La Ética y Política de Aristóteles: Virtud, Felicidad y su Contrapunto con Kant
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El texto pertenece a la obra ética y política de Aristóteles, uno de los pensadores más influyentes de la Grecia clásica. Discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno, Aristóteles desarrolló un pensamiento empírico que se distancia del idealismo platónico y que marcó profundamente la filosofía occidental. En este fragmento se exponen sus ideas fundamentales sobre la virtud, la felicidad (eudaimonía) y la organización política justa, cuestiones tratadas en su Ética a Nicómaco y su Política.
El contexto histórico corresponde a la Grecia del siglo IV a. C., un mundo organizado en polis independientes donde se debatían modelos de gobierno y de educación. Aristóteles hereda el debate socrático sobre el bien y la virtud, pero lo reformula: frente a la tesis platónica de que conocer el Bien basta para obrar bien, sostiene que el ser humano requiere también formación del carácter y habituación para dominar los apetitos. La obra se inscribe en un pensamiento práctico cuyo propósito es orientar la conducta humana y estructurar comunidades políticas estables.
1. Ética: la felicidad y la virtud
Aristóteles sostiene que el fin natural del ser humano es la felicidad (eudaimonía), alcanzada mediante la virtud. Esta requiere desarrollar hábitos racionales que moderen pasiones y conduzcan al término medio. La felicidad depende tanto del carácter como de condiciones externas (salud, amistades, bienes). Rechaza el ascetismo extremo y afirma que el placer puede reforzar la conducta moral dentro de una comunidad que reconoce la excelencia.
2. Filosofía política: el ser humano como animal social
El ser humano es social por naturaleza y alcanza su plenitud en la polis. La comunidad precede al individuo y permite su desarrollo. Aristóteles clasifica las formas de gobierno rectas (monarquía, aristocracia, república) y sus corrupciones (tiranía, oligarquía, demagogia). Defiende que gobierne la ley, no el capricho, y propone justicia retributiva y distributiva, además de la equidad para casos no previstos.
● Contrarrespuesta de Kant: Ética
Desde la perspectiva ética kantiana, la teoría aristotélica de la virtud resulta insuficiente y problemática. Aristóteles sostiene que la moralidad depende de la formación del carácter, de la adquisición de hábitos y del logro de la felicidad como actividad excelente. Para Kant, en cambio, la moral no puede basarse ni en el hábito ni en la felicidad, porque ambos dependen del mundo empírico y de inclinaciones subjetivas. La única base válida de la moral es la buena voluntad, es decir, obrar exclusivamente por deber y no por gusto, costumbre o búsqueda de la eudaimonía.
Mientras que Aristóteles define la virtud como un término medio que varía según la persona y las circunstancias, Kant rechaza esta relatividad moral e insiste en que la conducta correcta debe poder convertirse en una ley universal. Además, Kant niega que el placer o el dolor sean elementos formativos esenciales de la moralidad: una acción solo es moral si la motivación es el respeto por la ley moral, no si genera satisfacción.
● Contrarrespuesta de Kant: Política
Desde el punto de vista político, Kant también se distancia de la visión aristotélica. Para Aristóteles, la polis es anterior al individuo y su fin es crear las condiciones para la vida buena y la consecución de la virtud. Kant rechaza esta función paternalista del Estado: el objetivo de una comunidad política no es hacer virtuosos ni felices a los ciudadanos, sino garantizar un marco jurídico que permita la libertad, la igualdad ante la ley y la independencia civil de cada persona.
Kant sustituye la concepción natural de la polis por una idea contractual: la sociedad civil surge del acuerdo racional entre individuos autónomos que poseen igual dignidad moral previa a cualquier institución. Por eso, el Estado no debe determinar el ideal de vida buena, sino asegurar que cada ciudadano pueda buscar el suyo sin interferir en la libertad de los demás.