Evolución de la Comunicación Humana: De la Oralidad al Ciberespacio

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La Transformación de la Comunicación: De la Oralidad a la Era Digital

El libro "El aula sin muros" (1960), una colaboración entre Marshall McLuhan y David Riesman, proponía una idea revolucionaria para su época: la enseñanza ya no tendría que limitarse a recintos cerrados (aulas físicas). Las nuevas tecnologías permitirían el aprendizaje a distancia, superando las barreras del espacio.

Esta obra destacaba la profunda influencia de la escritura en la transformación de los seres humanos, no solo en los ámbitos cultural y psicológico, sino también en el biológico y orgánico. Por ejemplo, la escritura contribuyó a la modificación de las viviendas, promoviendo la creación de habitaciones aisladas para facilitar la lectura silenciosa, un acto individual que contrastaba con la práctica colectiva de la lectura en voz alta.

Los Paradigmas de la Comunicación según Riesman

Riesman, en su obra, presenta dos modelos fundamentales de sistemas comunicacionales:

  • Sociedades de comunicación oral: En estas sociedades, el habla y la palabra son los medios principales de comunicación, conocimiento y relación. Esto puede deberse a la inexistencia de la escritura (como en algunas comunidades indígenas actuales) o a su uso limitado a una élite (como en épocas pasadas, donde la mayoría de la población era analfabeta). La escritura no predomina sobre el habla.
  • Sociedades de comunicación escrita: En estas sociedades, la escritura desempeña un papel protagónico en la transmisión de información, el conocimiento, la administración del Estado, etc.

Riesman no aborda un tercer paradigma, el actual, que trasciende la escritura: el ciberespacio, caracterizado por la interconexión digital y la comunicación multimedia.

Estos modelos son herramientas para interpretar la realidad, aunque no la definen de manera absoluta.

El Impacto de la Escritura en la Memoria y la Sociedad

Antes del desarrollo de la escritura, la memoria biológica era el único sistema para recordar el pasado, anticipar el futuro y comprender el presente. La capacidad de registrar, almacenar y memorizar información en el cerebro era crucial. Por lo tanto, la memoria y las técnicas de memorización eran altamente valoradas en las sociedades prealfabetizadas.

Se desarrollaban técnicas mnemotécnicas para facilitar el recuerdo. La palabra hablada, al ser efímera, era susceptible a deformaciones en la transmisión oral. Los ancianos, poseedores de mayor experiencia y memoria acumulada, desempeñaban un rol fundamental en la dirección de estas sociedades. Se promovía una jerarquía basada en el conocimiento, más que en la edad.

El habla en estas sociedades era inherentemente emocional, con un uso frecuente de recursos poéticos. En contraste, nuestra sociedad actual, influenciada por la escritura, tiende a un lenguaje menos expresivo y una menor necesidad de memorización, gracias a la disponibilidad de soportes externos para almacenar información.

La memoria biológica, aunque entrenada, tiene limitaciones en comparación con la escritura y otros sistemas posteriores. En las sociedades prealfabetizadas, el conocimiento acumulado era limitado, restringido a la capacidad de los especialistas de cada comunidad. En la sociedad actual, la acumulación de conocimiento es tan vasta que la especialización se vuelve necesaria, renunciando a la posibilidad de abarcarlo todo.

De la Comunidad Cerrada a la Individualidad: El Rol de la Imprenta

Las sociedades prealfabetizadas tienden a ser grupos cerrados, con ritmos de vida más lentos y menor cambio a lo largo del tiempo. Riesman se enfoca en el impacto de la imprenta (siglo XV) y la difusión masiva de libros.

Aunque la imprenta prefiguró la producción en cadena, no condujo a una homogeneización total. Por el contrario, el libro fomentó la diversidad y la individualidad, permitiendo a las personas acceder a información y perspectivas más allá del control ejercido por el poder a través de la palabra hablada.

La imprenta impulsó el auge de la burguesía, a través de la lectura y la educación. Hasta entonces, el poder se concentraba en tres pilares: la fuerza militar, la religión y la aristocracia. La imprenta y el acceso al conocimiento escrito contribuyeron a la redistribución del poder y al surgimiento de nuevas dinámicas sociales.

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