Evolución del Teatro Español de Posguerra: Humor, Existencialismo y Vanguardia

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b) El teatro de humor

Se desmarca del humor tradicional costumbrista y presenta aspectos renovadores muy importantes. Destacan los nombres de Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura.

Poncela crea el llamado teatro de lo inverosímil, que rompe con las fórmulas tradicionales, con la lógica racional, planta guerra abierta a los tópicos y se basa en diálogos brillantes y argumentos imprevisibles. Es, en definitiva, un teatro novedoso y hasta vanguardista, bastante incomprendido en su época. Entre sus obras, citamos Un marido de ida y vuelta, Eloísa está debajo de un almendro o Los habitantes de la casa deshabitada.

Mihura irrumpe con una obra audaz y vanguardista, Tres sombreros de copa, escrita antes de la guerra y estrenada 20 años más tarde (1951), y donde atacaba, con un lenguaje nuevo, las convenciones de la vida burguesa. La incomprensión de esta obra le obligó en cierto modo a venderse a los gustos del público y triunfó con un teatro de humor brillante y renovador, pero sin el compromiso ideológico de su primera obra. Otras obras: Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia.

c) El teatro existencial y social

En los años 50 se dan a conocer dos nuevos dramaturgos, Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre, que aportarán lo más importante del teatro de posguerra. Sus primeras obras (Historia de una escalera, de Vallejo, y Escuadra hacia la muerte, de Sastre) rompen con el teatro conformista vigente y lo abren a nuevos planteamientos con enfoque existencial, centrado en temas como las ilusiones frustradas, la soledad, la muerte, los imperativos morales, la realización personal

En los años sesenta, nuevos escritores seguirán los pasos de Buero Vallejo y Alfonso Sastre, y todos ellos crearán un teatro llamado del realismo social o de denuncia. Los temas de este teatro se centran en el trabajo alienante, los problemas de la emigración, la burocracia deshumanizadora, la falta de libertad, la explotación, etc. La estética es típicamente realista: diálogos crudos y directos, argumento lineal, decorados realistas, uso de elementos esperpénticos y a veces simbólicos. Los autores más representativos son Lauro Olmo, con La camisa (sobre el problema de la inmigración), Carlos Muñiz o José Martín Recuerda, con su obra Los salvajes en Puente San Gil, una parodia violenta de la España retrógrada e intolerante. Pero el autor más significativo de esta corriente sigue siendo Buero Vallejo, que ahonda en los problemas del individuo, aislado o en sociedad. En la temática social destacan sus dramas históricos, encarnados por personajes famosos y significativos de la historia de España (Goya, Velázquez, Larra, Esquilache…) que le sirven para denunciar los problemas de la España real: las injusticias, la incomprensión, el poder opresivo, la corrupción, etc. Su técnica sigue la estética realista, pero incorpora novedades, como los llamados efectos de inmersión (efectos especiales, música, luces…) con los que pretende implicar al espectador en la escena.

d) El teatro experimental de los años 70

En esta década aparece un nuevo teatro de carácter vanguardista o experimental que incorpora las novedades del llamado «teatro del absurdo» (de Ionesco o S. Beckett), o el teatro «épico» de B. Brecht o el teatro underground americano.

A nivel individual destaca la figura de Fernando Arrabal y su creación del teatro pánico. Sus primeras obras datan de los años 50, pero se exilia en París y su obra se conocerá en España en los años de la Transición. Su teatro es una mezcla de elementos surrealistas con el humor, el terror, el azar y la euforia, dice él mismo. Entre sus obras citamos Pic-Nic o El cementerio de automóviles. Martínez Mediero o Francisco Nieva también destacan por sus propuestas novedosas. A nivel colectivo destacan los llamados grupos de teatro independiente que rompen con el teatro tradicional y ofrecen montajes de obras colectivas donde es importante la improvisación, la expresión corporal, elementos tomados del mimo, del circo, la danza… aspectos lúdicos y efectos técnicos; todo ello por encima del texto o diálogo que pasa a un segundo plano o desaparece. No obstante, mantienen un tono muy crítico con los poderes oficiales, lo que les acarrea numerosas dificultades para hacer sus montajes.

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