Evolución Social y Orígenes del Movimiento Obrero en la España del Siglo XIX
Transformaciones Sociales en España Durante el Siglo XIX
La población española creció ininterrumpidamente a lo largo del siglo XIX. A pesar de una alta tasa de natalidad, el crecimiento fue inferior al de la media europea debido al mantenimiento de altas tasas de mortalidad y una reducida esperanza de vida. Problemas de desnutrición y epidemias fueron las causas de que se mantuviese un modelo demográfico antiguo.
La distribución de la población en España acentuó el mayor peso de la periferia sobre el interior. El éxodo rural de los pueblos a las ciudades empezó tarde y fue incompleto. Únicamente Barcelona y Madrid experimentaron un crecimiento urbano importante. En la segunda mitad del siglo se recuperó la emigración hacia América, especialmente desde Galicia y Canarias; además de Andalucía y el Levante, partirá emigración hasta el norte de África.
El sistema liberal puso fin a la sociedad estamental, proclamando la igualdad jurídica de todos los ciudadanos. El dinero, y no la ley, marcará la pertenencia a una clase social.
La nobleza perdió sus privilegios, pero mantuvo su nivel económico y, aliada con la burguesía, formó la nueva clase social dominante.
Las desamortizaciones y exclaustraciones restaron poder a la Iglesia y el número de sus miembros disminuyó. Su influencia social, sin embargo, siguió siendo elevada y las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza incrementaron su número y prestigio.
Las nuevas clases sociales eran grupos abiertos y de formación heterogénea. Dentro de la burguesía podía diferenciarse una clase dominante, formada por la élite del dinero, y una pequeña y mediana burguesía.
En el otro extremo, la clase trabajadora podía diferenciarse por su pertenencia al mundo urbano o al mundo rural. Sus duras condiciones de vida determinaron una amplia complicidad social y la formación de partidos políticos y sindicatos propios del movimiento obrero.
Especialmente difícil era la situación en el campo, donde la reforma agraria había reforzado la concentración de la tierra en pocas manos y había más de dos millones y medio de jornaleros sin tierra.
El Movimiento Obrero en España
Las primeras manifestaciones de protesta obrera (1821 Alcoy, 1835 incendio de la fábrica Bonaplata) se inscriben en el movimiento llamado Ludismo, que hacía responsable a las máquinas de las duras condiciones de vida.
Los primeros intentos organizativos adoptaron la forma de sociedades de socorro mutuo con el objetivo de ofrecer protección a los asociados en situaciones de paro o enfermedad, compensando la ausencia de cualquier sistema de previsión.
La reclamación obrera en estos momentos se centrará en el derecho a asociarse. Junto a las protestas de los obreros industriales, la situación en el campo provocó numerosos levantamientos y actos de violencia reclamando el reparto de las tierras, lo que servirá de caldo de cultivo para la extensión del bandolerismo y la rápida aceptación de los ideales anarquistas entre el campesinado andaluz.
El cooperativismo de los primeros socialistas utópicos llegó a España traído por miembros de los partidos demócrata y republicano, como Fernando Garrido y Sixto Cámara.
Tras la revolución de 1868 llegó a España la Internacional, introducida por Giuseppe Farinelli, enviado por Bakunin. El primer congreso de la Federación Regional Española de la AIT se celebró en Barcelona en 1870, declarándose a favor del apoliticismo y adoptando como arma de lucha la huelga general.
La división entre anarquistas y marxistas dentro de la AIT se dejó sentir también en España, donde Paul Lafargue, yerno de Marx, en contacto con Pablo Iglesias, impulsó la formación en Madrid de un grupo de orientación marxista favorable a la conquista del poder por medios políticos.
Corrientes del Movimiento Obrero
- Corriente Anarquista: Mayoritaria, con fuerte implantación entre los obreros industriales catalanes y en el campo andaluz. En el siglo XX formarán el sindicato CNT, que adoptaron el anarcosindicalismo.
- Corriente Marxista: Creó, en 1879, el PSOE, encabezado por Pablo Iglesias, y más tarde la UGT. Sus objetivos a corto plazo incluían una serie de reformas políticas y sociales (derecho de asociación y reunión, prohibición del trabajo infantil, reducción de la jornada). Su mayor implantación se dio entre los obreros de Madrid, País Vasco y Asturias, pero su crecimiento fue lento.
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