Evolución de la Industrialización en España: Siglo XIX a la Integración en la CEE
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El Proceso de Industrialización en España
Los Inicios: De la Segunda Mitad del Siglo XIX a 1959
En el siglo XIX, la industria en España se desarrolló más tarde debido a:
- Conflictos: Guerra de la Independencia (1808-1813) e independencia de América, Guerra de Secesión de Estados Unidos (1861-1865).
- Vicisitudes: relieve, agricultura como motor económico, materias primas caras, cambios en política, deuda suplida con inversiones extranjeras en otros sectores.
La industria siderúrgica se desarrolló en los años 20 en Málaga y Marbella, por medio del carbón vegetal. En los años 50 pasó a Asturias, donde se usó la hulla, y a partir de 1876 se encuentra en el País Vasco, donde se empleaba el carbón galés, obtenido al intercambiarlo por el hierro vasco.
La industria textil apareció en los años 30 en Cataluña, donde se había trasladado tras la caída del comercio entre Cádiz y las colonias americanas. Se empleó carbón y algodón, aunque las materias primas eran escasas y la demanda insuficiente. Otras industrias fueron la agroalimentaria, en Andalucía, Asturias, Canarias y Extremadura, la química y la minería, al comienzo únicamente en el País Vasco, pero con la Ley de Minas (1866) dio paso a una difusión por el territorio español: cobre en Riotinto (Huelva); zinc en Reocín (Cantabria); mercurio en Almadén (Ciudad Real) o plomo en La Carolina (Jaén).
Entre 1900 y 1930 cogió impulso, pasando la población que trabajaba en este sector del 15 al 31%. Fue posible gracias a cuatro factores:
- Repatriación de capitales tras la pérdida de las últimas colonias (1898): Cuba y Filipinas.
- La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial, que favoreció las exportaciones.
- El impulso de las obras públicas, que impulsó la industria acerera o la siderúrgica.
- La política proteccionista de Primo de Rivera, que favoreció la industria española mediante la aplicación de aranceles. De esta forma surge CAMPSA.
La Guerra Civil (1936-1939) terminó con esta tendencia.
La producción industrial cayó y durante la primera fase de la Dictadura (1939-1975) se desarrolló una política autárquica (1940-1956), caracterizada por el intervencionismo. En 1941 se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI) con el objetivo de aumentar la producción industrial rápidamente. Estaban especializadas en sectores estratégicos (energético, transportes…) que requerían fuertes inversiones y no siempre eran rentables, pero sí necesarias. También entró en juego el capital privado.
Las principales empresas nacionales que se incorporaron al INI en la década de los 40 fueron ENDESA (Empresa Nacional de Electricidad), Iberia, Empresa Nacional Bazán (astilleros), SEAT (Sociedad Española de Automóviles de Turismo) y ENCASUR (Empresa Nacional Carbonífera del Sur).
Esta etapa se caracterizó por la falta de competencia, de tecnología y de capitales, concentrándose las industrias en núcleos desconectados: Cataluña, País Vasco, Andalucía, Asturias, Madrid y Valencia.
Los Planes de Desarrollo
En 1959 se aprobó el Plan de Estabilización, lo que dio lugar al inicio de una segunda fase, en la que se intentó liberalizar la economía. Era un sistema de planificación orientativo, por el que se recibían ayudas y subvenciones. Se estructuró mediante los Planes de Desarrollo (1964-1975; 1968-1971 y 1972-1975), que iban destinados a promocionar zonas atrasadas y a descongestionar las grandes aglomeraciones industriales, para terminar con los desequilibrios territoriales. Laureano López Rodó fue uno de sus grandes impulsores. Para ello se dieron incentivos a las empresas (subvenciones a la inversión inicial, créditos oficiales, bajo precio del suelo industrial, desgravaciones fiscales…). Por un lado, se seleccionaron áreas que ya contaban con una cierta base industrial (Sevilla, Valladolid, Vigo, La Coruña, Zaragoza, Granada, Logroño, Oviedo, Córdoba y Villagarcía de Arosa), llamadas Polos de Desarrollo Industrial, subvencionados en un 20%; y por otro, áreas más deprimidas que exigían mucha inversión (Huelva, Burgos), llamados Polos de Promoción Industrial, subvencionados al 100%. Asimismo, se crearon polígonos de descongestión industrial, por ejemplo en Toledo o Guadalajara, desde Madrid. Los resultados no cumplieron todas las expectativas esperadas, concentrándose la industria en los núcleos que ya contaban con un tejido industrial complejo (País Vasco, Cataluña, Madrid y Valencia) y apenas se obtuvieron en áreas más atrasadas. Pese a ello, el crecimiento no tenía precedentes y España se convirtió en un país industrial, con un porcentaje ocupacional del 34% a comienzos de los años 70.
La Recesión Económica y la Reconversión Industrial (1973-1981)
Con la crisis del petróleo en 1973 comenzó la etapa posindustrial o Tercera Revolución Industrial. En España esta etapa coincidió con la transición política tras la muerte de Franco. Por este motivo, se retrasaron las medidas de ajuste o reconversión. Además, se arrastraban una serie de problemas:
- Especialización en sectores maduros (textil, siderurgia o naval), más afectados por la crisis.
- Baja competitividad y aumento de los costes, que hacían los productos españoles aún menos competitivos.
- Poca innovación y dependencia tecnológica del exterior.
- Elevado endeudamiento empresarial.
En 1983 comenzó la llamada reconversión industrial. Esta afectó, fundamentalmente, a la cornisa cantábrica. Muchas grandes factorías cerraron, lo que llevó a un aumento del paro, protestas, y a un movimiento de población hacia lugares que ofrecían más trabajo. Paralelamente, se adoptó una política de reindustrialización, creándose las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR). El objetivo era ampliar las empresas que sí generaban empleo, para absorber a los parados, así como diversificar la estructura productiva de la zona y fomentar el proceso tecnológico. Eran siete, localizadas en Galicia (Ferrol y Vigo), Asturias, País Vasco (área metropolitana de Bilbao), Andalucía (bahía de Cádiz), Cataluña (área metropolitana de Barcelona) y Madrid, pero, nuevamente, no tuvo el éxito esperado.
La Integración en la CEE y sus Repercusiones
La integración en la CEE en 1986 nos ofreció un mercado más amplio, pero las empresas españolas no podían competir con las europeas. Esto llevó a una segunda reconversión industrial en 1991 para adaptarnos a las pautas dadas por Europa. Estas eran las siguientes:
- Eliminar las prácticas excesivamente proteccionistas.
- Invertir en proyectos de modernización tecnológica y fomento de sectores dinámicos, que recibieron fondos europeos.
- Apoyar a las pymes mediante financiación, información, etc.
- Impulsar la investigación y la innovación.
- Cambiar las funciones del INI que, en lugar de otorgar subsidios, apostó por generar competitividad. Así se desprendió de muchos negocios, privatizando y vendiendo algunas sociedades y liquidando o cerrando otras. Algunas de las privatizaciones afectaron a SEAT, Iberia, ENDESA, ENFERSA (química), Repsol, Telefónica, Tabacalera o Argentaria. Entre las que cerraron se encontraban los Altos Hornos de Vizcaya y del Mediterráneo.