Evolución de la Literatura Infantil: Desde el Didactismo Medieval al Esplendor del Siglo XX

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Evolución de la Literatura Infantil: Desde la Edad Media al Siglo XX

Edad Media y Renacimiento: Inicios del Libro y Didactismo

En esta época, eran pocos los adultos y niños que tenían acceso a los libros y la lectura. Leer era un privilegio. Es de suponer que en esta época los niños oirían con gusto poesías, cuentos y cuentos tradicionales que no estaban, en principio, pensados para el público infantil. Los escasos libros para niños que existían en esta época eran abecedarios, silabarios, bestiarios o catones. La invención de la imprenta en el siglo XV puso en manos de los niños libros que hasta ese momento solo se conocían por versiones orales. Uno de los primeros que se editó en España fue el Isopete Istoriado, en el año 1489. Se trataba de una traducción al castellano de las fábulas de Esopo.

Siglos XVII y XVIII: Comienza la Fantasía

El descubrimiento del mundo antiguo sacó a la luz numerosas fábulas de la antigüedad, y junto a traducciones de Esopo aparecieron nuevos creadores: por ejemplo, en Francia, Jean de la Fontaine, autor de las Fábulas (1688). Charles Perrault publicó en Francia sus Cuentos del Pasado (1697) en los que reúne algunos relatos populares franceses. Estos cuentos recogen relatos populares franceses y también la tradición de leyendas celtas y narraciones italianas: Pulgarcito, El Gato con Botas, La Cenicienta, Caperucita Roja,… aparecen en esta obra y al final de cada uno añade una moraleja. En Inglaterra aparecieron dos libros de gran trascendencia: Robinson Crusoe (1917) de Daniel Defoe y Los Viajes de Gulliver (1726) de Jonathan Swift. La intensa actividad intelectual del siglo XVIII benefició también al niño, ya que a partir de este momento, y gracias al pensador francés Rousseau, se dejó bien claro en su Emilio (1762) que la mente de un niño no es como la de un adulto en miniatura, sino que debe ser considerada según características propias. En España, Tomás de Iriarte escribió unas Fábulas Literarias (1782) y Samaniego publicó sus Fábulas (1781).

Siglo XIX: Descubrimiento del Niño

A comienzos del siglo XIX, el Romanticismo y su exaltación del individuo favorecieron el auge de la fantasía. Los Hermanos Grimm escribieron sus Cuentos para la Infancia y el Hogar en los que aparecen personajes que se harían famosos en todo el mundo: Pulgarcito, Barba Azul, Blancanieves, Cenicienta, Caperucita Roja,… que ya se conocían en la visión de Perrault del siglo anterior. Hans Christian Andersen fue el gran continuador de la labor de los Hermanos Grimm. En esta misma época el Padre Coloma publicó una colección de cuentos para niños, entre ellos se encuentra el famoso Ratón Pérez, que se inspira en la leyenda popular. También escribió una novela histórica muy didáctica e idealizada, dirigida a los niños, Jeromín, sobre la infancia de Don Juan de Austria y que supuso una manera nueva de contar la historia con fines claramente didácticos.

La ávida respuesta de los niños a los mitos y los cuentos de hadas hizo suponer que sus mentes poseían una ilimitada capacidad de imaginación y que podían pasar sin ninguna dificultad de la realidad a la fantasía. Edward Lear, iniciador del *nonsense* o literatura del absurdo, fue uno de los primeros autores en apreciarlo. Pero la suprema combinación de fantasía y humor la aportó Lewis Carroll en su Alicia en el País de las Maravillas (1865). La popularidad de esta obra se debe a que bajo su fantasía late una profunda percepción psicológica unida a una lógica que solo un matemático como Carroll, que fuera a la vez un gran escritor, podría utilizar de forma tan atractiva. Robert Louis Stevenson escribe La Isla del Tesoro que se convertiría con el tiempo en un clásico de marinos y piratas. Rudyard Kipling publicó El Libro de la Selva (1849), la historia de un niño indio criado en la selva entre animales salvajes, que ha tenido un éxito inmenso. Julio Verne inicia sus novelas científicas que adelantan el futuro: Viaje de la Tierra a la Luna, 20.000 Leguas de Viaje Submarino o Viaje al Centro de la Tierra. En Italia el escritor Carlo Collodi publica Pinocho (1883), un muñeco de madera que termina convirtiéndose en un niño de carne y hueso, como símbolo de la evolución hacia la toma de conciencia por parte del niño.

Siglo XX: Esplendor del Libro Infantil

La psicología del niño, sus intereses y sus vivencias son tenidas en cuenta por los escritores que elaboran mucho más sus personajes, les dotan de vida interior y les hacen crecer a lo largo de la obra. James M. Barrie publicó en Londres en 1904 uno de los cuentos más famosos del mundo, Peter Pan, la historia del niño eterno, que no quiere crecer, habla con los animales, escucha a los elfos que viven en el parque y conoce el mundo secreto que se esconde tras la realidad. A principios de siglo, en Inglaterra, se publicó Winnie the Pooh, 1927 de Alan Alexander Milne que trata la relación tradicional entre un niño y su osito de peluche de una forma ingeniosa y llena de sensibilidad. Astrid Lindgren publicó en 1945 Pippi Calzaslargas y P.L. Travers publicó en 1935 Mary Poppins. Algunos libros han significado un punto de referencia fundamental, tanto para los niños como para los adultos, como El Principito (1943) de Antoine de Saint-Exupéry, que supo crear un personaje fascinante y poético. En 1956 se crea el Premio Andersen (considerado el Premio Nobel de la Literatura Infantil). Uno de los autores que ganó este premio fue Michael Ende autor de obras como Momo (1973) y La Historia Interminable (1979). En época más reciente numerosos autores de todo el mundo han sabido conectar con los gustos del público infantil y juvenil y han llegado a crear auténticos éxitos universales como Maria Gripe con ¡Elvis! ¡Elvis! (1973) o Jean-Jacques Sempé y René Goscinny con El Pequeño Nicolás, con una serie de 5 libros que han alcanzado fama mundial.

Literatura Infantil en el Siglo XX en España

Es cierto que hay autores de prestigio que dedicaron algunas obras a los niños como Valle-Inclán con La Cabeza del Dragón, pero son pocos los nombres que destacan en el panorama español en esta primera mitad de siglo. La década de los 60 supuso un cambio notable en distintos aspectos. Se levanta la prohibición de publicar en otras lenguas y la economía está en crecimiento y la política de traducciones (de textos de Ende, Wolfel o Preussler) insufló nuevos aires a la producción literaria española. Los tiempos actuales con sus cambios sociales se ven traducidos en un deseo de protección infantil y en la nostalgia por la tradición. La producción actual se halla presidida por la reedición de títulos clásicos pero también por la imaginación, el humor, la actividad, la autonomía personal y el diálogo. Los valores se relativizan y las producciones se diversifican. El propósito didáctico es secundario, se tratan temas sociales, se presenta la realidad tal como es. La sociedad de globalización se refleja en una nueva representación del mundo donde destacan cambios notables: la inserción de la mujer en el mundo laboral, la familia monoparental, la sociedad multicultural y los conflictos psicológicos. Elena Fortún fue la autora que abrió las puertas de la realidad en la literatura infantil. En sus libros aparecían personajes y situaciones que los jóvenes lectores podrían reconocer fácilmente en su vida cotidiana. Su forma de escribir amena y ágil, en la que no falta ironía hacia el comportamiento de los adultos, logró crear un personaje, Celia, que sigue gozando del favor de los lectores. Ana María Matute, una escritora de adultos que ha escrito libros de gran calidad para los niños, en los que combina una rica fantasía con un tono poético y la excelente construcción de sus obras. También destaca Gloria Fuertes con sus personales versos para niños.

Los principales aspectos introducidos por las nuevas corrientes son la literatura infantil y juvenil podrían ser los siguientes:

  1. La reformulación de Caperucita Roja
  2. “Fantasía moderna”
  3. La interrelación
  4. Ambigüedades entre la realidad y la fantasía
  5. Intertextualidad
  6. Fragmentación
  7. Juego
  8. Proliferación de la parodia, la desmitificación y el humor.

A partir de los años 60 se producen una serie de cambios en los valores que se plasman en la literatura infantil y juvenil.

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