Evolución del Teatro Español: De la Posguerra a la Vanguardia (1940-1970)
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El género teatral ha sufrido diversos cambios entre 1940 y 1970. La calidad se ha visto mermada y se ha roto con el teatro vanguardista anterior. Esto se debe a varios factores: la muerte o el exilio de dramaturgos, la censura del régimen o la demanda del público burgués (que se alejaba del teatro intelectual). El período de posguerra abarca, pues, desde un teatro de evasión en la década de los 40 hasta un teatro comprometido a mediados de los 50 y un teatro experimental y vanguardista alrededor de los años 70.
Teatro Burgués, Poético y de Humor (Años 40-50)
Desde los años 40-50 alternan en los escenarios españoles diversos tipos de teatro. El teatro burgués supone el resurgir de la comedia benaventina y costumbrista, en la línea del teatro tradicional. Destaca por ser un teatro de entretenimiento, en el que destaca el cuidado formal (regla del decoro), trata temas burgueses, los personajes suelen ser acomodados y los ambientes confortables (de lujo). Sus autores más destacados son José Mª Pemán, con El divino impaciente, Juan Ignacio Luca de Tena con Don José, Pepe y Pepito y Joaquín Calvo Sotelo con La muralla.
El teatro poético, escrito en prosa poética, cuya temática se centra en el conflicto entre realidad y fantasía, la defensa del amor y la libertad. Destaca Alejandro Casona con sus obras Prohibido suicidarse en primavera y Los árboles mueren de pie.
Y el teatro de humor, que se toma como una forma de sobrellevar las duras condiciones de vida de la posguerra. Se caracteriza por situaciones inverosímiles y diálogos absurdos, propio del teatro del absurdo europeo (Beckett y Ionesco). Sus autores se tuvieron que adaptar a las exigencias del público, en el que estaba arraigado el teatro de corte tradicional. Destacan Enrique Jardiel Poncela, el cual hace un tipo de teatro inverosímil; este teatro recalca el absurdo escénico y la crítica social mediante el humor. Destacan sus obras Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones somos gente honrada. Por su parte, Miguel Mihura se dedica a criticar mediante un humor intelectual las imposiciones sociales y los convencionalismos. Suele crear situaciones absurdas mediante asociaciones ilógicas, juegos de palabras, etc. Su obra más representativa es Tres sombreros de copa, donde utiliza la ironía para ridiculizar la falsa moralidad de la época y los convencionalismos sociales.
Drama Social (Mediados de los 50)
Desde mediados de los 50 destacará el drama social, que tiene una decidida vocación de denuncia y compromiso con las clases más injustamente tratadas, como los obreros, los campesinos, las clases sociales desfavorecidas y empobrecidas… Reflejan y critican la realidad de la posguerra. Sus autores más destacados son Alfonso Sastre (La mordaza), Lauro Olmo (La camisa) y Antonio Buero Vallejo, el cual con su obra Historia de una escalera inicia una nueva etapa en el teatro español y rompe con los escenarios burgueses. Destaca porque los personajes encarnan actitudes opuestas, el público puede identificarse con los personajes, un gran detallismo en acotaciones, dimensión simbólica en personajes y escenografía. También escribirá El tragaluz.
Nuevo Teatro y Vanguardia (Años 60)
Finalmente, en los años 60 surgirá en el panorama dramático español un nuevo teatro. La paulatina apertura del régimen durante los años sesenta conlleva la entrada de influencias exteriores y una renovación dramática. Nace así el nuevo teatro con influencias vanguardistas. Hace una crítica a la sociedad de un modo alegórico y simbólico. Para comprender y valorar este teatro es necesaria la representación (nos aclarará aspectos del subtexto). En este teatro nacen dos tendencias: el teatro experimental, donde el texto no es prioritario, destaca la puesta en escena, los elementos plásticos. Destaca Pic-nic, de Fernando Arrabal; y el teatro vanguardista, el cual hace una crítica a las distintas dramaturgias de su tiempo. Recordamos a Francisco Nieva, con su obra Es bueno no tener cabeza. Este tipo de teatro dará lugar en las últimas décadas del siglo XX a las representaciones clásicas en los teatros nacionales y un teatro original y espectacular, propio de las nuevas compañías teatrales, como Akelarre, La Fura dels Baus y Els Joglars.