Evolución de la Conservación del Patrimonio Histórico-Artístico: del Siglo XVI al XX

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La Edad Moderna (Siglos XVI – XVIII): Humanismo y Coleccionismo

Este periodo, influenciado por los humanistas italianos del Quattrocento, se caracteriza por una ruptura con el pasado medieval y una mirada hacia la antigüedad romana, considerada una época gloriosa digna de ser revivida. Se inicia una tendencia a acumular bienes, no solo por su valor intrínseco, sino también como legado para el futuro y como memoria histórica. Los objetos de la antigüedad se contemplan como una fuente de enseñanza, no solo para aprender, sino también para superar lo ya alcanzado.

En esta época, y hasta el siglo XVIII, las dinastías europeas, como los Austrias y los Borbones en España, jugaron un papel fundamental como mecenas del arte y ávidos coleccionistas. De hecho, en 1752, el rey Felipe V fundó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con el objetivo de impulsar la cultura y el aprecio por las artes.

Ya a raíz del texto de L'Hermite, se vislumbra el alto valor formativo y la capacidad de maduración que se atribuía a los viajes y a las estancias en otras tierras. Pero no solo se viajaba por motivos formativos durante estos siglos, también por trabajo.

Principios del Siglo XX: Un Periodo de Pérdidas Patrimoniales

Los inicios del siglo XX fueron una época oscura para el patrimonio debido a las dos Guerras Mundiales y, en el caso de España, la Guerra Civil Española. A esto se sumó la expansión de las ciudades tras el desarrollo industrial y el comienzo del turismo en España. Si bien en sus inicios el turismo fue un factor positivo, posteriormente, con el afán expansionista y el desarrollo del turismo de masas, trajo graves consecuencias para el patrimonio.

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: Evolución de sus Competencias

Durante los primeros años de su existencia en el siglo XVIII, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando no tenía autoridad en cuanto a la protección y conservación de los bienes. Su labor se centró en propagar el buen gusto por las Artes, ilustrar su historia y promoverlas con éxito. Posteriormente, asumió nuevas competencias como el cuidado y conservación de Monumentos, así como la inspección de museos que quedasen bajo su autoridad.

Estas competencias fueron aumentando paulatinamente hasta finalizar el siglo XIX, incluyendo:

  • Indagar el paradero de bienes desaparecidos o enajenados.
  • Promover las restauraciones.
  • Denunciar abusos sobre los bienes artísticos.
  • Realizar el inventario de los efectos recogidos en los archivos y bibliotecas de conventos y monasterios suprimidos.
  • Inventariar todos aquellos bienes que debieran preservarse por su valor histórico y artístico en base a su antigüedad o su perfección técnica.

Medidas Protectoras en el Siglo XIX: Las Comisiones Provinciales de Monumentos

En el siglo XIX, las Comisiones Provinciales de Monumentos Histórico-Artísticos asumieron las competencias hasta entonces ostentadas por la Academia de la Historia. Tras su supresión en 1844, se estableció una comisión central en Madrid y una en cada provincia. Estas comisiones se encargaron de:

  • Fomentar la creación de inventarios, catálogos y códices.
  • Reunir, ordenar y catalogar los documentos dispersos en la provincia.

A estas Comisiones Provinciales se debe el origen de los actuales museos provinciales. Se encargó por parte del gobierno, y ante la carencia de inventarios exactos de los bienes patrimoniales, la creación de un inventario general.

La Carta de Atenas de 1931: Un Hito en la Conservación del Patrimonio

Los postulados de la Carta de Atenas de 1931, aunque no eran de obligado cumplimiento para los países, sí que supusieron un punto de partida en el planteamiento de la importancia del Patrimonio Histórico-Artístico y su conservación. Se abogaba por la colaboración internacional y la creación de organismos competentes para favorecer la conservación.

En el ámbito de la conservación y restauración, se defendía la restauración preventiva, evitando restauraciones integrales y respetando la obra histórica sin menospreciar el estilo de ninguna época.

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