Evolución Humana: Diferencias Sexuales y Supervivencia

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Evolución del Cuerpo Femenino

Es en la mujer y en su sexualidad donde encontramos la mayor parte de las diferencias entre el Homo sapiens y las demás especies animales: la receptividad sexual constante y el ocultamiento del estro. La posición de la vagina hacia adelante y la apertura vertical de la vulva hacen necesaria la cópula en posición ventral. El orgasmo femenino, inexistente en el mundo animal, y sin ninguna función reproductora. La menstruación, que permite la renovación de la mucosa uterina no utilizada. Un parto difícil que hace necesaria la ayuda de otras personas. Una cría inmadura que precisa casi de 5 meses de crianza. Una menopausia precoz (la mujer prolonga su vida mucho después de la menopausia. La edad de menopausia fue aumentando conforme aumentaron las condiciones y la esperanza de vida). Son estas desventajas y su necesaria dedicación a la reproducción de la especie lo que liga a la mujer a las tareas del cuidado.

El Dimorfismo Sexual

Las diferencias físicas, cognitivas y de comportamiento entre los sexos de una misma especie debieron originarse en algún momento de nuestro pasado evolutivo. Las diferencias de tamaño entre un hombre y una mujer actuales es mucho menor que la que existía entre los primeros especímenes de Australopithecus africanus. Todos los estudios hasta el momento coinciden en que las diferencias entre los homínidos de hace 400.000 años y nosotros, en cuanto a las diferencias sexuales, son mínimas. En algún momento de nuestra historia evolutiva se redujo drásticamente la diferencia de tamaño entre los sexos. Una de las causas posibles pudo ser la necesidad de cooperación entre machos y hembras para la supervivencia del grupo. La búsqueda de calorías en un medio de gran escasez obligaría a los grupos humanos a utilizar todas las fuerzas disponibles. Así, las hembras necesitarían ser más grandes para colaborar con el otro sexo. Se ha comprobado que las organizaciones sociales poligámicas conducen al dimorfismo sexual, mientras que la monogamia tiende a la eliminación de esta diferencia. La distribución de alimentos puede explicar por qué algunas especies de primates tienden a la monogamia mientras que otras se organizan en grupos mayores y más complejos. Cuando el alimento es abundante y está bien repartido, la búsqueda de comida es tarea fácil para una pareja monógama. Cuando los recursos son escasos, las organizaciones sociales de mayor tamaño son la mejor estrategia de supervivencia. Si la reducción del dimorfismo sexual se da en el momento en que los homínidos se hicieron cazadores, es posible que se seleccionaran los individuos más grandes porque tendrían más éxito en esa tarea. La caza parece ser una de las tareas que llevan a cabo los hombres adultos del grupo, pero las mujeres, aunque limitadas por la reproducción y el cuidado de las crías, tendrían que autoabastecerse y la caza de pequeñas piezas contribuía de este modo a la economía del grupo. En esta sociedad de cazadores-recolectores, la división del trabajo entre los sexos fue muy importante. Aquellas tareas que precisaban el recorrido de grandes distancias y la fortaleza física fueron adjudicadas al sexo que no tenía que dedicarse al cuidado de las crías y con un volumen muscular más alto. Mientras que el sexo dedicado al cuidado de la progenie se dedicó a aquellas tareas que requerían poco desplazamiento y una capacidad motriz fina. Todo parece indicar que las diferencias sexuales en la organización cerebral se deben en parte a factores biológicos y en parte a factores socioculturales y de aprendizaje. Aunque el cerebro sea diferente en hombres y mujeres, eso no implica que un tipo de organización cerebral sea mejor que otro. La diferencia fue un mecanismo evolutivo para optimizar los recursos de la especie. Fue la colaboración entre ambos sexos la que logró el éxito evolutivo.

La Selección Sexual

Las elecciones de pareja, en todo el reino animal, se llevan a cabo por medio de dos mecanismos básicos:

  1. La lucha entre los individuos de un mismo sexo por el acceso al sexo opuesto. En general, es el sexo que menos invierte en la descendencia el que se dedica a la competencia por el acceso al otro sexo.
  2. La aparición de determinados atributos que permiten atraer al sexo opuesto (caracteres sexuales secundarios). En casi todo el reino animal, estos atributos son mucho más evidentes en los machos que en las femias, que ponen todo su esfuerzo en la protección de las crías.

Estrategias para Transmitir los Genes en Humanos

El hombre desarrolló la disposición de llevar a cabo la relación sexual con el mayor número de mujeres, mientras que la mujer tuvo que especializarse en la búsqueda de una relación prolongada que le permitiese llevar un embarazo de nueve meses y la crianza y alimentación de unas crías muy inmaduras. Según esta teoría, el ocultamiento del estro y la disponibilidad sexual continua serían adaptaciones biológicas de la hembra para esa finalidad de mantener la monogamia, cuando menos durante la crianza. Los circuitos químicos involucrados en la experiencia del enamoramiento, las sustancias y hormonas que segrega nuestro organismo están dedicadas a conseguir el placer y una adicción al objeto que desencadena esas sensaciones. La evolución seleccionaría a los individuos susceptibles a estas reacciones porque protegerían a las crías durante el tiempo necesario para su maduración y contribuirían a una mayor supervivencia de la especie.

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