Ética y Política en Aristóteles: Claves para una Vida Plena

Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 14,8 KB

Recepción Crítica de las Ideas y la Política Platónica según Aristóteles

Diferencias entre la Filosofía de Platón y Aristóteles

Aristóteles, tras pasar veinte años en la Academia de Platón, desarrolló una crítica hacia la filosofía de su maestro, especialmente a la teoría de las ideas. Para Platón, las ideas son entes separados del mundo sensible, pero Aristóteles rechaza esta separación argumentando que generaría una duplicación infinita y dificultaría el conocimiento verdadero. Para él, el conocimiento y la virtud deben estar basados en el mundo físico y concreto.

En ética, Platón ve la virtud como el conocimiento del bien en sí, una idea abstracta, mientras que Aristóteles considera este Bien ideal inalcanzable, centrándose en la ética del mundo real. La ética aristotélica busca el equilibrio entre cuerpo y alma, combinando la racionalidad con las necesidades básicas y moderando las pasiones y deseos. Así, su enfoque no es ni hedonista ni ascético.

En política, Aristóteles propone una sociedad ideal que difiere de la de Platón. Ambos creen que el poder debe estar en manos de la clase superior, pero Aristóteles combina el poder político y económico, eliminando el comunismo platónico y basando la pertenencia a la clase gobernante en la riqueza y el linaje, no en la inteligencia. Aristóteles justifica el esclavismo, mientras que Platón sugiere una sociedad sin esclavos. Además, Platón defiende la igualdad de género en política y educación, mientras que Aristóteles excluye a la mujer de la racionalidad plena.

Ética y Teleología en Aristóteles

El Fin de la Acción Humana

Aristóteles aborda la ética desde un punto de vista teleológico, es decir, basado en el estudio de los fines y propósitos de la acción humana. A diferencia de Platón, que propone la existencia de un bien absoluto, Aristóteles considera que el bien es múltiple y no existe un bien único y absoluto para todos. En su Ética Nicomáquea señala que la virtud no tiene un contenido fijo y universal; en cambio, debe definirse de manera personal e individual mediante conceptos como phrónesis (prudencia), orthós logos (recta razón), mesotés (justa medida o término medio) y kalón (lo bello).

Aristóteles distingue entre dos tipos de acción: praxis y poíesis. La praxis es una acción racional que contiene su propio fin y se relaciona con la ética y la política; en contraste, la poíesis es la producción de algo externo, asociada con la creación artística o productiva. La ética y la política, entonces, se centran en la reflexión sobre los fines de la praxis, es decir, de la acción humana en la vida social. En este contexto, Aristóteles considera que el bien supremo o fin último que los seres humanos buscan es la felicidad (eudaimonía), que se desea en sí misma y no se subordina a otro fin.

A diferencia de una perspectiva que separa lo público y lo privado, Aristóteles concibe el bien supremo como un objetivo común tanto para el ciudadano individual como para el Estado. Para él, no hay una división estricta entre el bien del individuo y el bien de la comunidad: ambos se entrelazan y complementan. Así, la finalidad de la acción humana es la actividad racional, que es la característica distintiva del ser humano y se considera esencial para alcanzar la felicidad. La razón no es solo una capacidad teórica, sino también una herramienta práctica para guiar las decisiones y acciones en comunidad.

Virtud y Virtudes Éticas y Dianoéticas

Clasificación de las Virtudes según Aristóteles

Aristóteles clasifica las virtudes humanas en dos tipos: las éticas y las dianoéticas. Las virtudes éticas, ligadas al carácter, están asociadas a nuestra sensibilidad y consisten en hábitos adquiridos que equilibran nuestras acciones entre dos extremos de exceso y defecto. Estas virtudes no son innatas ni teóricas; se desarrollan mediante la práctica y la repetición de actos guiados por la razón. El "término medio" de cada virtud ética no es igual para todos, sino que se ajusta a las circunstancias y capacidades individuales, reflejando una actitud reflexiva y deliberada frente a cada situación.

A diferencia de las éticas, las virtudes dianoéticas pertenecen a la dimensión racional del alma y se dividen en “prudencia” y “sabiduría”. La prudencia es la capacidad de deliberar sobre los medios adecuados para alcanzar fines buenos, y no implica un simple conservadurismo, sino una reflexión que guía la acción ética. La sabiduría, en cambio, es la virtud intelectual más alta, orientada al conocimiento de verdades universales e inmutables. Aristóteles considera la actividad contemplativa del sabio como la forma de vida más perfecta y la fuente de la felicidad suprema, ya que representa la conexión con lo divino y con la aspiración de entender los principios primeros del ser.

El ideal aristotélico de sabiduría invita a la búsqueda constante del saber, el cual da sentido y felicidad a la vida humana. Esta búsqueda va más allá de lo práctico y utilitario, ofreciendo un propósito trascendental y elevando a la persona hacia una condición superior mediante el cultivo de la razón y la reflexión filosófica.

Política y Naturaleza Humana

La Política como Culminación del Pensamiento Aristotélico

La política para Aristóteles es la culminación de su pensamiento, una disciplina que busca el bien común y el bienestar colectivo. Su reflexión se ubica en un contexto histórico de transformación de la ciudad-estado hacia un modelo de estado-imperio, con un poder centralizado. Para Aristóteles, el ser humano es un “animal político”, cuya naturaleza lo lleva a vivir en comunidad, como en la familia y el estado, donde ejerce su racionalidad en busca del bien común. La política debe entonces organizar el estado de modo que prime la justicia y posibilite la felicidad de los ciudadanos.

Aristóteles comparte con Platón la idea de que los más sabios deben gobernar, pero rechaza un estado rígido de clases y comunismo de bienes. Sostiene que el estado no solo asegura la vida, sino que fomenta la excelencia moral de sus ciudadanos. La participación cívica, que incluye roles en la justicia y la asamblea, es esencial para la ciudadanía, pues permite a los ciudadanos corresponsabilizarse del bienestar común.

Respecto a las formas de gobierno, Aristóteles clasifica las constituciones según quién detenta el poder y para quién gobiernan. Así, la monarquía puede degenerar en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia, en una búsqueda egoísta de riquezas. Para él, el mejor gobierno es el de aquellos que destacan en virtudes ciudadanas, capaces de tanto obedecer como de gobernar sabiamente. La justicia para Aristóteles requiere igualdad para los iguales y desigualdad para los desiguales, pero el problema radica en cómo definir esa igualdad: por riqueza, honores o igualdad ante la ley.

Aristóteles ve el estado como una comunidad que debe promover el bien y la virtud entre los ciudadanos, más allá de satisfacer derechos y deberes básicos. Plantea que el estado debería incentivar las acciones virtuosas y desincentivar las malas inclinaciones, para así asegurar el orden y la justicia. En última instancia, su ideal político se basa en que cada ciudadano actúe virtuosa y racionalmente, en armonía con las leyes y el bien común, logrando una sociedad estable y orientada a la felicidad colectiva.

Reflexiones sobre la Virtud y la Felicidad

La Importancia de los Bienes del Alma

El fragmento plantea el problema entre los bienes exteriores y los bienes del alma, y cómo estos influyen en la felicidad. Se plantea que la felicidad auténtica no depende de los bienes materiales o exteriores, sino de las virtudes del alma, como la prudencia, la justicia y la belleza. El texto también conecta este tema con la virtud de la ciudad, argumentando que una ciudad no puede prosperar sin virtud.

La tesis central es que la felicidad verdadera depende de la virtud interna del alma y no de los bienes exteriores. Los bienes materiales son limitados y su exceso no aporta felicidad genuina, mientras que los bienes del alma (virtudes) son infinitamente más útiles cuanto más abundan. El texto también resalta que la buena suerte no puede ser la causa de la virtud ni de la felicidad, ya que la verdadera felicidad proviene de la naturaleza y el carácter moral, no de factores azarosos. La ciudad, al igual que el individuo, no puede ser verdaderamente próspera sin virtud.

Este fragmento refleja el enfoque ético de Aristóteles, que sostiene que la felicidad (eudaimonía) se alcanza a través del desarrollo de la virtud y el ejercicio de la razón, no a través de bienes materiales o suerte. En su Ética Nicomáquea, Aristóteles trata la relación entre la virtud y la felicidad, criticando la idea de que los bienes exteriores puedan llevar a una vida verdaderamente feliz.

Aplicación Actual de las Ideas de Aristóteles

Relevancia Contemporánea de la Ética Aristotélica

En el texto analizado, Aristóteles explica que la verdadera felicidad no depende de la suerte ni de los bienes materiales, sino de la virtud y la prudencia. Esto sigue siendo muy actual porque hoy en día muchas personas creen que ser felices depende de tener dinero o cosas materiales, pero eso no siempre funciona. De hecho, problemas como la ansiedad, el estrés o la depresión son muy comunes, incluso entre quienes tienen éxito económico. Esto nos hace pensar que la felicidad tiene más que ver con lo que somos como personas que con lo que poseemos.

Aristóteles también dice que tanto las personas como las ciudades necesitan actuar con virtud para alcanzar el bienestar. Esto tiene mucho sentido en el mundo de hoy. Por ejemplo, problemas como el cambio climático o la desigualdad no se van a solucionar acumulando riqueza, sino siendo justos y prudentes, como él dice. Esto implica tomar decisiones pensando en el bien común y no solo en intereses individuales.

Además, Aristóteles da importancia al carácter y a cómo lo desarrollamos. Esto está relacionado con lo que se valora ahora en la educación, como aprender a ser responsables, empáticos y éticos. Esas son cosas que realmente nos ayudan a enfrentar los problemas de la vida y a vivir mejor.

Conceptos Clave en la Filosofía de Aristóteles

  • Régimen mejor: Sería el que tiene mayor nivel de autosuficiencia tanto desde el punto de vista económico como político y de gobierno. Significaría, por tanto, capacidad de autogobernarse. Este régimen mejor sería perfecto, completo y su fin no sería sólo vivir o sobrevivir, sino vivir bien, es decir, alcanzar la plenitud de la vida, la felicidad.
  • Política: La ciencia o filosofía política consiste en indagar en las distintas formas de gobierno (constituciones) con el fin de enseñar a los legisladores como Pericles cuáles son buenas y cuáles no lo son, cuál es la mejor y cuáles resultan adecuadas en determinadas situaciones.
  • Ciudad: Aristóteles define la polis como koinonia, que puede traducirse como comunidad o sociedad. Toda ciudad se constituye con vistas a alcanzar un bien. Y su fin más importante es el bien del ser humano, la felicidad. La sociedad política es el conjunto de ciudadanos, de quienes colaboran para alcanzar el bien común.
  • Felicidad: Consiste principalmente en los bienes del alma o virtudes, tanto las del carácter o virtudes éticas como las del pensamiento o virtudes dianoéticas. La felicidad consiste en aquel bien por el cual se adquieren, se conservan y se ordenan rectamente los otros bienes, más y principalmente que en los bienes que son adquiridos, conservados y dirigidos por otro bien. La felicidad consiste en aquel bien en razón del cual se buscan los demás, y no lo contrario. Por eso se dice que es el fin último.
  • Ciudadano: El ser humano que participa en la ciudad, siendo la referencia política mínima de la ciudad, que puede constituir diferentes comunidades como la familia o el Estado. Participa en el gobernar y ser gobernado. En cada régimen es distinto, y será mejor el que puede y elige obedecer y mandar con miras a una vida conforme a la virtud. Puede igualmente ser definido por cierto ejercicio del poder, pero sólo puede mandar el que ha ingresado en el terreno de la prudencia.
  • Prudencia: Aquella disposición que le permite al hombre discurrir bien respecto de lo que es bueno y conveniente para él mismo. La prudencia es una virtud muy especial porque, por un lado, es la única que no tiene exceso, y por otro, marca la teoría aristotélica al definirse intelectualmente por predominar la reflexión sobre lo que se va a hacer antes que la práctica de hacerlo. Y, por tanto, da a lo intelectual el lugar principal.
  • Bienes del alma: Refieren a las virtudes dianoéticas. Dentro del conocimiento teórico, Aristóteles señala tres tipos de virtudes dianoéticas: 1) La ciencia es el conocimiento mediante la demostración, que parte siempre de principios previamente conocidos. 2) La intelección o nous es el conocimiento de los primeros principios que sirven de punto de partida a las demostraciones de la ciencia. 3) La sabiduría o sophía proporciona el conocimiento más perfecto. Consiste en la unión de ciencia e intelecto y estudia las realidades más nobles, como son los cielos estrellados y la divinidad. Dentro del conocimiento práctico, Aristóteles señala dos tipos de virtudes dianoéticas: 1) La inteligencia práctica o prudencia, que consiste en el conocimiento acertado sobre lo conveniente y lo perjudicial a la hora de elegir y actuar en cada situación. Esta virtud tiene especial interés porque, como veremos, sirve de puente entre la parte racional y la parte irracional del alma. 2) El arte o técnica implica cierto conocimiento y habilidad para producir o fabricar cosas. Ejemplos de artes son la escultura, la medicina, el arte del zapatero.
  • Comunidad civil: Para Aristóteles, la comunidad civil es necesaria para la vida humana. De lo contrario, estaríamos ante un “Dios” o un “animal”, dado que ellos pueden vivir individualmente, pero el ser humano debe hacerlo en comunidad. De manera que la comunidad civil para Aristóteles es la condición necesaria para la supervivencia del ser humano.
  • Bello: Para Aristóteles, sería lo que es valioso por sí mismo y a la vez nos agrada. Lo que es apreciado por sí mismo y no solo por su utilidad, proporcionándonos placer o admiración.

Entradas relacionadas: