La Evolución de las Relaciones Iglesia-Estado en España: Siglos XIX y XX
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Siglo XIX: Desamortización y Liberalismo
El balance desamortizador fue negativo para el poder económico y político de la Iglesia, al decrecer sus posesiones y quedar reducidos los efectivos del clero a la tercera parte debido al abandono de conventos. A pesar de ello, la mayoría de la sociedad española del siglo XIX conservaba una profunda religiosidad.
El liberalismo democrático continuó el empeño de restar influencia al sector eclesiástico. La Constitución democrática de 1869 estableció la libertad de cultos, eliminando la confesionalidad del Estado, si bien mantuvo el culto y a los ministros de la religión católica. Durante el Sexenio Democrático se produjo el primer intento de separación de la Iglesia y el Estado, concretamente durante la Primera República.
Con la Restauración de la monarquía borbónica, se volvió al conservadurismo y al catolicismo de Estado, aunque se reconoció la libertad de conciencia y de culto. El régimen político de la Restauración fue oligárquico y, en muchos aspectos, clerical; un régimen que manifestaba el profundo egoísmo social de los grupos dominantes. Con una fractura social cada vez mayor en España, se relacionó la aparición de una corriente anticlerical, minoritaria por el momento, que comenzaría a manifestarse en ciertos actos de protesta.
Siglo XX: La Sociedad Española Dividida
En el siglo XX, la sociedad española estaba dividida y enfrentada; las masas trabajadoras veían empeorar su situación y se radicalizaban. Al proclamarse la República, la mayoría de la jerarquía eclesiástica era muy conservadora, y la corriente anticlerical había crecido en presencia en los partidos republicanos y en las organizaciones sindicales de izquierda. Los ataques violentos a conventos e iglesias marcaron el inicio del nuevo régimen y los recelos mutuos que culminarían con la aprobación de la Constitución.
La Constitución republicana de 1931, mencionada en el Documento 3, modificó las relaciones Iglesia-Estado: el Estado se declaró laico. La política de secularización llevada a cabo por el gobierno incluía medidas como:
- La separación Iglesia-Estado.
- La extinción del presupuesto del clero.
- La imposición de limitaciones a la Iglesia, tales como:
- La necesidad de autorización para las manifestaciones públicas de culto.
- La prohibición a las órdenes religiosas de enseñar y de realizar cualquier tipo de actividad económica.
- La disolución de los jesuitas.
La cuestión religiosa fue uno de los motivos clave de la Guerra Civil. La Iglesia católica bendijo la sublevación militar como una Cruzada frente al materialismo, legitimando ideológicamente la dictadura de Franco ante las masas. Así, triunfaba la visión más integrista del catolicismo: el nacionalcatolicismo.
Franco tenía derecho a presentar obispos ante el Vaticano y obtenía honores simbólicos. Mientras tanto, la Iglesia recuperaba privilegios como:
- El reconocimiento como religión oficial del nuevo Estado.
- El sostenimiento del clero.
El matrimonio civil y el divorcio quedaron prohibidos, y la participación en actos litúrgicos se hizo obligatoria. Además, la Iglesia controlaba la prensa y la enseñanza (según el Documento 4, las normas para aplicar en la escuela primaria en la España nacional establecían la obligatoriedad de la religión católica en las escuelas, la censura de los libros de texto y la facilidad para que las órdenes religiosas fundaran colegios).
Conclusión: Hacia la Transición Democrática
Las relaciones entre los primeros gobiernos de Franco y la Santa Sede, sin embargo, no quedaron reguladas hasta el Concordato de 1953.
Desde los años 50, intelectuales católicos, en contacto con corrientes europeas, intentaron promover un catolicismo liberal. En los arrabales de las grandes ciudades, los curas-obreros hicieron suyas las reivindicaciones obreras, creando dos organizaciones: la HOAC y la JOC.
En los años 60, el Concilio Vaticano II (1962-1965) abrió la Iglesia al diálogo con las nuevas corrientes de pensamiento. El Papa Pablo VI, opuesto a una alianza con el franquismo, consiguió nombrar nuevos obispos críticos, entre los que destacó el Cardenal Tarancón.
En 1971 tuvo lugar la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes en Madrid. En 1973, los obispos pidieron la revisión del Concordato de 1953 y el respeto a la pluralidad política e ideológica, reivindicaciones que se verían satisfechas en 1977, en plena Transición Democrática postfranquista.