Ética Kantiana: Fundamentos de la Moral y Crítica al Emotivismo de Hume

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Temática del Texto: La Razón Práctica en la Filosofía de Kant

Tras la publicación de la Crítica de la razón pura en 1781, obra que aborda la cuestión "¿qué puedo conocer?", Kant presenta en 1785 la Fundamentación de la metafísica de las costumbres y, posteriormente, en 1788, la Crítica de la razón práctica. Estas dos últimas obras, aunque la segunda es más técnica, comparten una temática central: responder a la pregunta "¿qué debo hacer?". No se trata de una dualidad de razones, sino de dos aplicaciones distintas de una misma razón: el uso teórico, enfocado en el conocimiento, y el uso práctico, que se ocupa de la determinación de la voluntad.

Kant sostiene que el ser humano, además de su actividad teórica o científica dedicada al conocimiento, la cual analiza en términos de sus condiciones y límites en la Crítica de la Razón Pura para determinar cómo se produce el conocimiento científico y si la Metafísica es posible como ciencia, también desarrolla una praxis en su convivencia social. La razón práctica nos guía para establecer las condiciones necesarias para una praxis rigurosa en nuestras interacciones, es decir, una praxis moral.

El hecho de que los objetos de la metafísica no sean susceptibles de conocimiento científico no implica que carezcan de sentido o que no merezcan nuestra atención. Al contrario, adquieren un significado especial en el ámbito de la razón práctica, dentro del marco de la moral. De hecho, según Kant, estos objetos son los postulados de la moral, es decir, las condiciones que hacen posible la existencia misma de la moralidad. Sin ellos, la moral sería inviable.

El Problema de la Ley Moral Universal

El problema fundamental radica en determinar qué condiciones debe cumplir un principio práctico para ser considerado una ley objetiva, universal y necesaria. En otras palabras, ¿bajo qué condiciones un principio práctico puede ser válido como ley? El criterio de búsqueda es el siguiente: la ley práctica o moral debe ser objetiva, lo que para Kant significa que debe ser necesaria y universal. Por lo tanto, para que un principio sea válido como ley, debe tener validez universal, aplicable a toda voluntad (a todo ser humano) o a la voluntad en general. (Es importante destacar que Kant busca fundamentar una ética racional y, por ende, universal, en contraposición al emotivismo de Hume).

Éticas Materiales vs. Éticas Formales

En este contexto, se distinguen dos tipos de moral:

  • Éticas materiales: Criticadas por ser empíricas, heterónomas y basadas en imperativos hipotéticos, lo que las hace inadecuadas para fundamentar una moral universal, objetiva y necesaria.
  • Éticas formales: Indican la forma que debe tener una acción para ser universalizable.

Las acciones universalizables son aquellas en las que la voluntad actúa por puro respeto al deber, lo que constituye la buena voluntad. En este caso, la máxima moral puede convertirse en ley. La ley moral debe ajustarse a la forma del imperativo categórico: "Actúa de tal manera que puedas querer al mismo tiempo que tu máxima se convierta en ley universal".

Postulados de la Razón Práctica

Dado que la razón determina a priori la forma de actuar, se requiere la eliminación de cualquier tipo de inclinación personal, una tarea que puede no conducir a la felicidad. Esto, a su vez, requiere la existencia del alma para que, en su vida inmortal, la consecución de la virtud sea posible. También se necesita la libertad para que la acción moral sea factible, y la existencia de Dios como modelo en el que ser y deber ser coinciden. Estos son los postulados de la razón práctica.

Los textos analizados son una compilación de fragmentos de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, donde se desarrollan los tipos de acciones (contrarias al deber, conformes al deber o por deber), se discuten los fundamentos de la moral a priori, se critican los imperativos hipotéticos y las morales heterónomas, se explica cómo se debe determinar la voluntad y se expresa la formulación del imperativo categórico en dos versiones.

Comparación entre la Ética Kantiana y el Emotivismo de Hume

Existe una diferencia fundamental entre la ética formal de Kant y el emotivismo de Hume. Para Kant, es la razón, a priori, la que debe establecer lo moralmente correcto. La ley moral debe ser objetiva y universal, ajustándose a la forma del imperativo categórico. Esto implica atenerse exclusivamente a la razón, eliminando cualquier tipo de inclinación sensible o emocional en la determinación de la voluntad. La voluntad es buena cuando se determina por leyes morales, no por inclinaciones o deseos.

Para Hume, en cambio, la fuente de la moral son los sentimientos. De hecho, llega a afirmar que la razón debe ser "esclava" de los sentimientos. Según Hume, en la experiencia encontramos hechos, acciones, motivos y pasiones, pero no la maldad o la bondad, que no son cualidades observables. Simplemente, hay cosas o acciones que nos producen sentimientos agradables y las llamamos buenas, y otras que nos desagradan y las consideramos malas. La moral se basa en nuestros sentimientos o emociones.

Además, para Hume, la razón no es la causa inmediata de nuestras acciones. Después de todos los razonamientos y conclusiones, lo que influye en última instancia en nuestra conducta es el sentimiento. La propensión y la aversión, guiadas por las experiencias de placer y dolor, son la fuente de la acción, no la razón.

Utilidad, Simpatía y la Crítica al Emotivismo

Hume sostiene que la causa del sentimiento de aprobación se produce a menudo por la utilidad colectiva de las reglas. El beneficio a largo plazo que se deriva de cumplir las normas nos beneficia por propio interés, más que incumplirlas en alguna ocasión (desde la perspectiva kantiana, estas acciones serían conformes al deber). Sin embargo, no es solo el interés lo que nos lleva a ser justos; cuando una persona sufre una injusticia, compartimos su descontento por simpatía.

Esto contrasta radicalmente con la postura de Kant, para quien la forma correcta de obrar es por puro deber, dejando de lado cualquier inclinación o interés personal. No debemos actuar en función de nuestro interés o de las consecuencias de la acción. Como Kant sostiene que la ley moral debe ser objetiva y universal, basada en la razón, esto sería imposible en el emotivismo de Hume, ya que los sentimientos son subjetivos y no pueden generar máximas universalmente válidas. Se basan en experiencias particulares y no pueden fundamentar juicios a priori, sino empíricos, a posteriori.

Por otro lado, Hume defiende que las emociones que nos causan los hechos o acciones observados se apoyan en un sentimiento de interés propio y de simpatía. Esto nos lleva a una moral heterónoma, ya que dichos sentimientos proceden de la parte sensible del ser humano, no de la razón, el agente moral, lo que nos resta libertad o autonomía.

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