Evolución del Teatro Español hasta la Guerra Civil: Conservadurismo e Innovación

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El Teatro Español hasta 1939: Tradición y Vanguardia

Contexto Previo a la Guerra Civil

Antes de la Guerra Civil (1936-1939), el teatro español se inclinaba hacia tendencias decimonónicas, como el drama realista burgués, el teatro en verso y la comedia costumbrista. A pesar de los esfuerzos de numerosos dramaturgos por renovar el panorama teatral, se rechazaba cualquier intento de ruptura con esa situación anquilosada. Estos dramaturgos, defensores de un teatro intelectual acorde con los tiempos y las nuevas tendencias desarrolladas fuera de España, buscaban implementar recursos técnicos innovadores y temas propios del siglo XX. Este periodo se conoce como la Edad de Plata de la literatura española.

1. El Teatro Comercial o Conservador

Este tipo de teatro accedía fácilmente a los escenarios y se caracterizaba por su conservadurismo, tanto escénico como ideológico. Continuador de la alta comedia de finales del siglo XIX, tenía en Echegaray a su mentor. Dentro de esta línea, se distinguen tres tendencias:

  • a. La comedia burguesa: Jacinto Benavente es su máximo exponente. Su obra Los intereses creados es una farsa que encierra una cínica visión de los ideales burgueses, prudentemente edulcorada. En 1922, se le concedió el Premio Nobel, hecho criticado por los jóvenes escritores que lo consideraban conservador y ñoño.
  • b. El teatro en verso: De corte modernista y neorromántico, con una orientación tradicionalista. Aquí se encuadran dramaturgos como Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa y los hermanos Manuel y Antonio Machado, con obras escritas en colaboración como Juan de Mañara, Las adelfas o La Lola se va a los puertos.
  • c. El teatro cómico: Representado por los hermanos Álvarez Quintero, que presentan en sus obras la imagen de una Andalucía superficial, tópica e incluso falseada. También destacan Carlos Arniches y Pedro Muñoz Seca.

2. El Teatro Intelectual o de Innovación

a. El Teatro de los Autores del 98

Al margen de pretensiones comerciales, autores como Unamuno, Azorín, Valle-Inclán y Jacinto Grau pretendían hacer un teatro que sirviera como cauce para la expresión de sus conflictos religiosos, existenciales y sociales (en esta última faceta destaca Valle-Inclán). Crearon un teatro intelectual y complejo, enlazando con las tendencias filosóficas y teatrales más renovadoras del panorama occidental de la época. Técnicamente, intentaron romper definitivamente con las formas realistas de la representación, aspecto en el que destaca Ramón María del Valle-Inclán.

Ramón María del Valle-Inclán

Quizá el dramaturgo más carismático de estas tentativas renovadoras fue Ramón María del Valle-Inclán, descrito como “la mejor máscara a pie que cruzaba la calle de Alcalá”: manco, con melenas y largas “barbas de chivo”, con capa, chambergo y chalina. Mordaz y generoso, exquisito y paradójico. Bajo su excentricidad bohemia se ocultaban un violento inconformismo (ideológicamente, pasó de un tradicionalismo inicial a posiciones progresistas cada vez más radicales) y una entrega rigurosa a su trabajo de escritor, en permanente búsqueda de formas nuevas.

La evolución del teatro de Valle-Inclán es similar a la de su obra narrativa, con una actitud antirrealista que se manifestó en dos posturas estéticas distintas:

  • El modernismo: Presente en sus primeras obras dramáticas, como Comedias bárbaras. En ellas aparece el ambiente rural gallego, con toda su miseria, plagado de personajes extraños, violentos o tarados, con grandes pasiones y presididos por el hidalgo tiránico Don Juan de Montenegro. Aunque en estas obras prevalece el esteticismo modernista, ya apuntan algunos rasgos que preludian el esperpento.
  • El esperpento: Se manifiesta en obras como Luces de bohemia (1920) y la trilogía Martes de carnaval (Los cuernos de Don Friolera, 1921; Las galas del difunto, 1926; La hija del capitán, 1927). El esperpento es una deformación sistemática de la realidad para manifestar sus aspectos más absurdos. Los procedimientos para esperpentizar son: convertir a los personajes en seres grotescos, frecuentemente animalizados; reducirlos a simples fantoches o marionetas; crear situaciones con violentos contrastes; y usar un lenguaje deformado mediante arcaísmos, localismos y términos procedentes del lenguaje del hampa y del caló.

Luces de bohemia narra la última noche de la vida de Max Estrella, poeta miserable y ciego, inspirado en Alejandro Sawa. A partir de esa figura real, la obra cobra unas dimensiones que trascienden la anécdota del fracaso y la muerte de un escritor mediocre, convirtiéndose en una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva y absurda; una España donde, según Valle, no encuentran sitio la pureza, la honestidad o el arte noble.

b. El Teatro en la Generación del 27

Aunque la mayor parte de la producción de la Generación del 27 es poética, varios de sus miembros se sintieron tentados por el teatro. Son interesantes las obras de Rafael Alberti, como El adefesio. Además, esta generación presenta dramaturgos puros como Alejandro Casona y Max Aub. Sin embargo, entre los autores del 27 destacó Federico García Lorca.

Federico García Lorca

Su obra puede agruparse en tres grandes bloques:

  • 1. Primeras piezas teatrales: En 1920 estrena El maleficio de la mariposa, obra de influencia modernista sobre el amor entre una cucaracha y una linda mariposa, que inaugura el tema fundamental de la dramaturgia lorquiana: la insatisfacción amorosa. El estreno fue un fracaso, del que Lorca se resarció pronto con Mariana Pineda, drama histórico basado en la heroína ajusticiada por Fernando VII en Granada por haber bordado una bandera liberal. A estas dos obras se unen las farsas trágicas sobre amores desgraciados de La zapatera prodigiosa y Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín.
  • 2. Teatro vanguardista de principios de los años 30: En estos años, Lorca sufre una doble crisis vital y estética. En lo vital, la crisis tiene que ver con su homosexualidad; en lo estético, se replantea su creación debido, sobre todo, al influjo del surrealismo (sus amigos Dalí y Buñuel ya se habían lanzado de lleno a esta estética). Escribe bajo este influjo obras de difícil representación, como El público y Así que pasen cinco años.
  • 3. La etapa de plenitud: Lorca escribe durante los años treinta obras teatrales que sí alcanzan el éxito comercial: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores y La casa de Bernarda Alba. Todas ellas tienen en común el protagonismo de las mujeres, cuya situación de marginación social es tema común en las cuatro.

En Bodas de sangre (una novia huye con su antiguo novio el día de su boda) aparecen temas conocidos de Lorca, como el amor, la violencia, la muerte y las normas sociales represoras. Yerma aborda otros temas muy lorquianos: la esterilidad, la opresión de la mujer y el anhelo de realización que choca con la moral tradicional. Doña Rosita la soltera nos presenta el tema de la espera inútil del amor, asomándose a la situación de la mujer en la burguesía urbana y a la soltería de las señoritas de provincias, que se marchitan como las flores, como señala el propio Lorca. La casa de Bernarda Alba presenta el conflicto entre el autoritarismo de Bernarda, que ha decretado ocho años de luto y aislamiento para todos los suyos, y el deseo de libertad de sus cinco hijas. El conflicto se resuelve con el suicidio de la hija menor y la sumisión de las demás hijas a la voluntad de la madre.

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