Evolución Económica y Social de España en el Siglo XIX: Industrialización, Reforma Agraria y Cambios Demográficos
Enviado por Chuletator online y clasificado en Otras lenguas extranjeras
Escrito el en español con un tamaño de 8,6 KB
Atraso y Desarrollo Económico en la España del Siglo XIX
El inicio de la industrialización en España fue inferior al de los países más avanzados, por eso se habla del fracaso de la revolución. Las coincidencias con otros países mediterráneos permiten observar lentitud y tardanza en las transformaciones; menor profundidad y repercusión social; y un desfase evolutivo. El proceso de renovación agrícola, industrial y comercial fue débil y moderado. A esto contribuyeron obstáculos físicos y naturales, escasas transformaciones en los sistemas agrarios, reducida capacidad de consumo en el mercado interior, falta de competitividad de los productos españoles, despreocupación por las innovaciones técnicas, escasez de capitales y la mentalidad de empresarios y políticos.
Reforma Agraria y Desamortizaciones
Para la burguesía, la única manera de conseguir un mayor desarrollo agrícola era llevar a cabo una reforma agraria consistente en convertir la propiedad de la tierra en un bien libre, privado, particular e individual. Para ello era preciso abolir el régimen señorial, desamortizar tierras eclesiásticas y comunales, desvincular los mayorazgos, suprimir las servidumbres colectivas y el diezmo eclesiástico, y autorizar la libertad de cultivos, el cerramiento de campos y la libre compraventa de las tierras.
Esta reforma fue iniciada por las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal, pero quedó anulada por las restauraciones absolutistas. La medida más importante de esta reforma fue la desamortización, o venta en subasta de los bienes rústicos y urbanos procedentes de las manos muertas eclesiásticas y de los baldíos y tierras de comunes y propios de los ayuntamientos. El proceso desamortizador fue largo. Lo inició Carlos IV con la desamortización de Godoy, pero el grueso del proceso tuvo lugar en el siglo XIX. Pasó por el Gobierno de José I y, en 1813, por las Cortes de Cádiz. Más tarde, tuvo lugar la desamortización eclesiástica de Mendizábal, cuyo principal objetivo fue recaudar fondos para financiar la guerra contra los carlistas. En 1841, se llevó a cabo la confiscación y venta de los bienes del clero secular y, en 1855, la desamortización general de Madoz.
El balance global de la desamortización, como medida política, fue un éxito, ya que el régimen de propiedad de la tierra se transformó y el régimen liberal se consolidó. Desde el punto de vista económico, se incrementaron los latifundios agrarios, y se culpa a la desamortización de contribuir al atraso de la industrialización. Las ‘víctimas’ fueron la Iglesia, los municipios y los campesinos pobres y jornaleros, quienes vieron empeorar sus condiciones de vida más duramente.
En Galicia, la desamortización tuvo unas características especiales, tales como que los foros reconocían la existencia de derechos diferentes en manos de grupos distintos. Lo que vendió el Estado fue el derecho a percibir unas rentas y la propiedad plena de la tierra. Los compradores de los bienes desamortizados se convirtieron en rentistas sin posibilidad de intervenir en el proceso de producción agraria, y la explotación permaneció estancada. Los campesinos conservaron sus derechos sobre la tierra.
Diversidad Regional en la Industria
La economía española seguía siendo principalmente agraria, incapaz de competir en el mercado internacional. Apreciamos importantes diferencias según el lugar:
- Cataluña: Constituyó la principal zona industrial de España, ligada al sector textil. Experimentó una vieja y artesanal renovación de la producción textil con la introducción del algodón, la mecanización de su hilado y tejido, y la utilización de las máquinas de vapor. Se desarrollaron también la metalurgia de transformación, junto con la química, la industria papelera y editorial, así como las relacionadas con la transformación de productos agrarios.
- Andalucía y Levante: El inicio industrializador en el sector siderúrgico y textil no tuvo continuidad, y sus economías tuvieron que reorientarse hacia la potenciación del sector agrario. Los intentos de crear una siderurgia fracasaron por los elevados costes de producción.
- Asturias y País Vasco: La siderurgia estuvo vinculada al desarrollo de las explotaciones mineras. En Asturias, la explotación masiva del carbón coincidió con la instalación de altos hornos y de diversas industrias metalúrgicas. En el País Vasco, la industrialización giró alrededor de la explotación del mineral de hierro. La exportación del hierro generó importantes capitales, y este fue el mayor foco siderúrgico español.
- Galicia: El panorama industrializador gallego es más bien pobre. La salazón de la pesca dio lugar a una importante industria conservera de pescado. Las conserveras giraban alrededor de la sardina, que se convertía así en la clave de todo el proceso. Fuera del sector conservero, cabe destacar la construcción naval (astilleros de Ferrol y de Vigo) y el desarrollo, a partir de 1900, de la producción hidroeléctrica, aprovechando la abundancia de cursos de agua. Las necesidades bélicas de la Primera Guerra Mundial permitieron una explotación extraordinaria, pero pasajera, del wolframio.
El Ferrocarril
La introducción en España del ferrocarril, considerado por todos como símbolo del progreso económico y la modernización, fue relativamente tardía (1848). La Ley de Ferrocarriles de 1855 establecía:
- Un diseño de trazado radial para las líneas ferroviarias de 1ª orden, con centro en Madrid, con el objetivo de unir el centro con la periferia.
- La construcción de las líneas podía ser realizada por el Gobierno o ser concedida a particulares por un plazo máximo de 99 años.
El Modelo Demográfico
La esperanza de vida estaba en 34 años para los hombres y 36 para las mujeres. Los factores que determinaban las elevadas tasas de mortalidad eran:
- Crisis cíclicas de subsistencias debido a las malas cosechas por alteraciones climáticas.
- Epidemias periódicas, como las de cólera o la gripe.
- Enfermedades de carácter endémico, como la tuberculosis y el tifus.
- Las guerras (Independencia, carlistas, coloniales).
A partir de 1885, hay un cambio en el comportamiento demográfico de la población: la natalidad se fue reduciendo por razones de índole individual y social, y la mortalidad comenzó a descender a partir de la década de 1890 debido a una mejor alimentación, a la desaparición de las mortíferas crisis de subsistencias, a la reducción de las enfermedades infecciosas y a la mejora de las condiciones médico-sanitarias. Este crecimiento presentó importantes diferencias regionales y reforzó la tendencia de los siglos anteriores: estancamiento de las regiones del interior (con la excepción de Madrid por la capitalidad) y aumento de la población en las zonas periféricas, sobre todo en la costa mediterránea y atlántica (desarrollo agrícola y mayor industrialización).
Proceso de Urbanización
El incremento de la población urbana fue una de las consecuencias más visibles de la consolidación de la nueva sociedad. Se trató de un proceso de urbanización debido a la modesta transformación industrial. El crecimiento más importante se dio en Madrid y Barcelona (centros político e industrial, respectivamente), hacia donde se dirigieron los flujos más importantes de población desde otras provincias y, especialmente, desde zonas rurales.
Nuevas ciudades para una nueva sociedad: amplias calles y avenidas, estaciones de ferrocarril, iluminación pública de gas, construcción de la red de alcantarillado, nuevas formas de ocio (aparecieron los cafés, las salas de baile y los espectáculos al aire libre). En las ciudades surgieron los primeros conflictos de clase. La riqueza y el lujo de los poderosos contrastaban con el hacinamiento y la miseria de los más pobres. Esto generaba una conciencia social de la necesidad de organizarse para mejorar las formas de vida y de trabajo.
Movimientos Migratorios
La emigración es la salida del lugar de origen en busca de mejores condiciones de vida. Desde la segunda mitad del siglo XIX, aumentó considerablemente la emigración española a América. Las buenas condiciones económicas de las repúblicas hispanoamericanas, las afinidades lingüísticas y la mejora en los medios de comunicación facilitaron la marcha de los emigrantes, que soñaban con mejorar su situación (“hacer las Américas”). Galicia fue una de las zonas de mayor emigración.