Evolución Política y Social de España: Reyes Católicos a la Ilustración

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La Unión Dinástica de los Reyes Católicos

El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 marcó un hito crucial en la historia de España. Isabel fue proclamada reina de Castilla en 1474 y Fernando II de Aragón en 1479. Tras una guerra civil, el Tratado de Alcaçovas en 1479 consolidó su poder. La monarquía de los Reyes Católicos se caracterizó por ser una monarquía autoritaria, aunque ambos reinos mantuvieron su independencia, características e instituciones propias. Se trató de una unión dinástica que permitió una política internacional conjunta, culminando con la conquista de las Islas Canarias y la unificación territorial de la Península Ibérica.

La Corona de Castilla tenía una estructura política unitaria, mientras que la Corona de Aragón era una asociación de varios reinos. Se crearon instituciones comunes como:

  • Los virreyes
  • Los Consejos
  • Las Cortes
  • Las Chancillerías
  • El corregidor

Además, se llevó a cabo una reorganización de la Hacienda Real. La guerra de Granada (1481-1492) buscaba la unidad religiosa. La toma de la fortaleza castellana de Zahara fue el detonante. Se firmaron capitulaciones tolerantes con los musulmanes, pero los decretos de 1501-1502 los obligaron a convertirse al cristianismo (moriscos) o a abandonar los reinos.

A la muerte de Isabel en 1504, Juana “la Loca” heredó el trono de Castilla, pero su esposo, Felipe I de Habsburgo “el Hermoso”, se encargó del gobierno. Fernando “el Católico” reinó en Aragón, mientras que en Castilla, el cardenal Cisneros actuó como regente.

Los Austrias en el Siglo XVII: Política Interior y Exterior

Política exterior: Con los Austrias menores, España perdió influencia en Europa debido a la crisis iniciada bajo Felipe II. La pérdida de posesiones continentales y la creciente potencia de Francia bajo Luis XIV marcaron este declive.

Política interior: Los monarcas delegaron el poder en válidos, quienes gobernaban sin el respaldo de los órganos tradicionales. La corrupción y el favoritismo eran comunes, generando oposición de la alta nobleza y los letrados. Los reyes se desentendieron de la política, dedicándose al ocio y asuntos religiosos.

Felipe III (1598-1621)

Su reinado marcó la transición de la época de esplendor a la decadencia. El duque de Lerma, su válido principal, fue corrupto y despilfarrador. En política interior, destacó la expulsión de los moriscos en 1609, afectando la agricultura y la demografía. En política exterior, adoptó una postura pacifista debido a la crisis económica.

Felipe IV (1621-1665)

Delegó el gobierno en el Conde-Duque de Olivares, quien intentó reformas como la centralización administrativa y la creación de un ejército común. Sus proyectos fracasaron, desencadenando la crisis de 1640, con revueltas en Cataluña y Portugal, que se independizó en 1668.

Carlos II (1665-1700)

Su reinado estuvo marcado por la inestabilidad política. A los cinco años, comenzó su regencia bajo su madre, Mariana de Austria, quien delegó el poder en el jesuita Nithard y luego en Fernando Valenzuela. A su muerte, las luchas internas continuaron, y el problema sucesorio selló el fin de la dinastía de los Austrias.

La Nueva Monarquía Borbónica: Decretos de Nueva Planta y Reformas

Felipe V instauró un nuevo modelo de Estado basado en el absolutismo regional, siguiendo el ejemplo de Luis XIV. El monarca concentró todo el poder legislativo, ejecutivo y judicial, consolidando una monarquía centralizada y unificada. A partir de la Guerra de Sucesión, los Borbones reformaron las instituciones para fortalecer el poder real, sin cambiar la estructura social del Antiguo Régimen.

Las reformas clave incluyen:

  • Decretos de Nueva Planta (1707-1716): Eliminación de las instituciones de la Corona de Aragón, unificación institucional con el modelo castellano y centralización del poder.
  • Ley Sálica (1713): Excluyó a las mujeres de la sucesión al trono.
  • Centralización administrativa: Creación de las Secretarías de Estado y reorganización del territorio en provincias y capitanías. Los intendentes, creados en 1718, supervisaban funciones clave como Hacienda y reclutamiento militar.
  • Reformas del ejército y la armada: Introducción del sorteo de reclutas y mejoras en la formación y organización militar.
  • Reforma fiscal: Aumento de los ingresos mediante impuestos indirectos y el monopolio de productos como el tabaco y la sal.
  • Reformas culturales: Fomento de la cultura y las ciencias, con la creación de instituciones como la Real Academia de la Lengua y el Museo del Prado, siguiendo las ideas ilustradas.

El reinado de Felipe V y sus sucesores, Fernando VI y Carlos III, consolidó una monarquía fuerte y centralizada, sin transformar profundamente la estructura social.

Sociedad, Economía y Cultura en el Siglo XVIII

En el siglo XVIII, la sociedad española seguía dominada por los estamentos privilegiados: la nobleza y el clero. La nobleza era el estamento más poderoso, siendo propietarios de tierras en su mayoría, mientras que el clero poseía alrededor del 15% del territorio. Los estamentos no privilegiados, como la burguesía, seguían siendo minoritarios, y el campesinado, aunque diverso, era el grupo mayoritario, con una situación desigual según la región.

La economía española experimentó una recuperación durante el siglo XVIII, con un notable crecimiento demográfico (de 7 a 11 millones de habitantes). A pesar de las guerras, la estabilidad monetaria mejoró, y la actividad productiva se trasladó a las regiones periféricas, especialmente a los puertos de Andalucía y Murcia, con Cádiz como centro del tráfico colonial.

La agricultura creció, pero la falta de mejoras tecnológicas y las restricciones en la propiedad de la tierra limitaban su desarrollo. En la industria, hubo esfuerzos para crear manufacturas nacionales, con el Estado como empresario en algunas áreas, como la producción textil y de cañones. El comercio exterior se benefició de la explotación colonial de América.

La Ilustración, una corriente ideológica predominante en Europa, influyó en las reformas de los monarcas borbónicos. Bajo el despotismo ilustrado, los monarcas intentaron modernizar la economía, la administración y la cultura, promoviendo la educación y la difusión del conocimiento. Sin embargo, no alteraron las bases del Antiguo Régimen ni cuestionaron los privilegios de la nobleza y el clero.

Carlos III fue el monarca que mejor personificó el despotismo ilustrado, promoviendo reformas en la administración, la economía y la cultura, y llevando a cabo mejoras urbanísticas en Madrid. Sin embargo, la Ilustración española terminó con su reinado en 1788, ya que su sucesor Carlos IV adoptó posturas más conservadoras tras la Revolución Francesa.

Exploración, Conquista y Colonización de América

Durante la Edad Media, Europa mantuvo un comercio activo con Oriente, principalmente de especias, sedas y piedras preciosas. Este comercio estaba controlado por comerciantes musulmanes, lo que elevaba los precios de las mercancías en Europa. Como respuesta, Portugal y Castilla comenzaron a explorar el Atlántico con dos objetivos principales: encontrar nuevas fuentes de metales preciosos (oro y plata) y descubrir nuevas rutas marítimas hacia Oriente, evitando los intermediarios.

Portugal eligió rodear África para llegar a la India, mientras que los Reyes Católicos apoyaron el proyecto de Cristóbal Colón, quien proponía llegar a las Indias navegando hacia el oeste. Colón partió en 1492, y el 12 de octubre alcanzó la isla de San Salvador, en las Bahamas. Hizo tres viajes más, pero murió convencido de haber llegado a Asia. Para proteger sus derechos sobre los territorios descubiertos, los Reyes Católicos firmaron el Tratado de Tordesillas en 1494 con Portugal, dividiendo el mundo en zonas de influencia. Castilla recibió las tierras al oeste de una línea imaginaria, mientras que Portugal obtuvo las zonas de África y Brasil.

La conquista de América se llevó a cabo durante el reinado de Carlos V, en dos etapas. La primera, dirigida por Hernán Cortés (1518-1521), resultó en la conquista del Imperio Azteca (México), y la segunda, dirigida por Francisco Pizarro (1531-1532), terminó con la conquista del Imperio Inca (Perú, Ecuador y Bolivia). Los colonizadores recibieron tierras a través de la encomienda, un sistema que obligaba a los indígenas a trabajar para ellos a cambio de protección. Sin embargo, el trabajo forzoso y la explotación fueron frecuentes. Las reformas para proteger a los indígenas, como las Leyes Nuevas de Indias (1542), quedaron incumplidas.

Los territorios americanos se convirtieron en una fuente importante de ingresos para la Corona, que controlaba el comercio y obtenía el 20% de las riquezas. Castilla exportaba productos como trigo y vino, mientras que de América llegaban oro, plata y productos desconocidos como el maíz y el cacao. Los descubrimientos trajeron consecuencias devastadoras para América: la población indígena fue reducida por enfermedades y trabajos forzados, y se importaron esclavos africanos.

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