Evolución de la Percepción del Tiempo y la Justicia Humana
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Concepción del Tiempo: De lo Cíclico a lo Lineal y el Progreso
Las primeras civilizaciones adoptaron una concepción circular del tiempo, siguiendo las estaciones del año y los ciclos agrícolas. Estos ciclos constantes de nacimiento, desarrollo y final (muerte o transformación radical) se reflejan en pensadores como Empédocles y Platón, e incluso en la idea del eterno retorno de Nietzsche.
La Visión Lineal del Tiempo
El judaísmo y el cristianismo introdujeron una visión lineal del tiempo, donde la historia comienza con la Creación y culmina en el Juicio Final. A partir del Renacimiento, esta perspectiva lineal perdió su connotación religiosa, concibiéndose la historia como un avance continuo de la humanidad hacia un estado de perfección.
El Progreso como Pilar de la Humanidad
Este estado de perfección se alcanzaría mediante el esfuerzo humano, sin intervención divina. La ciencia, la tecnología y la educación se erigieron como los pilares fundamentales del progreso. Así, desarrollo y progreso se convirtieron en conceptos clave para comprender la historia humana.
La idea de progreso, nacida en la Ilustración, implicaba una visión optimista del desarrollo humano, donde el avance científico y económico conduciría a una sociedad mejor. Si bien esta idea predominó durante el siglo XIX y gran parte del XX, surgieron posteriormente pronósticos más sombríos, y actualmente domina la noción de un avance hacia un colapso de graves consecuencias.
Cuestionamientos sobre el Progreso y el Bienestar
Ante este panorama, surgen interrogantes cruciales:
- ¿Qué indicadores nos permiten determinar si la humanidad está mejorando?
- ¿En qué consiste realmente el concepto de "vivir bien"?
- ¿Será necesario reducir el consumo y el gasto energético para evitar una crisis severa?
- ¿Existe un progreso moral inherente a la humanidad?
La Justicia como Fundamento de las Relaciones Sociales
El sentimiento de justicia es un rasgo universal, presente en todas las culturas y épocas. Este sentimiento juega un papel prominente en la orientación de nuestra conducta y en la valoración de la conducta ajena. Se manifiesta desde edades tempranas y es, posiblemente, una característica intrínsecamente humana.
La Exigencia Básica de Justicia
Existe una exigencia básica de justicia, fundamental en la configuración de las relaciones sociales. Esta exigencia implica el rechazo de aquello que consideramos injusto. La indignación moral surge ante cualquier situación de injusticia percibida, ya sea que uno mismo sea la víctima o que la injusticia afecte a otra persona. Paralelamente, emergen sentimientos importantes como la reputación (el deseo de ser respetado y reconocido), la culpa o la vergüenza, cuando se comete una injusticia.
Rasgos Fundamentales de la Justicia
Algunos rasgos distintivos de la justicia incluyen:
- Reclamar lo propio: Exigimos aquello que nos corresponde y deseamos que se nos otorgue.
- Igualdad: Esta exigencia está intrínsecamente ligada a la igualdad, ya que las desigualdades, especialmente si superan cierto umbral, tienden a ser percibidas como injustas.
- Mérito: Surge la idea del mérito, donde la justicia se manifiesta cuando cada individuo recibe lo que merece, lo que ha ganado a través de su esfuerzo en la tarea colectiva.
- Equilibrio y Redistribución: Es necesario equilibrar exigencias contrapuestas, incluyendo las de las personas con menos recursos que contribuyen de forma limitada. Esto vincula la justicia a una cierta redistribución de los bienes.
La Justicia como Virtud Suprema
La justicia se relaciona primordialmente con las interacciones sociales, buscando un reparto equilibrado y equitativo de beneficios y costes. Se considera la virtud por excelencia, hasta el punto de equiparar "ser justo" con "ser bueno". Una persona justa es aquella que actúa de manera adecuada en cada momento, tanto en su vida personal como en sus relaciones con los demás, las cuales están interconectadas. Hacer el bien equivale a hacer lo justo, ni más ni menos. Las acciones adquieren respaldo moral cuando somos capaces de justificarlas, demostrando que fueron acciones justas.