Evolución del Retrato Romano: De la República al Imperio

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Evolución Cronológica del Retrato Romano

A) Etapa Republicana

Durante la República se realizan las esculturas más antiguas, las imágines maiorum, que eran representaciones funerarias obtenidas tras hacer una mascarilla del rostro del difunto. El resultado eran retratos rígidos y sin expresión. En la Roma republicana, el culto a los antepasados (lares, manes y penates) se manifestaba con la elaboración de bustos para ser colocados en el altar familiar. Con el tiempo, la técnica de la mascarilla se aplicó a personas vivas, logrando un perfecto estudio de la anatomía de la cabeza. Otros escultores optaban por tomar un modelo y esculpirlo directamente, pintándolo después por influencia griega. El pequeño tamaño de los bustos y la escasa profundidad de la talla son característicos de esta época. La forma del pelo y su disposición también son distintivos: la mujer llevaba un peinado sencillo con la raya en medio y los hombres, pelo corto. Como resultado, se lograba una gran fidelidad al aspecto del retratado.

B) Etapa Imperial

Dinastía Julio-Augustea

En época imperial, con la llegada al poder de Augusto y el cambio de era, se inicia una labor propagandística que se extiende por todos los territorios del Imperio, impulsando el desarrollo del retrato. Estos retratos estarán idealizados por influencia griega, aunque los rasgos son muy reales. A diferencia de la época anterior, se va eliminando gradualmente la pintura de las estatuas, sustituyéndola por incrustaciones de piedras o enfatizando el pelo y los ojos para dar sensación de claroscuro.

Augusto César

Uno de los motivos más representados es la imagen de Augusto César, en la que se le muestra con funciones militares y religiosas. Entre las esculturas más importantes se encuentra el Augusto de Prima Porta, donde el emperador aparece representado con los atributos de cónsul. La copia en mármol es del año 14 d.C., aunque el original de bronce era del siglo I a.C. Además de cónsul, Augusto también es representado como jefe del ejército en el momento de animar a sus tropas. Viste una coraza musculada decorada con relieves en los que aparecen representados el cielo, la tierra y el sol, los dioses Apolo y Diana, y episodios bélicos de su gobierno. El brazo derecho está levantado, mientras que la mano izquierda llevaría una vara de mando a la vez que se recoge la túnica, mostrando influencia helenística. Se trata de un retrato fiel del emperador que en su origen estuvo policromado. Los retratos de Augusto lo muestran como él quiso ser recordado: joven, melancólico y agobiado por sus responsabilidades. El delfín y el Cupido que aparecen a sus pies recuerdan el origen divino de Augusto, que decía ser descendiente de la diosa Venus. El aparecer descalzo también refuerza su aspecto divino. Esta figura de Augusto está inspirada en el Doríforo de Polícleto. El resto de miembros de la dinastía Julio-Augustea (Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón) se retrataron de forma similar.

Dinastía Flavia

Durante esta etapa se abandonaron las influencias griegas, quedando la búsqueda de perfección en un segundo plano. Lejos del equilibrio y la armonía, se resalta el realismo, aunque sin profundizar en la psicología del retratado. Los defectos físicos no se ocultan y las figuras adquieren mayor naturalismo gracias a los escorzos. Esta evolución también afecta a los peinados de las mujeres, mucho más complicados y elaborados, hechos mediante la técnica del trépano (punzón con el que se va horadando y profundizando para aumentar el contraste de claroscuro).

Dinastía Ulpio-Aelia (Adriano)

Durante el gobierno de Adriano regresa la influencia griega. La técnica del trépano, mucho más evolucionada, se aplica también en barbas, se talla el iris y el párpado del ojo… Los bustos serán de mayor tamaño, destacando el Retrato de Adriano y El esclavo Antinoo.

Dinastía de los Antoninos

Durante esta época, las esculturas ganan en monumentalidad y la forma se complica. Las representaciones femeninas ganan en elegancia y aparecen con el pelo recogido en un moño bajo. De este periodo destaca la escultura ecuestre de La túnica de los militares, donde el emperador levanta el brazo derecho saludando a sus tropas. El caballo mantiene el equilibrio con una de sus patas levantadas. El rostro del emperador aparece con un gesto relajado y sereno, como correspondería verdaderamente a su carácter. Esta expresión contrasta con el caballo, en el que se evidencia la fuerza. Este doble carácter, paz y agresividad, es habitual en este tipo de representaciones honoríficas y propagandísticas. Es una de las pocas esculturas de bronce que se conservan de época romana, ya que durante siglos fue confundida con el retrato de Constantino, emperador que aceptó el cristianismo como religión oficial del Imperio. Durante el Renacimiento sirvió de modelo a numerosas esculturas ecuestres.

A partir del siglo III d.C.

A partir de la segunda mitad del siglo III d.C. se produce una decadencia artística, siendo las esculturas menos trabajadas. En la evolución del retrato se observa una influencia directa de las creaciones bizantinas e incluso egipcias. En el siglo IV d.C. no se trabaja con la misma calidad que en etapas anteriores. De este periodo destaca la estatua de bronce del emperador Constantino.

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