Evolución Demográfica Europea: Fases Clave y Tendencias Poblacionales
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Fases de la Evolución Demográfica Europea
I. Fase Primitiva o Preindustrial (hasta 1700)
La población europea corresponde a una sociedad agraria, propia del Antiguo Régimen, en la que la natalidad es muy alta, y la mortalidad también es muy alta y oscilante, debido a las condiciones higiénicas y sanitarias de la época, epidemias y hambrunas. La mortalidad infantil es especialmente alta. La esperanza de vida se sitúa en torno a los cuarenta años. Se trata de una etapa de estancamiento demográfico.
II. Fase de Juventud (siglo XVIII y gran parte del siglo XIX)
Durante la Primera Revolución Industrial, la mortalidad empieza a descender gracias a la revolución agraria, que permite obtener más alimentos, y a la industria textil y la nueva vivienda, que favorecen la sanidad. Las vacunas contra la viruela reducen, a su vez, la mortalidad infantil. Por otra parte, la natalidad se mantiene alta y, por tanto, la población aumenta. La esperanza de vida se sitúa en torno a los cincuenta años. La mortalidad disminuye cuando se pone fin a las grandes guerras de siglos anteriores.
III. Fase de Madurez (finales del siglo XIX)
Es la etapa en la que se inicia la Segunda Revolución Industrial. La industria química influye positivamente en la higiene y, sobre todo, en la sanidad. Las tasas de mortalidad descienden al desaparecer las malas condiciones higiénicas y sanitarias, y las hambrunas del pasado. La población europea crece y permite la expansión colonial. La población se mentaliza y controla su natalidad. La esperanza de vida se encuentra en torno a los sesenta años. La mortalidad sigue descendiendo ante los indudables avances del país. La mortalidad infantil disminuye con la creación de los Centros de Higiene Infantil.
IV. Fase de Envejecimiento (finales de la Segunda Guerra Mundial)
Esta última fase se corresponde con una situación de alto desarrollo económico y cultural en toda Europa. La mortalidad sigue bajando hasta el límite biológico, para subir después por efecto del envejecimiento de la población. Disminuye la natalidad, pero no solo por concienciación personal, sino porque la población joven disminuye, y con ella las posibilidades naturales de reproducirse. Al final de esta etapa hay una desaceleración del crecimiento y nos encontramos con la población regresiva, por lo cual los Estados tienen que poner en práctica políticas natalistas para evitar la despoblación de sus territorios.
Esta etapa se inicia en España en torno a los años setenta del pasado siglo. Dos fechas clave explican el cambio de rumbo:
- 1973: La crisis de la energía o del petróleo provoca un colapso en la economía industrial, frena el bienestar y, como consecuencia lógica, el número de matrimonios y de hijos.
- 1975: La muerte de Francisco Franco hace cambiar los comportamientos natalistas ante los nuevos planteamientos ideológicos de la política de la etapa de la Transición Democrática: la secularización de la sociedad, la nueva legislación sobre métodos anticonceptivos, etc.
A partir de este momento, la natalidad disminuye, la población se hace regresiva, y el Estado y las comunidades autónomas aplican políticas natalistas. La llegada de inmigrantes a finales del milenio provoca un rápido crecimiento de la natalidad.