La Evolución del Concepto de Patrimonio Histórico: De la Antigüedad al Siglo XVII
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El Patrimonio Histórico-Artístico en los Siglos XVI y XVII
El punto crucial en la historia del Patrimonio (P.), como en otras muchas ramas del saber, sobreviene cuando en Italia los humanistas del Quattrocento establecen que sus estudios conducen a una época nueva sin conexión con el pasado, ahora la oscura etapa medieval que se intentará relegar al olvido. La arquitectura y las obras de arte romanas adquieren una perspectiva nueva: son el testimonio de un pasado glorioso que se quiere revivir, elementos visuales significativos que contienen y proporcionan la misma información que los documentos.
La Historia y el Arte, es decir, el Patrimonio Histórico-Artístico (P. H.-A.), se introducen en el concepto de Patrimonio por estas razones. En el Renacimiento (siglos XV y XVI), artistas como Brunelleschi o incluso Miguel Ángel observan los edificios antiguos como enseñanza para aprender y después superar. También aquí, los mecenas admiran el arte del Imperio Romano, como se puede observar en las colecciones de monedas, por ejemplo, la de los Médici en Florencia.
Artífices y promotores realizan un estudio valorativo del pasado, la estima estética y el deseo de protección, articulando unos preceptos fundamentales en la consideración del Bien como Patrimonio.
Hasta la Edad Moderna no se tiene sentido de Patrimonio Histórico-Artístico. Por ello, los Bienes se han salvaguardado mientras han mantenido su función o por guardarse en iglesias y monasterios. A partir de este momento se contempló la conservación intencionada del Patrimonio heredado.
Se puede deducir que la estima de la obra de arte emana de unas pautas económicas, religiosas, políticas, etc., propias de cada momento histórico y que, por lo tanto, son cambiantes. De estas pautas depende su valor o significado.
Por ejemplo, en el Quattrocento les interesó la Antigüedad romana y su propia época, olvidando los siglos intermedios; mientras que en el Romanticismo, el objeto de atención es el Medievo.
La Conciencia de Conservación: De la Antigüedad al Siglo XVII
El gusto por la creación es inherente al hombre, por lo tanto, es lógico pensar que se dispusiera que las obras perdurasen en el tiempo. Ahora bien, las noticias a este respecto procedentes de Grecia y Roma son bastante escasas debido a que las fuentes documentales del mundo antiguo y medieval, en general, han sido analizadas desde un punto de vista formalista.
Fuentes de información en la Antigüedad
La información sobre la Antigüedad procede de los textos de los historiadores griegos y latinos como Polibio, Pausanias o Vitruvio.
El caso de Grecia: Arte y Artesanía
Sabemos de Grecia su gusto por el Arte y la arquitectura, a pesar de estar comprendidas en los oficios, y que quienes los ejercían eran considerados artesanos, rango social que no tenía cabida en la ciudad ideal de Aristóteles.
No obstante, se sabe que los artistas eran cultos. Ejemplos destacados incluyen:
- Policleto: Establece el canon de proporción para la figura humana.
- Fidias: En los relieves del Partenón, muestra su conocimiento de la historia y de la mitología.
- Apeles: Acompaña a Alejandro Magno en sus viajes y le retrata en diversas ocasiones.
Roma: Coleccionismo y Conservación
Respecto a Roma, quizá sean más abundantes las noticias, sobre todo las referidas al gusto por las piezas del arte griego y al coleccionismo. Este coleccionismo fue un medio de conservación que ha permitido la pervivencia hasta nuestros días de muchas obras.
También se puede señalar la labor de registro e inventario, que incluía:
- El registro en los templos de las obras que los fieles depositaban en cumplimiento de sus promesas.
- La labor realizada por los censores de los bienes públicos.
- El inventario de los objetos artísticos de las colecciones privadas.
- La exposición de los tesoros de guerra.