Éticas Materiales: Un Recorrido desde la Antigüedad hasta el Utilitarismo
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Éticas Materiales: Un Recorrido Filosófico
Las éticas materiales se caracterizan por poseer un contenido concreto, como la felicidad o el placer, en la búsqueda del bien supremo. Según estas éticas, toda la conducta del hombre debe estar orientada hacia ese bien.
Principales Corrientes de las Éticas Materiales
A continuación, se presentan algunas de las escuelas éticas materiales más influyentes:
- La Escuela Ática (Siglos V y VI a.C.): En la época dorada de Atenas, con figuras como Sócrates, Platón y Aristóteles, florecieron las ciencias, las artes, la literatura y el pensamiento. Grecia, organizada como una polis con constituciones y leyes, fue el escenario del desarrollo de estas influyentes ideas éticas.
Sócrates
Sócrates vivió y murió defendiendo la verdad. Estaba convencido de que el hombre podía alcanzar las esencias del conocimiento. Para él, el hombre que conoce la verdad no puede ser malo. El valor primordial es la virtud, por la que merece la pena morir. Sócrates, al igual que Platón posteriormente, habla de la conciencia y de las leyes morales naturales, basadas en la physis, que están por encima de las leyes positivas.
Platón
En su obra La República, Platón presenta el concepto de justicia como una virtud general que representa el equilibrio y la armonía racional entre las demás virtudes individuales (templanza y fortaleza). La justicia debe regir el comportamiento humano, tanto desde el punto de vista individual como desde la perspectiva de la polis.
Aristóteles
Aristóteles afirma que existe en el hombre un dinamismo interno, una fuerza interior que lo impulsa a buscar el bien como su meta. Discípulo de Platón y fundador del Liceo, Aristóteles introdujo la teleología en la ética. Observando la naturaleza, descubre la ley de la finalidad presente en todos los seres. Aristóteles sostiene que el ser está en continuo cambio. El ser humano debe esforzarse por alcanzar la realización personal, la perfección o la felicidad. Para ser feliz, también son necesarias ciertas exigencias objetivas. Para Aristóteles, la virtud consiste en una moderación prudente entre dos extremos, en saber vivir bien y con racionalidad.
- El Epicureísmo: Esta corriente considera el placer como el fin último del hombre. Lo único que importa es el placer, pero no todos los placeres son beneficiosos; algunos producen dolor. Por lo tanto, es indispensable la prudencia para discernir los placeres adecuados. Epicuro no llega a identificar el bien individual con el de la colectividad. La amistad es para él un alto valor espiritual, junto con la sabiduría.
- Estoicismo: Los estoicos buscan fundamentar su ética en la naturaleza cósmica y humana, en la ley natural y en la polis universal. Sus bases teóricas son:
- Todo en la naturaleza está sujeto a una ley universal.
- Vivir conforme a esta ley es vivir conforme a la naturaleza.
- La naturaleza humana es parte de la naturaleza cósmica.
- Esta naturaleza es racional. Solo la virtud importa. Los seres racionales solo deben considerar como valioso lo razonable.
La virtud ha de buscarse por sí misma. El hombre feliz es el hombre virtuoso. La virtud otorga la capacidad de enfrentarse a cualquier situación. Séneca opta por la libertad, estableciendo un punto de partida fundamental: el sentimiento de dignidad de la persona y el poder de la voluntad moral. Solo desde esta base se puede alcanzar el sumo bien.
- El Cristianismo: El fin último del hombre es Dios. La felicidad se encuentra en el encuentro con Dios, el bien supremo para el hombre. Esta salvación exige una contrapartida: la obediencia a Dios. Esta obediencia se plasma en un código moral basado en el amor. El cristiano debe guiarse por el dictamen de su conciencia, que tiene como fundamento el amor.
- Utilitarismo: Representa una defensa de las verdades del sentido común y una voluntad transformadora de la sociedad, que tiene al hombre individual como fin último de dicha transformación. La búsqueda de la virtud constituye el factor más importante para alcanzar la felicidad personal y social, que llega a identificarse con el placer (distinguiendo entre placeres superiores e inferiores).
Para Bentham, existen dos amos del hombre: el placer y el dolor.