista

Primero, hablaremos del teatro realista, en donde el personaje más representativo es Jacinto Benavente, un madrileño de familia acomodada, que recibió un Premio Nobel. Su obra dramática refleja las costumbres sociales de la clase burguesa. Benavente escribió 172 obras de teatro, las primeras las más importantes. Era un hombre culto y preocupado por la decadencia cultural de España; podía haber sido el dramaturgo que revitalizara el teatro español, pero decidió ser un autor de éxito. De ahí que sus obras constituyan una crónica casi siempre amable o irónica de las preocupaciones y prejuicios burgueses. Sus obras se han clasificado según el lugar escénico. Los intereses creados es su obra más reconocida, en la que, mediante los personajes, crea una farsa guiñolesca que constituye una sátira de carácter universal.

Teatro poético

En segundo lugar, hablaremos del teatro poético, que es de signo antirrealista, que surge en conexión con la nueva estética modernista. Será el histórico el de mayor cultivo, aunque no el único. En esencia, es un teatro de carácter opuesto a la corriente ideológica del 98. Los principales representantes son, por una parte, Eduardo Marquina, quien cosechó grandes éxitos con sus dramas históricos como Las hijas del Cid, cuyas obras están compuestas por una sucesión de estampas con frecuentes fragmentos líricos. Por otra parte, las obras de los Hermanos Machado, que no ocupan un lugar importante en la dramaturgia. Sus obras son una pervivencia del teatro modernista, interesantes más por sus autores que por sus cualidades escénicas.

Teatro cómico

Por último, hablaremos del teatro cómico, que también se le puede denominar popular por el gran éxito de público que alcanzaron y por ciertas características de las obras, inspiradas muchas en ambientes castizos. Los principales autores son, por una parte, los Hermanos Álvarez Quintero, que llevaron a sus obras una Andalucía tópica. Es la Andalucía de la “gracia” y salero. Muestran solo la parte amable, en ningún momento aparece la Andalucía del hambre y de la miseria. Por otra parte, Muñoz Seca escribe obras descabelladas, sin más objetivos que provocar carcajadas. Se basa en el uso continuado de los juegos de palabras, deformaciones léxicas… Su obra más conocida es La venganza de don Mendo. Por último, Carlos Arniches, en su producción presenta dos facetas: por una parte, sainetes de ambiente madrileño, interesantes por el habla castiza y en el que se basa la gracia del diálogo y, por otra parte, la tragedia grotesca, con obras que funden lo sensible y lo conmovedor.

El teatro renovador

En segundo lugar, nos centraremos en el teatro renovador, que a su vez se divide en varias etapas.

Teatro en la generación del 98

En primer lugar, hablaremos del teatro en la generación del 98, en los que los autores de esta generación pretenden ensayar nuevas formas que se alejen del realismo. Sus obras no consiguen el éxito que premiaría su calidad, sobre todo porque el público está acostumbrado a otras representaciones. Los principales autores son, por una parte, Miguel de Unamuno, que también cultivó el teatro como medio de resolver su problema existencial, para plantear conflictos humanos. Para Unamuno, lo importante es lo dramático y no lo teatral. Por otra parte, Azorín proclama la necesidad de renovar el teatro y abrir en él nuevos cauces expresivos. Quería incorporar las nuevas tendencias del teatro europeo. Propone un teatro antirracista que permitía aflorar el mundo del subconsciente. Por último, Ramón del Valle-Inclán, creador de la dramaturgia más valiosa del siglo XX y su teatro supuso una de las extraordinarias aventuras del teatro europeo. Sus obras van trazando una trayectoria estilística que se puede dividir en:

  1. Ciclo modernista
  2. Ciclo de la farsa
  3. Ciclo esperpéntico
  4. Ciclo mítico
  5. Ciclo final

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