La Evolución de la Red Urbana Europea durante la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII)
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El análisis de los cambios en la red urbana europea durante los siglos XVI y XVIII se debe realizar bajo dos perspectivas: las distintas regiones en las que está dividida Europa y los tipos de ciudades que se pueden encontrar.
Variaciones Regionales y Transformaciones Económicas
La red urbana europea presenta variaciones regionales a lo largo de la Edad Moderna. El estudio es relevante en el ámbito económico porque las transformaciones urbanas suponen transformaciones económicas, destacando así la importancia de la función comercial. Las áreas privilegiadas para la expansión comercial fueron las del mar del Norte y el Mediterráneo, ya que el medio de transporte privilegiado era el barco. El crecimiento de la Edad Moderna era muy débil, incluso en momentos de crisis; las zonas del mar del Norte y el Mediterráneo siguen trayectorias demográficas distintas.
En 1500 (siglo XV, a comienzos de la Edad Moderna) el 90% de la población era rural, mientras que la población urbana era pequeña y crecía poco. La tasa de urbanización europea giraba en torno al 6% y a finales de esta época apenas alcanzaba el 10% de la población.
Regiones de Europa en la Edad Moderna
En primer lugar, en cuanto a la primera perspectiva, en esta época, nos encontramos con una Europa dividida en cuatro regiones principales:
- Europa central (Francia y Alemania)
- Europa oriental
- Europa mediterránea (España, Portugal e Italia)
- Europa noroccidental (países que rodean el mar del Norte)
Tipos de Ciudades en la Edad Moderna
Igualmente, al analizar la red urbana europea en la Edad Moderna, en cuanto a la segunda perspectiva, es necesario destacar tres tipos de ciudades:
1. Pequeñas Ciudades (Entre 10.000 y 40.000 habitantes)
En este tipo de ciudades ya se veían funciones urbanas en la Edad Media y fueron focos de concentración de la industria. Una muestra de esta concentración era la presentación en un mismo edificio de la vivienda, la tienda y el taller. Eran ciudades de influencia comarcal y en el ámbito comercial se organizaron en mercados locales donde se organizaban ferias cada cierto tiempo para intercambiar productos del campo por manufacturas. Sin embargo, experimentaron un débil crecimiento durante la Edad Moderna ya que no fue la función industrial la que protagonizó la Revolución.
2. Ciudades Medianas o Grandes (Entre 40.000 y 160.000 habitantes)
Tenían influencia regional al ser capitales de reinos medievales como Nápoles, Barcelona o Zaragoza. Éstas tampoco experimentaron un gran cambio.
3. Grandes Metrópolis (Más de 160.000 habitantes)
La novedad de la Edad Moderna europea fue la aparición y el auge de las grandes metrópolis. De hecho, el mayor logro de la Edad Moderna fue pasar de 160.000 a 2.000.000 de habitantes en las grandes metrópolis. En ellas se concentraba el 25% de la población, lo que generaba problemas de abastecimiento y organizativos. Además, la función comercial incrementó su crecimiento, convirtiéndose en las grandes ciudades de la época (EJ: Londres). A pesar de que en otras zonas del mundo como en Oriente ya existían ciudades de estas magnitudes, en Europa fue una gran novedad, además de la base de muchos cambios de la Edad Moderna.
El Auge del Comercio y el Desplazamiento Urbano
El crecimiento urbano se produjo de la mano de la función comercial, que predominó frente a la actividad industrial, pasando de un 6% a un 10% en la tasa de urbanización entre 1500 y 1800. La mayor urbanización en Europa tuvo lugar en torno a sus dos mares interiores, ya que estas eran las zonas por donde pasaban las rutas comerciales, destacando la importancia del transporte marítimo, el cual constituía el principal medio de comunicación de la época. Entre las cuatro regiones en las que se dividía Europa, hubo dos regiones que destacaron por encima de la tasa de urbanización media: la zona mediterránea (España, Portugal e Italia) y la zona noroccidental (países que rodeaban el mar del Norte). No fue un desarrollo paralelo, primero se dio el desarrollo del Mediterráneo y posteriormente se pasó al mar del Norte. Cabe destacar que la ventaja relativa para la expansión comercial de estas zonas fue debido a su cercanía al mar y la importancia del transporte marítimo en la comunicación y transporte de mercancías pesadas y de gran tamaño.
A pesar de la importante actividad en torno al mar, Europa seguía siendo agraria, la productividad era muy baja y la mayoría de los recursos los dedicaban a la comida (como el pan, que era muy barato). A pesar de esto, podemos decir que el cambio es significativo. Una tasa de urbanización del 6% significa que se necesitan 9,4 trabajadores agrarios para mantener a 0,6 trabajadores no agrarios. Una tasa de urbanización del 10% significa que se necesitan 9 trabajadores agrarios para mantener a un trabajador no agrario. Es decir, la productividad era muy baja. Se trataba de una sociedad que buscaba lo básico: comer y vestir, y que, por lo tanto, empleaba la mayoría de sus recursos en el trigo (la caloría más barata) y en la producción textil.
Del Mediterráneo al Mar del Norte: Un Cambio de Hegemonía
Al comienzo de la Edad Moderna, la Europa mediterránea tenía la hegemonía, liderando todo el proceso, concentrando casi al 50% de la población. Sin embargo, tras la crisis del siglo XVIII, se produjo una crisis en el Mediterráneo, provocando la caída en picado de su crecimiento. De esta forma, la urbanización más elevada pasó a ser de la zona noroccidental. En 1800, de hecho, el Mediterráneo aún no se había recuperado. La tasa de urbanización más alta empieza a darse en la zona del noreste, que, gracias a la expansión comercial de Holanda e Inglaterra, llegó a convertirse en el nuevo líder, con mayor tasa de urbanización y mayor productividad.
Por lo tanto, podemos concluir que a lo largo de la Edad Moderna hay un desplazamiento de la red urbana del Mediterráneo al mar del Norte.