Evolución del Teatro Español de Posguerra

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1. Introducción: El Teatro del Exilio

Tras la Guerra Civil, el panorama teatral no se mostraba prometedor, con obras de baja calidad artística, mediocres, humorísticas e intrascendentes. Los autores más importantes se abrían camino con dificultad. Algunos motivos de esta situación fueron:

  • La muerte de Valle-Inclán y Lorca, en 1936, que interrumpió la línea renovadora del teatro que promovían.
  • El exilio de autores como Max Aub, Alberti o Alejandro Casona, que alejó de los escenarios el teatro de calidad, aunque en el exilio había mucha actividad (Alberti: El adefesio; Salinas: Judit y el tirano; Max Aub: San Juan; Alejandro Casona: Prohibido suicidarse en primavera).
  • La censura previa, que recortó muchos temas.
  • El público, sobre todo burgués, que prefería un teatro sencillo y tradicional.
  • El interés principalmente económico de los empresarios.
  • El centralismo, que redujo el teatro representado a Madrid y Barcelona.

2. El Teatro de la España de Posguerra (Años 40)

Se distinguen tres tipos:

2.1. El Teatro de Alta Comedia (o Burguesa)

Comedia burguesa en la línea de Jacinto Benavente, con asuntos amorosos e infidelidades, que mezcla el humor y el sentimentalismo, y tiene un final feliz. Su finalidad era el entretenimiento con una "amable" crítica de las costumbres y una defensa de los valores tradicionales. Tuvo gran éxito de público: diálogos cuidados, habilidad en la trama, atención al lenguaje literario, ambientes confortables y escenografía de lujo. Autores famosos fueron José María Pemán, José Ignacio Luca de Tena y Joaquín Calvo Sotelo y, más tarde (años 50/60), Alfonso Paso.

2.2. El Teatro Poético o de Ensueño

Teatro en prosa poética con rasgos variados: sátira burlesca, farsa fantástica, sainete y teatro de evasión. Son obras hábilmente construidas en todos sus aspectos (intriga, personajes, humor...); mezcla de humor, ternura y nostalgia; los personajes cultivan la pasión por la fantasía y la felicidad. Autores destacados son Edgar Neville y Alejandro Casona. Alejandro Casona escribe gran parte de su obra en el exilio y es a su regreso, en 1962, cuando alcanza gran éxito en España (La sirena varada, Nuestra Natacha). En sus obras busca la universalidad, el idealismo, el humanismo y el lirismo (un lenguaje más poético).

2.3. El Teatro de Humor (Cómico)

Al margen del teatro continuista, aparece un teatro de humor renovado, con situaciones insólitas y un lenguaje ingenioso y nada convencional. En esta línea destacan dos autores que habían comenzado su carrera antes de la guerra: Jardiel Poncela y Miguel Mihura.

2.3.1. Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)

Con obras como Eloísa está debajo de un almendro (1940) y Los ladrones somos gente honrada (1941). Le caracterizan:

  • Un humor de raíz intelectual, con un tratamiento lógico del absurdo.
  • La atemporalidad del conflicto.
  • El encadenamiento de situaciones inverosímiles, partiendo de un hecho también inverosímil, con un lenguaje destipificado, que no refleja ninguna clase social. Recurre a los contrastes, lo inesperado, el miedo.
  • Sus personajes se caracterizan por el hecho de tener tics, manías...

2.3.2. Miguel Mihura (1906-1977)

Considerado como precursor del teatro del absurdo europeo y de gran importancia por su carácter innovador, sobre todo, con su primera obra Tres sombreros de copa (1932), aunque estrenada en 1952, donde une humor y vanguardia y satiriza la mediocridad de la burguesía de provincias. La comicidad de su teatro reside en la ruptura de lo lógico, para crear situaciones absurdas. Otras obras suyas son Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.

3. El Teatro Existencial y Social (Años 50)

En la década de los 50 aparece un teatro inconformista y preocupado, que recoge la frustración vital. Se desarrolla paralelo al teatro del humor. Se sitúa en la misma línea que la novela y poesía sociales: los dramaturgos tratan de reflejar la violencia e injusticia social de la posguerra y denunciarla. Algunas de sus características son:

  • Se busca la obra bien hecha, con argumento lógico y consecuente; aunque, a veces, hay saltos en el tiempo, escenas simultáneas o narraciones que interrumpen la acción.
  • Se cuida la evolución psicológica de los personajes.
  • Se persigue la identificación del público con los personajes, para que vivan los conflictos que se escenifican.

Buero Vallejo y Alfonso Sastre son los autores más representativos; el primero, en la creación de un teatro social y de testimonio; el segundo, en un teatro político y comprometido. Hay una obra y una fecha claves: Historia de una escalera (1949), de Buero Vallejo, a la que hay que añadir Escuadra hacia la muerte (1953), de Alfonso Sastre. Ambos autores evolucionarán desde estos comienzos existenciales hacia el teatro social. A partir de 1955 surge en todos los géneros una orientación hacia lo social. En teatro, las obras de esta corriente abordan problemas como la deshumanización burocrática, la esclavitud del trabajador. La actitud del dramaturgo es crítica o de protesta. En cuanto a la técnica narrativa, todas las obras son realistas: la censura hace difícil la representación de muchas obras. Los autores más significativos de esta época son:

  • Antonio Buero Vallejo (1916-2000): Es el dramaturgo más importante de posguerra. Su obra tiene en común la defensa de la dignidad del hombre, de la libertad y la denuncia de las injusticias. Su teatro evoluciona paralelamente a la literatura de la época: etapa existencial, con Historia de una escalera; etapa social, con El tragaluz, El concierto de San Ovidio o Un soñador para un pueblo (en esta etapa sortea la censura recreando hechos históricos para denunciar situaciones actuales); etapa experimental, con La Fundación.
  • Alfonso Sastre: Es el autor más genuino del teatro social comprometido y además se convierte en su "teorizador", ya que expone sus tesis en su libro Drama y sociedad. Además de su primera obra, ya citada, es autor de La mordaza y Muerte en el barrio. La misión del teatro para Sastre consiste en transformar la sociedad injusta en la que vive el ser humano. Es lo que él denomina un arte de urgencia llamado 'social-realismo'.

4. El Teatro Experimental y Renovador (Años 60 y 70)

En los años 60 y 70, la influencia de la vanguardia europea (Artaud y Grotowski) y del teatro del absurdo (Ionesco y Beckett) facilitó el inicio de un teatro que ha recibido la denominación de "teatro subterráneo". Se basaba en dar prioridad al espectáculo y las técnicas audiovisuales frente al texto literario. Entre los autores más importantes, destacan Francisco Nieva (Coronada y el toro) y Fernando Arrabal, creador del "teatro pánico" (o grupo pánico), con sus obras El triciclo y El cementerio de automóviles. También es destacable la labor renovadora que realizaron los grupos de teatro independiente como el TEI, Tábano y Els Joglars. Un caso especial es el de Antonio Gala, que combina la comedia de salón con el teatro existencial y simbolista (Los verdes campos del Edén).

5. El Teatro a Partir de 1975 (Teatro Actual)

Con la llegada de la democracia, se produce una recuperación del teatro: se elimina la censura y vuelven los escritores exiliados. Desde la década de los ochenta, el teatro se caracteriza por la libertad y dispersión de tendencias.

  • Uno de los apoyos más significativos fue la creación del Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, poniendo al frente de ellos a actores y dramaturgos de prestigio, como Adolfo Marsillach, Miguel Narros y Nuria Espert, apostando por grandes montajes y por la recuperación de los clásicos de todas las épocas. Aun así, no se logra alcanzar el auge del género.
  • Continúa la labor iniciada por los grupos experimentales, algunos de los cuales se convierten en compañías estables y continúan en la actualidad (La Fura dels Baus, Els Joglars, Los Goliardos…). Desarrollan lenguajes teatrales propios, aunque predominando el afán de renovación. Se potencian los elementos estéticos y audiovisuales (música, vestuario, nuevas tecnologías) y se amplía el espacio escénico con la incorporación del público.
  • También, a partir de 1975 se ve otra tendencia que es la vuelta a la tradición: los nuevos dramaturgos se inclinan por una comedia neorrealista que desarrolla temas de actualidad: droga, paro, delincuencia, aunque tratados de manera costumbrista y con un matiz irónico.
  • Algunos autores y obras reconocidas son: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro); J. Sanchís Sinisterra con ¡Ay, Carmela!; y Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano, obra ambientada en la Guerra Civil.

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