Evolución de la Escultura: Del Arcaísmo al Clasicismo en la Antigua Grecia
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La Evolución de la Escultura en la Antigua Grecia
La escultura griega experimenta una notable evolución, desde las formas esquemáticas del periodo geométrico hasta el realismo idealizado de la época helenística. Este realismo se caracteriza por la búsqueda de la belleza a través de una técnica de ejecución perfecta y una armonía basada en las proporciones y el equilibrio entre las distintas partes del cuerpo. Se establece un canon, cuyo módulo suele ser la cabeza, y un ritmo de proporciones inspirado en el dedo meñique. El escultor logra expresar el mundo del espíritu a través de la mirada, la actitud o el movimiento, conjugando aspectos contradictorios como el reposo y el movimiento. El tema fundamental es el hombre. Se emplea mármol, piedra y bronce; para los ojos, pasta vítrea coloreada, y para los labios, una lámina rojiza. La escultura estaba policromada con colores suaves. La técnica más apreciada era la *crisoelefantina*, que empleaba láminas de oro y planchas de marfil.
Época Arcaica
Durante la Época Arcaica predominan las esculturas fuertemente expresivas, con una sonrisa a modo de mueca y ciertos elementos tomados del arte egipcio, como la rigidez y la frontalidad. El kurós representa a jóvenes de los más altos estratos de la sociedad, y no a dioses como se pensó inicialmente. Son figuras masculinas desnudas, de formas compactas, que se identifican con el bloque. Predominan la proporción, la simetría y la frontalidad. Presentan una cabeza con forma cúbica, ojos prominentes y almendrados, y la característica "sonrisa arcaica". Las orejas siguen un criterio decorativo, al igual que el pelo, estructurado en rizos geométricos. Los brazos se pegan al cuerpo y los puños aparecen cerrados. Se adelanta la pierna izquierda, marcándose la rodilla, y se respeta la ley de la frontalidad, en estrecha relación con el arte egipcio.
A finales del siglo VII a.C. se observa un mayor avance en obras como el Moscóforo y la Dama de Auxerre.
- Ruptura de la ley de la frontalidad: las figuras no se limitan a adelantar una pierna, sino que esta aparece ligeramente doblada.
- Movimiento en acto, que determina un movimiento oscilante.
- Sobriedad en el tratamiento del vestido y el cabello, que aparece recogido para dar mayor movimiento a la cabeza.
El Auriga de Delfos formaba parte de un grupo escultórico votivo constituido por la figura de Polizalos de Gela y un carro tirado por caballos.
La Escultura Clásica
Mirón
Escultor broncista, su obra más conocida es el Discóbolo, representación de un atleta en la que sintetiza el carácter natural con el geométrico-matemático. Compone la figura sobre cuatro triángulos (tres semejantes y uno inferior de menor tamaño) y dos semicircunferencias contrapuestas: una une los dos brazos; la otra, la cabeza, la cadera y el pie adelantado. Triunfa el estudio anatómico en potencia, sin que el esfuerzo físico afecte a la serenidad expresiva del rostro. La figura aparece con un pie firme, mientras que el otro se apoya en la punta, lo que determina inestabilidad y ligereza.
Fidias
Conjuga el idealismo y el realismo. Su obra adquiere dos direcciones: la escultura monumental y la exenta. Para el Partenón realiza las metopas, los frontones y el friso externo. Aunque hay una monotonía temática, existe una gran variedad compositiva. Se adapta bien al marco arquitectónico, dejando poco espacio libre. Predomina la composición triangular, soslayando lo superfluo. Destaca el friso externo de la cella, con el tema de las Panateneas. Los frontones presentan una composición similar, en forma de V. Una fuerza centrífuga del centro a los extremos crea un movimiento que afecta a las figuras laterales, provocando una trabazón psicológica.
Policleto
Fue un teórico de la escultura. En su obra "De Canon", muy influida por el pitagorismo, expone su teoría de que la altura de la figura debe corresponderse con siete cabezas y que cada una de las partes del cuerpo debía tener unas proporciones adecuadas para componer el conjunto armónico ideal. Construye la figura a base de trazos geométricos, generalmente curvos, como los pectorales e inguinales, o esféricos, como la cabeza. Introduce el contrapposto, al exonerar una pierna y dejar que todo el peso del cuerpo recaiga sobre la pierna de sostén, con lo que se produce un desequilibrio de caderas y hombros. El brazo izquierdo, que porta la lanza, crea un escorzo con el que la figura gana en profundidad. La cabeza se desvía hacia la derecha, haciendo desaparecer la rígida vertical sobre la que se construían las figuras en la época arcaica, mientras que el cuerpo se arquea y toma una dirección oblicua. La cabeza aparece dividida en tres segmentos iguales.