Evolución y Desarrollo de la Ciencia de la Documentación: Orígenes y Avances
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Evolución y Desarrollo de la Ciencia de la Documentación
Orígenes de la Documentación
El interés por salvaguardar los documentos existe desde que existe el hombre. Desde siempre, el hombre ha experimentado la necesidad de expresar lo que hace y guardar esos testimonios en diferentes soportes como memoria de su propia existencia. Muchos son los depósitos de documentos generados por el hombre a lo largo de toda la antigüedad que demuestran el interés por conservar la historia plasmada en esos documentos. Así, se pueden destacar los valiosos hallazgos de rollos de papiro, procedentes de Egipto, los escasos documentos, pero que existen, que nos han llegado plasmados en seda china, la cuantiosa colección de tablillas de arcilla (algunas enteras), que nos han llegado de la antigua Mesopotamia, o los más tardíos, pero valiosísimos también por lo que contienen, pergaminos. También hay que remontarse a estas civilizaciones para encontrar las primitivas bibliotecas y los primeros intentos por inventariar colecciones y organizarlas, aunque de una manera muy rústica, de sus primeros tiempos de la humanidad.
Es una llamada también a preservar la memoria de lo que en un momento hemos sido y nos ayuda a entender al ser humano de hoy en día. En el ámbito de la comunicación, el estudio de la documentación encuentra su origen a finales del siglo XIX y, sobre todo, a lo largo del siglo XX. Es en el XIX cuando puede hablarse del nacimiento de la documentación como una disciplina de carácter científico.
Paul Otlet y Henry La Fontaine: Pioneros de la Documentación
El origen lo encontramos en dos autores: Paul Otlet y Henry La Fontaine, dos abogados belgas que estaban muy preocupados por el acceso al conocimiento y la necesidad de poner un orden, catalogar, inventariar ese conocimiento de carácter científico.
- Paul Otlet expone en numerosos artículos la necesidad de que el conocimiento estuviera presidido por una vocación lógica y racional en su organización, que obedecía, según él, a una necesidad de generar una síntesis en el conocimiento y una clasificación.
- Leyendo sus artículos, Henry La Fontaine en 1891 se pone en contacto con él para idear lo que ellos denominaban como un depósito central de documentos de todos los campos del saber producidos en todos los lugares del planeta y que fuesen fácilmente accesibles.
El Repertorio Bibliográfico Universal (RBU)
Centrados en esa idea, crean el Repertorio Bibliográfico Universal (RBU). Su máxima obsesión era evitar la duplicación de trabajos y, para ello, la mejor idea es que hubiera un registro de todas las obras, artículos y de todas las ideas en cualquier ámbito del conocimiento. La justificación de motivos es que fuese un registro de todos los hechos factibles e ideas en todas las áreas del conocimiento. En ese preámbulo, estos dos autores se marcan una serie de objetivos:
- Idea o necesidad de clasificar científicamente todas las obras bibliográficas y publicar un catálogo de las mismas.
- Desarrollar un índice y un resumen de cada una de ellas para conocer su contenido.
- Actualizar las fichas constantemente a medida que avanzan los conocimientos.
- Conseguir la colaboración internacional a través de los diferentes Estados.
Subyace el deseo de un proyecto de documentación de carácter mundial basado en la idea de UNIVERSALIDAD. Sin saberlo, crearon una enorme base de datos cuando estas ni existían y es más, tardarían más de un siglo en aparecer.
La Clasificación Decimal Universal (CDU)
Además, llega a sus oídos que un bibliotecario de un college norteamericano (Dewey, Massachusetts), idea en 1876 un sistema de clasificación de las obras que están en la biblioteca de ese centro. Desarrolla el sistema Dewey, que es un sistema de clasificación decimal. Los otros dos se ponen en contacto con él, y fruto de esas conversaciones, se publica por primera vez en 1904 lo que se conoce con el nombre de Clasificación Decimal Universal (CDU): nace de la necesidad de ordenar y catalogar todas las obras en las bibliotecas. Se implementa en 1907 en la mayor parte de las bibliotecas nacionales de la mayoría de los países y que a día de hoy sigue en absoluto rigor. Ellos dividieron el saber humano en 10 grandes grupos de acuerdo con el sistema decimal numérico y luego esos diferentes grupos se van subdividiendo según el principio de división jerárquica de los conocimientos.
Conferencia Internacional de Bruselas (1919)
En 1900, en concreto en 1919, estos dos autores convocan una conferencia internacional en Bruselas en la que se llega a las siguientes conclusiones:
- En los lugares en los que se ha implementado la CDU da unos resultados muy satisfactorios.
- Además, recomiendan la adaptación de este sistema de clasificación en el conjunto de todos los países.
- Deciden crear un instituto internacional de bibliografía que persigue mejorar los métodos bibliográficos y, además, organizar la cooperación bibliográfica internacional.
- Resuelven que todas las publicaciones adopten ese sistema de clasificación decimal universal y señalan la importancia de los depósitos legales.
Todo su trabajo queda paralizado por la Primera Guerra Mundial, pero en ese momento ya contaban con 14 millones de fichas bibliográficas. La agencia española ISBN es la que gestiona y coordina toda la implementación del sistema de clasificación.