Evolución de la Fe: Las 4 Etapas del Desarrollo Religioso desde la Infancia hasta la Madurez

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Ciencias sociales

Escrito el en español con un tamaño de 4,52 KB

Las Etapas del Desarrollo Psicorreligioso en el Individuo

A continuación, se explican los rasgos psicorreligiosos que caracterizan al individuo desde la infancia, detallando sus distintas etapas evolutivas.

A grandes rasgos, podemos señalar cuatro etapas clave en la evolución religiosa del niño, especialmente en relación con su imagen de Dios, hasta alcanzar la madurez:

1. Etapa Parental-Familiar (Fase Inicial)

En los primeros años de vida, la imagen de Dios está fuertemente condicionada por la imagen simbólica de los padres. Esta experiencia de identificación del niño con sus progenitores se proyecta sobre la figura divina y, en consecuencia, su imagen de Dios reflejará la imagen percibida en ellos.

Factores clave en la formación religiosa temprana:

  • Creación de actitudes básicas: Se establecen presupuestos esenciales para el despertar religioso, como la seguridad, la confianza y la felicidad, necesarios para un crecimiento equilibrado de la personalidad.
  • Presencia testimonial de los padres: La vivencia de la fe por parte de los padres tiene una gran preponderancia, actuando como el “aire que oxigena” la experiencia religiosa del niño.
  • Intervención directa: Los padres educan iniciando a los hijos en la oración, en el descubrimiento de Dios y de los valores religiosos. El interés educativo-religioso de los padres es capital para favorecer el propio interés de los hijos.

2. Etapa Escolar (Socialización y Atribución)

Aunque la incorporación de los niños a la escuela desde los 3 años es cada vez más generalizada, el proceso de escolarización obligatorio inicia formalmente a los 6 años. Esta es una etapa crucial en la evolución y formación religiosa.

La escuela funciona como una gran plataforma de “socialización”, permitiendo la identificación con modelos adultos, el descubrimiento del valor del grupo y el reconocimiento de la responsabilidad ante la autoridad y el deber moral. Por ello, consideramos la escuela como un ámbito fundamental para la educación religiosa, que se transmite a los alumnos no solo por la clase de religión, sino también por los modelos de conducta y los valores que en la misma escuela se les ofrezca o presente.

La Fase Atributiva (8-10 años)

En el plano específicamente religioso, a partir de los 8-10 años, el alumno entra en una fase atributiva, donde la imagen que tiene de Dios se fundamenta en sus atributos. Estos se clasifican en tres categorías:

  • Atributos Objetivos: Grandeza, omnipotencia, omnisciencia.
  • Atributos Afectivos: Potencia, fuerza, belleza, santidad, pureza.
  • Atributos Subjetivos: Bondad, amor, justicia.

No podemos olvidar que en esta etapa, la mayoría de los alumnos reciben catequesis de preparación a los sacramentos de la iniciación cristiana. En este sentido, es de gran trascendencia una coordinación efectiva entre la escuela y la parroquia, si de verdad se quiere que la enseñanza religiosa y la catequesis sean actividades diferentes, pero complementarias.

3. Etapa de Crisis y Reinterpretación de la Vida Religiosa (Preadolescencia)

A partir de la preadolescencia, comienza una nueva y muy importante etapa para la vida religiosa del alumno. En este periodo, comienza una reidentificación del yo. Lógicamente, todo lo anterior corresponde a la etapa de “niño”, de la que el preadolescente desea, con cierta paradoja, salir.

El adolescente se va a replantear todas sus prácticas religiosas infantiles. El adolescente necesita “seguridad”, por eso demanda una formación religiosa seria, sistemática y significativa para su situación de cambio.

4. Fase de Maduración Religiosa (La Trascendencia)

Los alumnos de Primaria no son sujetos, en su sentido pleno, de la maduración religiosa, pero sí nos interesa tener claro cuál es la meta a la que se orienta el crecimiento religioso, porque ilumina el proceso y el camino a seguir en la educación religiosa desde la infancia.

La madurez religiosa, en su sentido objetivo, requiere que el individuo descubra a Dios como distinto de sí, como trascendente y, por tanto, como radicalmente “Otro”. Dios no es “algo”, sino “Alguien”, que trasciende al hombre y, sin embargo, se le hace presente dándole fundamento a toda su existencia. De este descubrimiento surge la actitud de alteridad.

Entradas relacionadas: