Evolución de la Protección del Patrimonio Histórico-Artístico: De la Antigüedad al Siglo XX

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Los Primeros Cincuenta Años del Siglo XX

Durante este período se produce un avance importante en la reflexión sobre los bienes que componen el Patrimonio histórico-artístico de la Nación, pues se asiste a unos cambios sociales profundos que inciden negativamente en los Monumentos, poniendo en peligro su conservación para el futuro.
En la primera mitad del siglo XX, hay que tener en cuenta otras cuestiones que afectan a la protección de los Bienes: El inicio del Turismo, la confluencia de intereses diferentes en la nueva empresa, o la prosperidad de la ciudad, consecuencia de las revoluciones industriales acontecidas, también interfiere en el planteamiento del Patrimonio, pues hace imprescindible la renovación de la ciudad tradicional o histórica y su adaptación a las nuevas necesidades funcionales, además de la destrucción originada por las dos Guerras Mundiales. El cambio de mentalidad provocado es total y la principal consecuencia es advertir que la salvaguarda de los Bienes compete por igual a todos los Estados. Desde entonces, la responsabilidad individual de cada Estado se complementa con la aportación de los Organismos internacionales creados al efecto.
Se puede decir que en este espacio de tiempo del siglo XX el proceso se realiza de manera inversa a la hasta ahora vista. Se requieren actuaciones rápidas, conseguir mejorar la apariencia, promover la ilusión del futuro. Es el discurrir cotidiano el que determina la conservación de los Bienes y el que reclama la teoría que permita y justifique su inclusión en el conjunto de Bienes que conforman el Patrimonio Cultural. Siempre se reconocerán las cualidades artísticas o el valor histórico de los Bienes, pero conforme se profundiza se advierte que el valor cultural es el que identifica a los Bienes del Patrimonio y el que explica la constante ampliación de categoría de Bienes.
A modo de resumen, la razón de ser del Patrimonio en esta primera mitad del siglo, se justifica en el beneficio moral que proporciona a la sociedad, pues es símbolo de desarrollo, educación y progreso. Una sociedad que contempla y preserva su Patrimonio es digna de prestigio y reclama la atención de otras culturas. Estas ideas son las que hacen proteger al Patrimonio y las que conforman el concepto de Patrimonio Cultural.
En el nuevo contexto, los Monumentos histórico-artísticos del siglo XIX pasarán a ser una categoría más del inmenso conjunto llamado Patrimonio Cultural.
En definitiva, la configuración del concepto de Patrimonio en la historia implica: Conocer el significado de los Bienes, saber los Bienes que cada época quiere conservar y determinar el valor o cualidad que los aglutina.

Medidas Protectoras

De la Antigüedad al Siglo XVII

Antigüedad

El gusto por la creación es inherente al hombre, por lo tanto, es lógico pensar que se dispusieran medios y medidas de conservación para que esos objetos con un contenido especial perdurasen en el tiempo. La información sobre la Antigüedad procede de los textos de los historiadores griegos y latinos como Polibio, Pausanias, Vitruvio o Plinio. Sabemos de Grecia que tuvo un gran aprecio por el arte y la arquitectura. La medida adoptada para la preservación tuvo que existir en la organización administrativa griega porque las artes tuvieron gran importancia en el planteamiento general de la ciudad al crear un marco adecuado para la convivencia ciudadana. Respecto a Roma, quizá sean más abundantes las noticias, sobre todo las referidas al gusto por las piezas del arte griego y al coleccionismo, que es un medio de conservación. También se puede señalar la labor de registro e inventario, como la realizada en los templos de las obras que los fieles depositan en cumplimiento de sus promesas o la realizada por los censores de los bienes públicos, así como la de objetos artísticos de las colecciones privadas. Lo mismo que la exposición de los tesoros de guerra.

La Edad Media

Los Bienes artísticos en el amplio período de los siglos medievales fueron estimados por la riqueza del material, por la pericia del artesano y por la trascendencia de su mensaje más que por sus cualidades formales. Además de los artífices creadores existe la figura del alarife o persona encargada del cuidado y mantenimiento de los edificios de la ciudad. Es una institución o cargo recogido en las Ordenanzas de distintas ciudades reconquistadas y que permanece en las sucesivas recopilaciones realizadas hasta avanzado el siglo XVIII. La intención es la de mantener la salubridad, el orden y el ornato, en obediencia a lo dictaminado por el rey, más que la permanencia futura. Por otro lado, la conservación de las arquitecturas religiosas corresponde a la Iglesia, quien para ello cuenta con talleres propios de artesanos. En la arquitectura también se asiste a los cambios de función como medida de conservación. Las ciudades crecen, requieren nuevas tipologías arquitectónicas, se experimenta con materiales y en técnicas.

La Edad Moderna

Los siglos del Renacimiento son uno de los periodos de los que la historiografía artística proporciona mayor número y variedad de estudios. Las actitudes de los humanistas de esta época manifiestan que recuperar el prestigio de la Roma antigua conlleva como medida principal conocer, estudiar y analizar lo que se posee, bien para recuperarlo y mantenerlo, o bien como modelo para crear una nueva propuesta. Esta disyuntiva establece el inicio de la categoría de Monumento. Los Bienes artísticos del pasado conviven con los del presente, por lo que el conjunto del Patrimonio se enriquece desde los siglos del Renacimiento para la posteridad. Su preservación descansa en las medidas adoptadas por sus dueños quienes actúan mediante Bulas y Edictos e implantan mecanismos adecuados de acción como el sancionar, incluso económicamente, a quien incumpla el mandato. De España es importante saber que los reyes Austria fueron grandes clientes del Arte por educación y por deseo, y que reunieron en su entorno excepcionales bienes muebles e inmuebles que reclamaban directrices para su conservación. La creación de la Junta de Obras y Bosques, en tiempo de Carlos V, responde al deseo de la Corona por cuidar de sus posesiones. La Junta de Obras y Bosques es suprimida por una Cédula emitida por Carlos III en 1768. Este organismo, establecida la Casa Borbón, va perdiendo sus funciones al asumirlas la Secretaría del Despacho.

Los Siglos XVIII y XIX

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